Extra 1

23 2 0
                                    

Liam

9 meses después...

- ¡Te odio! ¡Te odio con todo mi corazón, Liam Wilson! - gruñe mi prometida - Esto no te lo voy a perdonar en la vida, ¿me oyes? ¡En la vida! - aprieta mi mano con fuerza - Se te debería caer la cara de vergüenza.

- Cariño... 

- Ni cariño, ni leches - me interrumpe con los ojos llenos de lágrimas - Es culpa tuya, es todo por tu culpa - vuelve a apretar mi mano - No vas a volver a tocarme en tu vida, nunca, jamás. Ni un dedo me vas a poner encima. Es más, no me pienso casar contigo, no te quiero volver a ver - dice sin soltar mi mano. 

Decido que será mejor no decir nada en estos momentos, no creo que sirva de mucho. Por si no entendéis a qué viene todo esto, os cuento. Lily se ha puesto de parto. Estábamos en casa viendo la televisión cuando ha roto aguas, así que inmediatamente la he traído al hospital. Parece que no está lo suficientemente dilatada, así que aún tardaremos un poco en conocer a nuestra pequeña. ¿Ahora comprendéis todo esto?

Dejo de mirar a mi preciosa prometida (porque sí, incluso así es la mujer más bonita que he visto en mi vida) y veo como los médicos tratan de esconder sus sonrisas. Imagino que estarán acostumbrados a este tipo de situaciones. Suspiro y me inclino para hablarle al oído a Lily. 

- Mi amor, eres la mujer más fuerte que conozco - susurro con dulzura - Ojalá me pudiera cambiar por ti, te aseguro que lo haría, pero lo vas a hacer de maravilla - su expresión se relaja un poco e incluso empiezo a intuir una pequeña sonrisa en sus labios - Vas a ser la mejor madre del mundo.

- Y tú el mejor padre - murmura mientras gira un poco su cabeza para mirarme - Oye, no lo decía en serio, ¿eh? Te quiero muchísimo, y sí que quiero casarme contigo, no...

- Lo se, mi vida, lo sé - la interrumpo acariciándole el pelo con ternura - No te preocupes por nada de eso ahora, todo está más que bien. Pues gritarme, apretar mi mano y todo lo que tú quieras. 

- Es que me duele mucho - dice con los ojos llenos de lágrimas - Y tengo miedo de que algo no salga bien. 

- Ni se te ocurra decir esas cosas, va a salir todo a las mil maravillas, ya lo verás - digo - Estamos rodeados de los mejores profesionales, así que deja de pensar en esas cosas y solo céntrate en nuestra niña. Ya no queda nada para conocerla. 

- Quiero que saque tus ojos azules - dice sonriendo.

- Pues yo quiero que sea una mini versión tuya - rebato - Quiero una Lily en pequeñito.

- No... AHHHHH - una contracción corta su frase - ¡Cómo duele!

- Lo estás haciendo muy bien, pequeña - susurro en su oído. 

- Vale, papás - dice el ginecólogo de Lily - Ya no hay vuelta atrás, vuestra hija está a punto de nacer. 

Trasladan a Lily al quirófano mientras a mí me dan la bata, el gorro y la mascarilla que debo llevar para poder entrar. En cuanto estoy listo, sin demorarme, voy corriendo junto a mi prometida. 

- Estoy aquí, cielo, estoy aquí - le digo mientras la cojo de la mano. 

No sé cuánto tiempo pasa, lo único que sé es que en mi vida había sentido nada parecido. No puedo explicar con palabras la felicidad, la emoción, la ternura, el miedo, todo lo que he sentido cuando he oído el llanto de mi hija, mi niña. Las lágrimas no han tardado en empezar a rodar por mis mejillas cuando he visto a esa cosita tan pequeñita sobre el pecho de Lily, la cual no ha dejado de llorar y sonreír desde que la ha visto. 

- Es lo más bonito que he visto en mi vida - digo acercándome a mis chicas - Es perfecta, Lily - la miro a los ojos - ¿Cómo hemos podido hacer algo tan maravilloso?

No es magia, somos nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora