capítulo 15 - a desayunar

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Gavi

Hoy es diecisiete de enero, mañana es el cumpleaños de mateo. No me cae muy bien pero a Aitana si.

-¿A ti no te da la sensación de que Armenteros va detrás de ti?- le pregunté a Aitana, la cual estaba tumbada encima de mí.

-No ¿Por qué?- respondió levantando su cabeza de mi pecho para mirarme.

-Nada, cosas mías.- ella me miró extrañada.

-Dimelo.- me exigió.

-A veces me da la sensación de que te tira fichas, tu no se las tiras pero él no se corta.- me quejé acariciando le el pelo.

-¿No creerás que yo le voy a seguir el rollo?- preguntó mirándome fijamente y yo no le respondí, no creía que Aitana le fuera a seguir el rollo pero mi cabeza no paraba de dar vueltas pensando en eso. -Esto es increíble.- dijo separándose de mí.

-Que no me referia a eso Aitana.- le abrace por atrás.

-Si que te referías a eso y lo sabes.- dijo seca.

-Te juro que no me referia a eso.- le di un beso en el hombro. -Solo me molesta que se ponga así en frente de mi cara.- me quejé.

-No sabe que estamos de algo.- me dijo girando para mirarme.

-Le va a encantar saber que vas a ser mi novia.- sonreí como un angelito.

-Anda, duérmete que mañana tienes partido y luego una cena.- me recordó.

Hoy me levanté bastante tarde para la hora a la que me suelo ir a dormir, a comparación con Aitana yo duermo muy poco. Ella se puede ir a dormir a las nueve y media de la noche y levantarse a las dos de la tarde.

Es como si estuviera hibernando por la noche.

Me levanté despacio de la cama para no despertarla.

¿Le hago el desayuno?

Pero no se que le gusta desayunar.

Piensa Pablo, piensa.

A ver, son las nueve y media de la mañana, me da tiempo a ir al supermercado, cocinar algo y sacarme una carrera universitaria antes de que se despierte.

Cuando volví del super saque todo y lo preparé. Compré cruasanes de chocolate, colacao y frambuesas.

Ya eran las once y cuarto de la mañana. Fui a mi habitación para despertar a Aitana.

-¡Aitanaaaaa!- le grité tirando me encima. -Levántate ya pedazo de marmota.-le dije al oído.

-¿Qué hora es?- pregunto aun con la cara tapada con la almohada.

-Son casi las once y media.- dije y ella bufó.

-Qué pereza dios.- suspiró.

-Aun encima que te hice el desayuno y no te levantas.-le dije indignado.

-No sabes lo que desayuno normalmente.- se quejó levantando un poco la cabeza dejándome ver su cara de dormida.

-Creeme que te va a gustar.- le asegure tumbandome a su lado.

-Creeme que no va a ser lo que quiero desayunar.- dijo enarcando una ceja y entendí a lo que se refería.

-Que motivada estás por las mañanas Aitanita.- ella se incorporó y se colocó el pelo en una coleta.

-Normalmente no tengo tanta fuerza por las mañanas, no te acostumbres.- dijo.

Me cogió de la nuca y empezó a besarme con desesperación. Yo reaccioné al segundo y le seguí el beso aun mas desesperado.

-Espera.- dijo separándose de mí. -¿A ti te dejan follar teniendo después partido?- preguntó.

-Como comprenderás nunca he preguntado eso.- le respondí empezando a besar su cuello.

-No vaya a ser que te deje sin fuerzas.-dijo en modo de burla haciendo que yo riese.

-Anda, callate que asi estas mas guapa.- dije volviendo a acercar nuestras caras.

Ella puso sus ojos en blanco y yo volví a atacar su boca salvajemente.

...

-¿Ahora ya tienes hambre?- le pregunté quitándome de encima de ella.

-Ahora si.- asintió sonriendo.

Si hay algo que me encanta de Aitana, es su sonrisa.

Y otras cosas.

Que travieso soy. 

Desayunamos todo, bueno yo no tomé ni colacao ni cruasanes por mi dieta, y nos vestimos.

-¿Qué hacemos con nuestras vidas ahora?- preguntó tirándose en plancha en el sofa.

-Tu intenta no abrirte la cabeza cuando saltes al sofá.- le sugerí sentándome a su lado.

-Ti intinti ni abrirti li cabeci cuiandi siltis il sofi.- me imitó con voz de pito.

-Yo no hablo así.- me hice el ofendido.

-Tu hablas como un macho alfa.- dijo. -Pero en serio ¿Qué hacemos?- volvió a preguntar.

-Ni idea.- dije pensando. -Bueeeeno, se me ha ocurrido algo.- le sonreí como un angelito.

-Ilumíname.- me miró esperando a que hablase.

-Para qué vas a ir a tu casa a ducharte cuando te puedes duchar aquí con tu medio novio.- enarqué una ceja.

-Te vas a quedar sin fuerzas para el partido Pablito.- me dijo riendose.      

Adrenalina || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora