capítulo 13 - fin de año

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Gavi

Hoy es treinta y uno de diciembre.

Ni un solo mensaje he recibido por su parte ni ella por la mía.

Me estoy volviendo loco.

Para rematar,  la pesada y cotilla de mi hermana le contó toda mi situación amorosa a mi abuela y mi abuela se lo ha dicho a todo el pueblo. Ahora la gente de mi pueblo en vez de pedirme fotos me preguntan "¿Qué tal Aitana? " "¿Cómo está tu amada?" y cosas así.

-Pabluchooo.- Me llamo mi hermana sacándome de mis pensamientos. -Ven a mi habitación.- me pidió.

Me levanté de mi silla, cerré mi portátil y fui directo a la habitación de mi hermana.

-¿Qué pasó?- pregunté entrando a su cuarto.

Aurora estaba frente al espejo mirándose con un vestido negro brillante.

-¿Te gusta este vestido para la cena?- preguntó dándose la vuelta para que le viese.

-Si, pero ¿Porque te arreglas tanto para una cena familiar?- Aurora me miró fijamente como si fuese tonto.

-Pablucho, que la abuela invitó a media Sevilla a la cena.- me informó.

-Joder.- me quejé tirándome a su cama en plancha.

-Te tienes que apurar que la gente va a empezar a llegar en media hora.- avisó dándome unas palmaditas en el hombro.

-Pues mejor me voy a arreglar.- me levanté y me fui al baño de mi cuarto para ducharme.

Me duché y me vestí. Al bajar estaba mi abuela recibiendo a todos los invitados. Me quedé petrificado al ver a Sara y a su familia.

-Aurora.- la llamé en un susurro. -¿Me puedes explicar porque han venido estos? Si viven en Barcelona.- pregunté.

-Llamó la madre de Sara el otro día para ver si podían venir a la cena diciendo que tenían que hablar algo importante con papá y mamá.- me explicó ella.

-Yo me voy a acabar tirando por la ventana de la casa.- bufé enfadado.

Pasó un rato y nos sentamos en la mesa.

-Mama ¿Porqué estamos sentados con la familia de Sara y no con la nuestra?- preguntó mi madre a mi abuela claramente incómoda con la situación.

-A mi me lo pidieron ellos, que tienen algo importante que hablar.- se justificó.

-Bueno, como ya sabéis Gavi y Sara se llevan muy bien.- habló Lucia, la madre de Sara, dando un sorbo a su copa.

-Muy bien no se llevan, si no, nos hubiese hablado de ella alguna vez.- habló mi hermana ganándose una mirada fulminante de parte de Sara.

-Que tu no sepas nada de la vida de tu hermano no es nuestro problema niña.- le sonrió falsamente el padre de Sara a Aurora ganándose miradas de asco por parte de mi familia.

-Eh tú, energúmeno, hablale otra vez asi a mi hija y no sales vivo de aqui.- amenazó mi padre a Ramón. 

-¿Volvemos al tema por favor?- Sara sonrió ampliamente.

-Lo que pasa es que sabemos que están muy enamorados.- hablo Lucia de nuevo.

-Ay dios, pero tú qué dices loca.- le dije a la señora pirada que tenía justo en frente.

-Lucia con todo mi respeto, creo que os estais equivocando un poquito.- Mi madre estaba muy tranquila y muy incómoda.

-Mamá sigue hablando.- le ordenó Sara un poco cabreada.

-Nuestra familia necesita dinero, y sabiendo que vuestro hijo está enamorado de la nuestra. Podemos dejar que se case con él a cambio de un poco de dinero.- dijo la madre.

-Mira, me estoy cabreando.- le dijo mi abuela a Lucia levantándose lentamente de la mesa. -Ya me toca los huevos que una familia de extraños se me meta en la cena de fin de año, y que tengan los huevazos de proponernos casar a mi niñito con esa plasta que se va inventando por ahí que están enamorados.- la yaya ya estaba cabreada.

Eso es mala señal.

-Fuera de mi casa.- ordenó mi abuelo hablando por primera vez.

-¿Perdona?¿Acaso sabe usted quién soy?- preguntó el padre de Sara con un tono de superioridad. 

Ahora mismo todas las personas que estaban en el comedor nos estaban mirando.

-Usted es un muerto de hambre así que vayase de mi casa.- gritó mi abuela señalando le con el bastón.

-Ya os arrepentireis.- dijo Sara antes de salir por la puerta de la casa. 

Cuando se fueron todo el comedor se quedó en silencio.

-Hijo mío vaya amistades te echas.- habló mi padre llevándose una cucharada de sopa a la boca.

Nos volvimos a sentar y cenamos.

-Pablucho.- Me llamo mi hermana. -Te hemos hecho un regalo.- informo.

-¿Por?- pregunte extrañado.

-Por que te queremos mucho.- respondió mi abuela espachurrando mis mofletes.

-Eso me lo hace Aitana.- me refería a lo de los mofletes.

-Hablando de Aitana.- empezó mi madre. -Toma.- dijo dándome un sobre.

-Pero no me lo deis ahora, dadmelo ya mañana.- me quejé.

-Que lo abras ahora.- me ordenó mi padre.

Abrí el sobre y vi un billete de avión a Coruña para hoy a las diez y media.

-¿Para qué es esto?- les pregunté confuso.

-¿Tu no quieres arreglarlo con Aitana?- preguntó mi abuelo.

-Hombre, claramente.- respondí obvio.

-Pues vete al aeropuerto que pierdes el vuelo.- mi padre se levantó de la mesa y me dio una mochila. -Toma, te hicimos una mochila con las cosas necesarias.- me dijo.

-Como no lo arregles esta noche la cagas, asi que esfuerzate.- me dijo mi hermana.

Me despedí de todos y me fui corriendo al aeropuerto. Al llegar ahí ya estaban embarcando pero pude pasar.

Tenía una hora y cuarenta para decidir lo que iba a hacer.

Piensa Pablo, piensa.

El avión ya había aterrizado y no sabía lo que iba a hacer ni lo que iba a decir. Yo sabía donde vivía Aitana ya que me lo había dicho una vez.

Cogí un taxi y fui directo a su casa.

Estaba delante de la puerta de su casa.

Llama imbécil.

Pero ¿Y si no quiere verme?

¿Cómo no va a querer verme?

Bueno, Aitana es una caja de sorpresas.

Era ya casi media noche y yo seguía debatiendo conmigo mismo si debería llamar al timbre o no.

-Vida hay solo una.- susurre para mí mismo.

Llamé a la puerta y me abrió el padre de Aitana.

Sabía quién era ya que Aitana me lo había enseñado en algunas fotos, al igual que a sus hermanos y a sus tropecientos primos.

-Hola.- saludé. -¿Esta Aitana?-  pregunté nervioso. 

º  º  º  º  º  º  º  º  º  º  º  º  º  º  º 

La Sara está tarada. 

Adrenalina || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora