Capítulo 4

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Lily

6 de abril del 2011

¡Qué nervios! Hoy estoy muy emocionada, de hecho estoy así desde que me he levantado. La razón es el partido de tenis de Liam. Como ya sabréis a estas alturas, es su deporte favorito, lo practica desde siempre y su meta es convertirse en profesional. El partido de hoy es muy importante, ya que se trata de la final de un torneo y, si gana, conseguirá un beca para la universidad de Nueva York, donde a parte de estudiar arquitectura, seguirá jugando al tenis en un gran equipo. Por eso estoy tan nerviosa. Liam es un gran jugador, estoy segura de va a conseguir esa beca y todo lo que se proponga. Estoy muy orgullosa de él.

Son las diez de la mañana, ya estoy vestida y arreglada, por lo que bajo a la cocina para desayunar con mis padres, que vienen conmigo a apoyar a Liam en su gran día. Una vez hemos comido, nos montamos en el coche y ponemos rumbo al club de tenis donde se celebrará el partido en un par de horas. Llegamos sobre las once, e inmediatamente vamos a buscar a los Wilson, que están junto a su hijo en el banquillo. 

- ¡Hola, familia! - saludan mis padres - Hemos llegado - yo simplemente saludo con la mano y me voy derecha a darle un abrazo a Liam.

- Hola, Liam - digo - ¿Cómo estás?

- Algo nervioso, pero me hace muchísima ilusión que estés aquí, Lil - vuelve a abrazarme.

- Siempre estaré contigo, siempre - susurro.

Nos quedamos todo el tiempo que podemos con él, pero cuando queda media hora para que empiece el partido, nos despedimos y nos vamos a nuestros lugares en la grada. Todos estamos muy ansiosos con esto, confiamos mucho en Liam y tenemos la completa seguridad de que va a llegar muy lejos en este deporte. 

A las doce en punto el partido da comienzo. Liam se encuentra en la parte derecha de la pista, muy concentrado en el juego. Lleva un conjunto blanco de Lacoste, junto con las muñequeras que le regalé por navidad. La gorra es de color azul marino, al igual que los calcetines y las deportivas. No puede estar más guapo... Además, cuando se concentra tanto en algo, frunce el ceño de una manera adorable, tal y como le está pasando ahora. 

Yo no entiendo mucho de este deporte, pero veo la soltura con la que mi amigo se mueve, el manejo de la raqueta que tiene, como coordina los movimientos de la mano con los de los pies. Me parece absolutamente impresionante e hipnotizante, y creo que no soy la única, ya que mis padres y los suyos lo miran con auténtico orgullo. 

- Este chico llegará muy lejos - le dice mi padre a Robert.

- Estamos tan orgullosos de él... - murmura mi madre.

En unos de los descansos, Liam levanta la mirada hacia nosotros y nos sonríe. Todos le devolvemos el saludo, pero yo me quedo atrapada en su mirada. Me guiña un ojo y se da la vuelta para seguir con el partido. Siento que las mejillas me arden, ¿pero qué me pasa?

- ¿Estás bien, cielo? - me pregunta mi madre sonriendo.

- Sí, sí, es solo que tengo algo de calor - respondo evitando su mirada y abanicándome la cara con la mano.

- Es lo que tiene que un chico guapo te sonría y te guiñe el ojo de ese modo - me suelta tan tranquila escandalizándome. 

- ¡Mamá! ¿Pero que tonterías dices? - pregunto nerviosa.

- Nada, nada, cosas de tu madre - me responde si dejar de reír.

Pongo los ojos en blanco y decido ignorarla para concentrarme en el partido, que ya sigue. Durante unos minutos continúanos viendo como Liam hace gala de toda su destreza y marca varios puntos a su favor. Sin embargo, en un determinado momento el tiempo parece ralentizarse. El contrincante realiza el saque, Liam corre para devolver la pelota, pero sin que nadie entienda cómo, se tuerce el tobillo cayendo al suelo completamente apoyado en su hombro derecho. 

No es magia, somos nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora