Junio de 2019.
Otro día más en esta mierda, guebón.
San Felipe, el amado pueblito al que constantemente lo llaman San Felices por lo tranquilo que es, pero si me preguntan, pueblo pequeño, infierno grande, yo ya no encontraba salida de este hueco, ya me había cansado de gritar tantas veces "Sáquenme de Yaracuy".
Mi vida era miserable, podría estar peor, sí, pero eso no me hacía sentir mejor.
Estaba sentado en la acera, vestido con unos pantalones tubito con salpicaduras de pintura al frío que estaban ahí desde que hacía láminas de GHC en el liceo, una camisa blanca ovejita y unos zapatitos de goma que me trajo mi mamá de Cúcuta hace dos años, mientras escuchaba a mi pana gritar atrás.
Quité el cabello de mi frente y volteé a verlo.
Mi mejor amigo Gordo estaba promocionando nuestro humilde carrito de chichas, "Chichas El Gordo" era el negocio del siglo, pero bueno manín, si tú te pones a pensar, si ves a dos asiáticos vendiendo chichas con una gritadera no les comprarías, ¿Verdad? Sobretodo porque la sociedad veneca tiende a pensar que somos chinos y almorzamos sopa de perro.
—¡Las mejores chichas de Venezuela, pana, con las tres B! —gritaba Taehyung señalando el puesto de chichas, donde salía él en el cartel junto al nombre sonriendo como el gafo que es. —¡No sean pichirres, cómprense una chicha con este calorón!
Taehyung me tenía arrecho, chamo.
—¿Chichas hechas con gato, o cómo? —preguntó una señora con sobrepeso que se veía burda que no se bañaba bien porque brillaba más que una tajada. Taehyung la miró con ganas de quererla asesinar pero respondió de la forma que creí que lo haría, ya que era habitual en él.
—No, de hecho me ayudó a hacerlas tu esposo, estúpida —respondió tajante, y la tipa le quería caer encima.
—¡De Yainkerber no vas a estar hablando, chino del carrizo! —le ví todas las intenciones de entrarse a carajazo limpio con Taehyung, y tuve que intervenir.
—¡Shhh, para afuera, perro! —tomé un palo de escoba que teníamos para casos como éstos, eso significa que no era la primera vez que querían caerse a coñazo con Taehyung porque ese chamo es peleón y lo demás es cuento. —¡Fuera, fuera, pueblerina, o me comeré a tus mascotas!
La tipa huyó con sus bolsas del Central Madeirense dejando a Taehyung con arrechera acumulada. Volví a dejar el palo de escoba recostado en el puestico y lo miré con desaprobación.
—Ya llevabas días sin insultar a alguien —reconocí, realmente era un logro para él.
—Es que me sacó la piedra.
Taehyung y yo éramos mejores amigos desde hace burda de tiempo, que si primaria pues, todo empezó porque se metían conmigo por ser asiático y él era uno de esos niños problema que terminan llevando a la dirección porque muerde a sus compañeros. Bueno, él actuó como mi guardaespaldas el resto del año, y los siguientes, y creo que actualmente también es así. Era bello, si tengo que reconocerle a mi pana es que sí estaba bonitico ve, pero hablaba y era coñazo por aquí, coñazo por allá, coñazo por todas partes, mientras que yo era lo contrario, gafito y flacucho con miedo al mundo, así como un conejo.
Como estábamos en el pico del pelabolismo decidimos abrir nuestro puestico de chichas, habían días que nos iba bien, otros mal, pero así es la vida me dijo una vez un chamo que vende empanadas cerca de mi casa. Nos humillábamos constantemente vendiendo frente a un liceo público, pero todo era por un bien común.
Trabajaba para comprarme merch del amor de mi vida, Kiara Alves, la chama más bella que ha pisado el planeta, mano.
Es filipina y coreana, pero no lo parece, de hecho puede pasar como una americana tranquilamente. Soy fan de ella desde que debutó en 2013 en BigHit como solista, siempre me dicen que soy demasiado marico por jurarle amor eterno, suspiro enamorado quinceañero.

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¡Nojoda, Jungkook! || Jeon Jungkook
Hayran KurguA veces solo hay que comerse un pan de guayaba y dormir hasta que te despierten los cacerolazos porque no hay luz desde hace tres días, es la solución de la vida. A mis 18 años me preguntaba "Marico, ¿Qué estoy haciendo con mi vida?" La verdad me se...