Capítulo 17

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Kara

Salgo de la sala donde estamos reunidos con el corazón encogido, no soporto ver como Andrea toca a Lena, unos celos casi desproporcionados se apoderaron de mí, o salía de esa sala o me tiraba encima de Andrea intentando marcar un territorio que no me corresponde y que nunca ha sido mío.
Por suerte, la poca cordura que me quedaba hizo que me levantara y saliera de allí de forma precipitada, dando un portazo que no quería dar, llevada por la furia que contenía en mi interior.

Estoy esperando dentro de mi coche a que mi madre salga, cuando siento que la puerta del acompañante se abre y la veo entrar.

—¿Se puede saber qué ha pasado para que salieras corriendo? —me pregunta enfadada. 

Nada—le digo.

Kara mírame—exige.

Pero no le hago caso, intento apretar el botón de encendido del coche cuando toma mi mano y me detiene.

Te he dicho que me mires—insiste.

Miro a mi madre con lágrimas en los ojos, al verme me abraza.

—¿Qué te pasa cariño? — pregunta acariciando mi pelo.

No puedo hablar porque rompo a llorar dejando que toda la rabia que tenía dentro salga. Mi madre deja que salga todo ese llanto y me acurruca como cuando era pequeña, ahora mismo me siento protegida entre sus brazos, como si nadie pudiera hacerme daño, pero ya no soy esa niña que si se peleaba con alguien, ella intentaba poner solución a las cosas, ahora soy una adulta que ha jugado a un juego y ha salido perdiendo.

—¿Es por ella? ¿Ha pasado algo entre ustedes que deba saber?

Le cuento a mi madre todo desde el principio, lo del ascensor, después que la ayudé con Jack, que la llevé a la casa del campo. Solo he omitido que fui a su casa y le dije que lo que acababa de hacerle era follar. Esa parte mejor me la reservo porque mi madre puede entrar en shock, al igual que tampoco le conté lo del rellano, cuanto menos explícita sea creo que mucho mejor por la salud mental de mi madre.

Entonces te acostaste con ella en la casa de campo—deduce.

Sí mamá, pero ella no me prometió nada. Somos adultas y fui yo quien quiso jugar a ese juego.

—Le diré a J'onn que quiero otra abogada—sentencia.

—¡No! Mamá, Lena es la mejor en su trabajo. Ya te lo dijo J'onn —digo intentando que mi madre descarte esa opción.

No me gusta la idea de los acuerdos.

—Mamá, el primero lo va a rechazar, sabes que papá no te va a dar ni un peso, creo que lo mejor es lo que dice Lena y que le pidas que te permita trabajar para otras constructoras, porque también pienso que te puede acusar de competencia desleal. Sabes que papá ha cambiado en estos últimos años y para mal.

No hija, tu padre siempre ha sido un cabrón, solo que al principio me vendió todo demasiado bien. Siempre he vivido a la sombra de tu padre. Primero en el embarazo contigo, tuve varios abortos antes de tenerte a ti y cuando te tuve, fuiste como un regalo para mí, por fin había conseguido quedarme embarazada y poder aguantar el embarazo sin abortar. Me tuviste acostada casi todo el embarazo, pero valió la pena ver tu cara cuando saliste de mí. Ese día fue el más bonito de mi vida.

Abrazo a mi madre, sé que gracias a ella soy lo que soy hoy en día. Mi padre, ahora sé que me veía como la gallina de los huevos de oro, su plan era perfecto, se quitaba a mi madre de encima y me tenía a mí. Digo era, porque intentaré por todos los medios que esa cláusula quede inhabilitada.

Pequeña Moscosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora