Capítulo 3

737 72 15
                                    

Lena

Suena el despertador, después de la noche de sexo con Kara, terminé agotada y caí en los brazos de Morfeo, toco la cama por si Kara sigue en ella, pero al girarme veo que estoy sola y con una sonrisa dibujada en los labios por la noche increíble que me ha hecho pasar esa mocosa.
Me levanto y veo una nota al lado de mi teléfono en la mesilla, la recojo y veo el nombre de Kara y un número de teléfono.
Una sonrisa vuelve a mi cara, parezco una niña de quince años. Kara me hace sentir bien, demasiado bien debo de admitir. Las imágenes de estos dos días vuelven a mí una y otra vez.
Lena o te apuras o llegarás tarde a la oficina.
Llego al estacionamiento del edificio donde trabajo casi con el tiempo justo, veo un lugar libre y cuando me dirijo a él, veo que otro coche hace una maniobra extraña para llegar antes que yo y quitármelo.
—¿Qué mierda es esta? ¡Te has metido en sentido contrario! —grito.
La mujer que lo conduce no dice nada, baja del coche, simplemente acciona el mando para cerrarlo y se aleja, ni siquiera me mira. Enfoco bien a la persona que ha salido y ahora se dirige a los ascensores, me doy cuenta de que es una compañera:
Andrea tenía que ser. No la soporto—digo para mí.
Localizo otro hueco y estaciono el coche, enojada, que casi me cuesta la vida dejarlo bien estacionado. Me dirijo a las oficinas a paso ligero, pero ¿quién se ha creído que es esta señora? Mi enojo va en aumento.
Entro en la oficina.

Buenos días, señorita Luthor—me dice Jess, la señorita que está en la entrada de las oficinas.

Buenos días Jess ¿Rojas está en su despacho?

Sí, ha llegado hace apenas unos minutos.
Sí, claro que ha llegado la muy perra.

Muchas gracias Jess.

Me dirijo a su despacho con un enojo importante y cuando llego respiro hondo para intentar calmar mi mal humor, giro el pomo de la puerta sin tocar, lo cual es un error y grande. Veo que Rojas tiene la blusa desabrochada y se está intentando limpiar algo que se le ha caído encima, yo no dejo de mirar el canalillo que forman sus pechos, Kara vuelve a mi cabeza y mi excitación con ella.

Pero ¿qué haces? —me pregunta.
Pero yo sigo en mi mundo, el mundo que estoy descubriendo junto a Kara y al que ahora Rojas me ha hecho recordar a través de su escote.

—¿No sabes llamar?
Cuando logro reaccionar, es porque ella se mueve, ahora la tengo junto a mí y hace que levante la cabeza para mirarla a los ojos, le digo:

—¿Por qué me has quitado el lugar de estacionamiento? Le pregunto de mal humor.

Yo no te he quitado nada.

—Te has metido en sentido contrario y has estacionado sin importarte que yo hubiese llegado primero.

—Tenía prisa, además, no tengo porque darte explicaciones. —contesta con indiferencia.
La ignoro. Mi vista vuelve a posarse entre sus pechos, y me arrepiento de mirarlos, ya que me dice:

—¿Te gusta lo que ves Luthor? Está claro que Jack no te está dando lo que necesitas. Aunque esta marca—dice tocando mi cuello y provocándome un escalofrío—dice que ayer pasaste un buen día.

Eres idiota Rojas, que no vuelva a pasar más o tendremos un problema—amenazo.

Lárgate de mi despacho, y no vuelvas a entrar sin tocar.
Abre la puerta y me invita a salir de su despacho, salgo hecha una furia y no sé muy bien si es porque me ha quitado el lugar de estacionamiento o porque mi mirada solo quería dirigirse a la zona de sus pechos. No sé lo que me pasa, entro a mi despacho cerrando la puerta a mis espaldas, me siento en la silla y pongo las manos en mi cara.
Pero ¿qué te está pasando Lena? —me pregunto poniendo las manos en la cara.
Andrea Rojas y yo nunca nos hemos llevado demasiado bien, bueno ni bien ni mal, hemos sido siempre correctas en nuestro comportamiento, pero lo de hoy ya ha sido la gota que colma el vaso, solo que mi imprudencia ha hecho que abra la puerta sin tocar y me la encontrara casi en sujetador.

La mañana pasa más rápido de lo esperado, algunas reuniones y cuando me quiero dar cuenta ya salgo rumbo a casa, por suerte no me he vuelto a encontrar con Andrea.
Miro el teléfono y Jack me ha escrito que llegará sobre las seis de la tarde. Veo que tengo un mensaje de un número que no sé a quién pertenece.

Número desconocido: No piensas escribirme ¿te quieres hacer la dura?

Yo: Creo que se equivoca de persona.

Número desconocido: Pues anoche no parecía haberme equivocado de persona.

Yo: ¿Kara?

Número desconocido: Ya te vale Lena?, ni siquiera has guardado mi número de teléfono.

Yo: He ido con prisa y he tenido mucho movimiento en el trabajo. ¿Cómo has conseguido mi número de teléfono?

Número desconocido: Tengo contactos, y muy buenos.

Yo: Ya veo, ya.

Número desconocido: ¿Podemos vernos hoy?
No respondo de inmediato, miro el reloj y son las tres y media, Jack llega a las seis. Mierda Lena, ¿qué haces calculando si puede darte tiempo o no de follar con la vecina?

Yo: Jack llega hoy a las seis.

Número desconocido: Lena si vienes ya, ¿quizás nos de tiempo?

Yo: Kara hoy no es buen día. Yo te aviso.

Número desconocido: Está bien, guarda el número, pero no me pongas mocosa.

No le contesto, solo guardo el número de teléfono como “Pequeña Mocosa”.

Pequeña Moscosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora