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Habían pasado toda la mañana en casa, acurrucados y viendo películas. Todas fueron a elección del omega, y si el alfa podía opinar sobre ellas, diría que eran sumamente aburridas; el típico amor enredado entre tragedias mediocres, finales felices y esas cosas. Zabdiel sólo las absorbe con la vista sin hacer comentario alguno porque a Christopher le gustan y cuando las ve, no se está quejando de los dolores que el embarazado le provoca. Hoy cumplía 8 meses de gestación y su barriga parecía querer reventar. Por la noche irían a casa de sus padres al Baby shower, y gracias al cielo Christopher era buen actor e hizo como que no sabía nada cuando le dieron la noticia. Incluso lloró un poco para hacerlo más real.

Zabdiel desliza una mano dentro de la camisa de Christopher, quien está sobre su pecho, disfrutando el calor que su anatomía irradia y absorto en la pantalla del televisor. Acaricia su panza, casi siendo perceptibles los movimientos que da el bebé poco después, reaccionando a su padre. Baja su tacto en leves círculos, y siente al omega removerse apenas, incómodo. Sus dedos retornan hacia arriba, con tal de sentir más a su cachorro, pero el castaño lo detiene con una mano apretando en su muñeca.

— No lo hagas...

― ¿Tocarte? ―se muestra extrañado cuando el cuerpo sobre él se tensa considerablemente.

Christopher tarda en mover su cabeza de arriba a abajo, afirmando― Muy arriba. No, no ahí.

― ¿Por qué? ―frunce su ceño―. Siempre lo hago.

― Sí, pero ya no quiero.

La respuesta sólo hace preocuparlo un poco más.

― ¿Sucede algo, omega? Habla conmigo.

Christopher niega, pegándose más al torso de Zabdiel y cruzando sus brazos sobre el pecho.

― Vamos, Tae. Puedes decirme.

― Es vergonzoso, déjame...

― ¿Es por el embarazo? ―nuevamente el asentimiento demora en llegar, pero esta vez siendo acompañado por un sonrojo en el rostro del moreno―, entonces no lo es.

― Zab... Me da pena.

― Amor, está bien. Dímelo. ―acaricia su cabello con parsimonia, es un intento para darle confianza al adorable omega que parece hacerse pequeño entre sus brazos.

― Yo... ―suspira audible, mira hacia un costado y relame sus labios― Yo tengo de esos protectores para el pecho por.... Tú sabes...

El atisbo de una sonrisa cosquillea en las comisuras de su boca― No, no sé.

― ¡Christopher! ―chilla, apenas logrando golpearlo en serio un brazo.

― Okay, okay ―se ríe―. ¿Era eso?

― Si, es horrible.

― Es tierno. ―dice, la imagen de su omega alimentando de su pecho a el cachorro que ambos hicieron es tan regocijante, que tiene brincando al lobo de en su pecho, tan ansioso como él por igual.

― No lo es y estoy harto―hace pucheros, mirando al otro con el entrecejo hundido―. Tengo 8 meses y casi no puedo ni respirar.

El alfa parece recordar algo con sus palabras― Oh, sí. Tenemos la cesárea
programada en dos semanas, Chris.

― Estoy nervioso, no quiero que nada salga mal.

Y es ahí cuando Zabdiel reacciona completamente, percatándose de algo que había ignorado desde un principio.

― No estás marcado...

Entonces lo suelta, tomando asiento en la cama y tirando de sus cabellos, inquieto.

Ven aquí, y ámameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora