Fresco pero cálido

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- Sí... esta lluvia de verdad viene a refrescar – bromeó la rubia, cuando se separaron, manteniendo sólo sus frentes juntas. La mano de la rubia seguía acariciando el rostro de Lena mientras se permitían respirar. -Absolutamente, ese fue el mejor último primer beso que podría desear- Kara sonrió.

La lluvia estaba parando ahora, el aire fresco soplaba esa noche de verano. Aprovecharon el momento. Se dieron cuenta de que ahora que sus sentimientos estaban expuestos sobre la mesa, no había nada que pudiera romper su burbuja de romanticismo. Luego intercambiaron unos cuantos besos más para prolongarlo, solo deteniéndose cuando Kara se dio cuenta de que la piel blanca que estaba tocando suavemente no era piel de gallina por el contacto, sino por la tela mojada más el aire fresco que las envolvía.

-Creo que será mejor que entremos y puedas cambiarte. No queremos que nuestro primer beso se vea empañado por un resfriado —bromeó Kara.

-Solo si tú también cambias, porque planeo pasar el resto de la noche abrazándote- Lena sonrió.

Así que entraron, dejando el balcón abierto a propósito. Lena era mucho más hábil con las temperaturas suaves que con el calor de los últimos días. Para ello, separó ropa más abrigadora, una sudadera esta vez, así como una sola manta para poder compartir con la rubia a su lado.

Y finalmente disfrutaron de su comida, antes de que también se enfriara. Kara ordenó en el restaurante italiano favorito de Lena. Y podría decir que estaba sorprendida, pero sabía que su heroína siempre haría todo lo posible por ella. Incluso si lo hubieran planeado, su primera cita no podría ser más perfecta.

Después de comer el postre, se acostaron muy cómodamente en el sofá, Kara la abrazó de forma protectora, haciendo que la morena se acurrucara contra su pecho con una manta cálida y suave que contrasta con el aire de la noche. Estaban listas para ver una película.

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