❝ v e i n t i c u a t r ø ❞

125 16 17
                                    

   —¡¿Que haces en la habitación de Maykō?!

Nos cacharon.

¿Qué hacía Uraraka en este piso?

No, más bien, ¿qué hacía Todoroki intentando besarme nuevamente?

—¡Todoroki! —Le grito furiosa la castaña entrando a la habitación y tomando su muñeca que buscaba mi rostro una vez más.

Solo basto un par de segundos para que la joven exaltada se diera cuenta de que estábamos haciendo. Nuestros rostros colorados, nuestra respiración agitada y la posición en la que estaba su novio nos delató.

—Mírame. —Lo sacudió y tomo su rostro entre sus dedos—. Tú me amas a mí, no a ella. —Murmuro, pero al estar cerca, lo oí con claridad.

Retrocedí unos pasos y baje la mirada avergonzada.

—U-uraraka, ¿que estaba...?

Lo que fuera que iba a preguntar no termino, y yo no entendí porque hasta que mire de reojo que hacían y a qué se debía el silencio.

Ochako repaso su pulgar por los suaves labios que me habían tocado recién, como limpiando el rastro que mi boca pudiera haber dejado en la suya, entonces lo beso.

No era un besó cualquiera, era uno fogoso, demasiado fuerte para mí a decir verdad.

¿Entonces así besas a tu verdadero ángel, Todoroki?

Comencé a llorar en silencio mientras salía de mi propia habitación. Ahora que esos dos estaban ocupados, era buen momento para ir por Pycrot, y eso hice.

Como si no fuera mi cuerpo comencé a moverme en automático mientras mi corazón se quebraba más y más ante el vivo recuerdo de su beso.

❝ ¿Cómo me atreví a besar a un ángel? ¿Cómo me atreví a creer que estaría a la altura de su pareja, que es su igual? ❞

Sé que había prometido ya no compararlos con criaturas celestiales, pero es que viéndolos una vez más, mi corazón lo captó. Ellos eran gloriosos juntos, perfectos, hermosos; alguien como yo no tenía cabida en su vida.

Atravesé los dormitorio masculinos sin ningún contratiempo a parte de mí visión borrosa por el agua salada que caía de mis ojos.

Su puerta no tenía llave. Sonreí inconciente, que tierno.

Entré a hurtadillas. Su habitación estilo asiático me recordó mucho a él. Su esencia serena estaba impregnada en todas partes.

Ví su futón doblado a un lado de la habitación. Una simple mesita, unos accesorios por ahí, su clóset en la pared, y eso era todo. Ni rastros de mi amigo.

Comencé a desesperarme. Necesitaba a Py, y lo necesitaba ya. Él era mis sostén, mi ancla cuando estaba apunto de perder la cabeza. Si no lo tenía, no sabía que era capaz de hacer.

—¿Py? ¡Oye, responde! ¿Dónde estás? —cerré la puerta para que nadie en el pasillo me escuchará.

Lo busque por doquier, aún cuando ya no había más lugares para buscar.

Escuché voces en el pasillo. Se acercaban cada vez más.

Mire desesperada a todos lados, ¿donde me escondería? ¡La habitación estaba libre de muebles!

¡El clóset!

La puerta se abrió y yo me lance dentro del pequeño espacio en la pared que tenía algunas almohadas guardadas. Deslice veloz pero en silencio la puerta.

𝙎𝙝𝙚 𝙞𝙨 𝙖𝙣 𝙖𝙣𝙜𝙚𝙡 [Todoroki Shotō]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora