14.

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― Zabdi, ¿podrías por favor dejar de rozar tu maldito pene contra mi muslo?

- Mmm no. ―gime y muerde el hombro delgado del omega.

― Tu celo fue hace dos días.

― ¿Y?

Christopher se ríe, su mano se escabulle hasta alcanzar y apretar el miembro del azabache, quien sisea ante el frío tacto en su hombría.

― Joder, haz eso otra vez.

― ¡No seas asqueroso! ―se voltea a golpearlo en son de juego―. Párate o suéltame. Debemos ir a la escuela, es nuestro último día.

― Ve tú. Yo estoy harto de toda esa gente. ―se remueve en la cama, alejándose de Christopher y ahora abrazando su almohada.

― Vamos, Zab ―lo mueve de un brazo con los labios abultados― Por favor.

― No.

― Cuento hasta tres.

― Hasta mil si quieres. No iré.

― Uno...

― Lárgate.

― Dos...

― Eres insoportable. ―entre gruñidos se levanta, caminando al baño, con la risa de Christopher siguiéndole por la espalda y unos brazos enredados en su torso.

― Tres. ―el omega cierra la puerta del baño, detrás de si.

Después de una larga ducha compartida, ambos salen y se visten para su último día de preparatoria

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Después de una larga ducha compartida, ambos salen y se visten para su último día de preparatoria.

― Estoy feliz y triste a la vez ―Christopher junta sus manos sobre su hinchado vientre, camina por los pasillos entre los alborotados estudiantes y mira a cada rincón con melancolía.

-Odio a todos, así que estoy feliz. ―a su lado, Jungkook dice algo aliviado.

― No puedes ser tan agrio, Zabdiel ―le pasa su mochila porque su espalda ha comenzado a doler―. Deberías apreciar a la gente que Dios pone en tu camino.

― Aprecio más a la que me quita. ―se detienen cuando llegan a sus respectivos casilleros, y abre su cubículo, masticando el chicle que el omega le dio al salir de su hogar.

― Ugh, no seas así. ―hace un puchero.

― Soy así, lo siento, no puedo cambiar.

― Está bien―encoge sus hombros, decidiendo por sacar un chocolate de su mochila―. ¿Irás al trabajo hoy?

― Me quedaré en casa ―le quita la barra dulce a Christopher y la dirige rápidamente a su boca cuando el otro intenta quitársela, comiendola de un solo bocado con una sonrisa.

― ¡Oye!

― Mucho azúcar.

Cada quien va a su clase correspondiente, según la tutoria que le tocaba. Christopher compartía esa con Richard. El beta de brillante cabellera rojiza era una gran compañía, y más aún cuando no había nada que hacer. Como era el último día, los maestros no podían marcar tareas o hacer alguna actividad. Las calificaciones ya estaban dadas, o al menos la mayoría. Christopher sentía frío por más que no lo hiciera, pero quería sentir el calor de Zabdiel cerca. El maestro dice que pueden salir y hacer lo que sea, siempre y cuando y saliesen del establecimiento.

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