No es magia, somos nosotros

Capítulo 15

Liam

¡Hogar, dulce hogar! Ahora mismo estaría dando saltos de alegría si no fuera por lo que me ha tocado ver esta mañana. Llevaba preocupado por Lily desde anoche, cuando me acerqué a Sally y a sus amigas para ver cómo lo estaban pasando y Lily no estaba con ellas. Empecé a llamarla y a mandarle mensajes, pero nada, silencio. Pregunté a todo el mundo si la había visto, pero nada otra vez, nadie la veía desde hacía horas. Finalmente, decidí volver a casa, ya con el sol fuera, para ver si estaba en su apartamento, y cuando me ha abierto la puerta, por fin he respirado tranquilo, tanto que no he podido evitar abrazarla con fuerza.

Sin embargo, un extraño sentimiento de furia se ha instalado en mi pecho cuando Cameron, un amigo de Jake que conocí hace un par de meses,  ha aparecido en ropa interior y la ha besado como si no hubiera un mañana. Es en ese momento cuando me he fijado en los labios hinchados de mi amiga, su pelo revuelto y, sobre todo, en la camisa masculina que cubría su cuerpo. ¡Joder! Incluso con la rabia que sentía por dentro, he sido incapaz de no admirar esas piernas largas, firmes, torneadas, sus preciosos ojos verdosos... ¿Se puede saber qué demonios me pasa?

En fin... Por la tarde hemos cogido el avión para volver a casa los cinco: Sally, Jake, Lily, Caroline y yo. Cabe decir que el viaje ha sido tenso, Caroline todavía sigue algo mosqueada conmigo y con Lily; mi amiga a penas me habla, aunque eso es culpa mía ya que no he dejado de evitarla desde lo que me ha tocado presenciar estar mañana; y yo... bueno yo no sé cómo se supone que debo comportarme. Así que en esas estamos, en una situación tensa de cojones, que ni las tonterías de Jake aligera.

Cuando llegamos a tierra, en silencio, nos dirigimos a la cinta, donde poco tiempo después aparecen nuestras maletas, las cuales cogemos rápidamente para salir de aquí. Como era de esperar, mis padres y los Jones han venido a por nosotros, no obstante, lo que me sorprende de la escena es que los cuatro llevan una camiseta de la Universidad de Nueva York y sujetan una pancarta enorme que reza: Bienvenidos a casa, cielitos. Puedo imaginarme quien la ha escrito, ejem, Anne.

- ¡Mis niños! – grita la madre de Lily, provocando de todos los que pasan por su lado miren alucinados la pancarta - ¡Pero que guapos estáis!

- Cariño, que nos está mirando todo el mundo – advierte el señor Jones mirando a su mujer con mucho cariño.

- Me da igual – responde ésta – No puedo estar más feliz por tener a mis cielitos en casa – suelta la pancarta y corre hacia nosotros seguida de mi madre.

- Estoy tan feliz de teneros aquí – murmura mi madre al borde de las lágrimas.

- Mamá, que no venimos de la guerra – digo en un intento de aligerar el ambiente.

- Me da igual, habéis estado desde Navidad fuera de casa, me merezco mi momento de drama – dice ella muy digna.

- Eso, eso – la apoya su amiga. ¡Vaya dos se han juntado!

Después de mil besos y abrazos, nos damos cuenta de que Jake, Sally y Caroline miran la escena desde la distancia con una sonrisa. Bueno, mis amigos sonríen, mi novia no. Me separo un poco de mi familia para ir a buscar a Caroline, es momento de las presentaciones. La cojo de la mano y la llevo junto a mis padres y los Jones.

- Bueno, familia – la mirada de mi madre va directa a nuestras manos unidas – Supongo que os acordaréis de Caroline Miller.

- Claro que sí, eres la hija de Hannah, ¿verdad? – pregunta mi madre antes de dirigirse a Anne – La de la panadería, ¿te acuerdas de ella? Venía a nuestra clase en el instituto.

- ¡Sí! Y vosotros tres jugabais juntos de pequeños.

- La misma – las corto porque si no lo hago son capaces de narrarnos con todo lujo de detalles su árbol genealógico – La cosa es que también estudia en Nueva York, como nosotros – explico y sé que ahora llega el momento de contar lo que nos une, pero algo se atasca en mi garganta y no me deja seguir. De hecho, la sensación se magnifica cuando mi mirada se conecta con la de Lily.