Capítulo 14

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Lena

Tengo a Andrea pegada a mí, acabamos de entrar a su apartamento y creo que la excitación que llevamos desde que salimos del restaurante y nos pusimos con jueguecitos en el coche, ha hecho que no seamos conscientes de que casi nos follamos en la entrada de su apartamento, por suerte y gracias a la poca cordura que me quedaba, hice que Andrea abriera la puerta y pudiéramos entrar.

Quiero follarte Lena, no sabes las ganas que tengo de desnudarte —susurra en mi oído.

Tienes que poner remedio a lo que estás causando entre mis piernas —le indico.

No dice nada más, tira de mí y llegamos a su habitación, una vez allí se deshace de mi ropa y yo hago lo mismo con la de ella. Siento como sus manos recorren mi cuerpo y sus besos inundan mi boca, doy un gemido de placer al sentir como su mano baja y llega a mi excitado sexo. Pero en lugar de detenerse se entretiene fuera y eso hace que me desespere.

No tan rápido—me dice.

Me estás matando.

—De placer, espero.

Intento tomar el control, me giro dejándola en los pies de la cama, la empujo y ella cae, yo me pongo encima y cuando me creía victoriosa de esa batalla, ella con un ágil movimiento me gira y se coloca encima.

Así quería tenerte—me susurra pegada a mi boca.

Va dejando besos en su recorrido hacia mi pubis y yo intento agarrar su cabeza y hacerla bajar para que termine con esta tortura, pero Andrea se resiste. Hasta que le suplico.

Por favor—le pido sin aliento.

Andrea ahora levanta la cabeza y sonríe, baja su mano y me introduce dos dedos, me sobresalto al sentirla dentro, pero joder, que gusto. Empieza un baile de entrar y salir, pero mi excitación es tan grande que tiene que introducir otro y ahora son tres los que bailan al compás de Andrea dentro de mí.
Me retuerzo de placer cuando siento su boca en mi clítoris y eso hace que una explosión de placer llegue a mí y dé un grito al llegar al orgasmo que me ha provocado mi compañera de trabajo, estoy todavía recuperándome del orgasmo cuando Andrea se coloca a mi lado y me dice:

Dame tu mano—me ordena.

Espera.

No me hace caso, tira de mi mano y siento toda su humedad en ella.

Estás empapada—le digo.

No dice nada, solo intenta que yo la toque, así que introduzco dos dedos y con la palma de la mano llego a tocar su clítoris, no tardo ni un minuto en hacerla llegar a su orgasmo y Andrea termina a mi lado exhausta.
Cuando se recupera, se apoya en una mano y se gira hacia donde estoy yo.

¡No ha estado mal eh!

—Ha estado muy bien—le digo con una sonrisa sincera en los labios.

Andrea se levanta de la cama.

Voy a por agua, ¿quieres algo?

—No—le digo incorporándome de la cama—creo que mejor me voy.

Vamos Lena, quédate un rato, podemos cenar y bueno, ya sabes, repetir.

— Andrea, he quedado con una amiga y necesito ir.

—¿Segura? ¿No estarás huyendo?

—¿Huyendo? Por favor Andrea, las dos somos mayorcitas y solteras. Si no quisiera estar aquí no habría venido.

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