El secreto...

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Salí a toda prisa detrás de ella y me aferré a su espalda antes de que cruzara la puerta.

— No te vayas, lo siento… yo… soy un gilipollas y todo lo que quieras, pero perdóname.

— Dame una razón para no irme ahora mismo, Thyler.

— Tengo tres en realidad, porque me has arruinado para las demás, y no me pude acostar con Jina porque estaba pensando en ti todo el tiempo.

Pero la más importante es porque soy un gilipollas, pero te quiero

Y luego de decir esto le di la vuelta dejándola frente a mí, la besé y la subí a horcajadas a mi cuerpo mientras la apoyaba en la pared, porque no pensaba dejarla marchar nunca.

— Y si te quedas te puedo contar la última. A lo mejor y después de escucharla no me ves tan idiota.

Y volví a besarla, pero esta vez con ternura y sintiéndome el más gilipollas porque su primera vez hubiese sido así después de planearlo tantas veces en mi cabeza.

Marta

No sé por qué no salí corriendo de ese lugar, pero entre sus brazos me sentía segura.

Cuando pensé que Thyler me dejaría en el suelo me sorprendió y me cargó sobre sus brazos, luego me llevó a la ducha que quedaba al lado del yacusi, unas de esas de hidromasaje toda trasparente.

Tomó una esponja, la llenó de gel de baño y comenzó a bañarme frotando mi piel con esa esponja llena de espuma.

Luego empezó a frotar la misma esponja entre mis piernas hasta que se me escapó un gemido y no pude evitar avergonzarme porque notó que estaba excitada.

Thyler

— ¿Sabes? Acabo de recordar que tú no te corriste hace un rato y dado que tu primera vez no fue lo que imaginé para los dos.

Y créeme que me encargaré de compensártelo y puedo empezar porque no sólo recuerdes cosas malas de esta noche.

Me aproveché de su excitación y le di vuelta a Marta dejándola de espaldas a mí, de modo que su trasero quedaba justo cubriendo mi erección.

Pero este momento era sólo para ella.

Le agarré una mano y enlacé sus dedos con los míos dejando nuestras manos entrelazadas apoyadas sobre la puerta de vidrio, con la otra donde todavía tenía la esponja seguí frotando su clítoris mientras ella gemía.

Luego separé la mano y tiré la esponja al suelo, le di al botón del agua y comenzó a caer agua caliente encima de ambos mientras la esponja era sustituida por mis dedos que frotaron su clítoris hasta hacerla gemir de placer.

— Quiero que sepas que no me voy a perdonar lo que pasó, pero que haré todo para que tú me perdones.

—  Creo que vas por buen camino — gimió excitada al bode del orgasmo.

— Joder nunca tendré suficiente de ti .

Lamí su cuello y no paré de mover mis dedos sobre su clítoris hasta que se retorció con los espasmos del orgasmo en mis manos seguido de un grito delicioso de placer que callé con mis labios porque si seguía gimiendo así me la volvería a follar en ese momento, pero ya había metido suficiente la pata esa noche.

Terminamos de bañarnos y salimos de la ducha, tomé par de toallas de la mesa de donde antes había sacado el condón y sequé a Marta de los pies a la cabeza de la manera más delicada que pude.

Nos pusimos las batas y le dije que la esperaría fuera para preparar algo de comer para los dos.

Despidiéndome con un rápido beso en los labios.

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