CAPÍTULO 8

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Lauren tomó el segundo trago, mientras no dejaba ni un solo segundo de pensar en Camila. Ayer mismo, la mujer a la que iba a pedirle matrimonio la dejaba sin ninguna nota y hoy la vida le mostraba cómo Camila vivía una hermosa vida de fantasía que siempre había soñado.
Camila era la chica con la que había crecido. Estaba segura de que esos ojos inocentes únicamente sentían amor por ella, pero no había un solo día en el que no se sintiera molesta por su carácter amable. Camila era todo sonrisas, le encantaba ver a sus amigos y no podía olvidar los brillos. Con ella tenía que haber algo que tuviera brillo. Estaba llena de energía junto con esa fascinación de tener sueños a corto plazo que de alguna manera siempre haría posible.
Recordaba haber querido casarse con Camila, pero ahora todo estaba perdido en el tiempo. Recordó haberse enfadado mucho cuando le trajo aquel reloj tan caro. Sólo un estúpido maniático gastaría seis meses de sus horas extras en un regalo.

Seguía admitiendo que tenía razón al dejarla. Pero ahora, con toda esta riqueza, no podía comprar a una mujer que estuviera tan enamorada de ella como Camila para que hiciera turnos extra por ella.
Tragando su bebida, miró su teléfono y se rio porque ni siquiera tenía sus fotos. Borró todos esos momentos en algún momento y recordó haber tenido la suficiente confianza para pasar de Camila para siempre.
Por supuesto, fue difícil para ella también, pero sabía que podía pagar ese precio. Dejarla por sus ambiciones fue fácil. Y, ahora viéndola en los brazos de otro... Sólo la idea era suficiente para hacerla sentir inquieta.
Sonrió preguntándose si Camila sería feliz esta noche.
Había conseguido presumir de su marido y de su vida felizmente casada ante su ex.
Lauren observó el reloj para darse cuenta de que eran las doce de la noche. Su cumpleaños había terminado.
Este definitivamente había sido un día de verdad.
Comenzó con la partida de Andrea y terminó con la llegada de Camila. Sólo si Andrea no hubiese ido, podría mostrarle a Camila con qué tipo de chicas salía ahora. Y, entonces se acordó del momento en que Camila dijo que su marido era todo lo que ella nunca podría ser. Se preguntó a qué se refería Camila. ¿Era mejor en la cama? No, no, no, no...
—Es un perdedor... Un perdedor Camila. Tú... te has olvidado de mí. Ha pasado tanto tiempo —No dijo nada a nadie y puso la cabeza sobre la mesa.
Su infancia estuvo llena de Camila. Su madre le dijo una vez que, pase lo que pase, Camila no la dejaría. Si su madre estuviera viva hoy... podría haber visto lo fácil que era para Camila seguir adelante. Pero no importaba, ella no podía darle la ventaja. Tenía que arreglar algo de inmediato.
Al día siguiente se metió en el perfil de empleado de su empresa para buscar a Shawn Mendes. Tenía treinta y tres años y tres trabajos mencionados en su historial. Lauren se quedó mirando donde se mencionaba su estado civil de casado. Se le crispó la cara al mirarlo y se inclinó en su silla sujetándose la cabeza. Ni siquiera era guapo. ¿A ella le gustaba por la forma en que habla? Sí, podría ser de uno de esos que saben parlotear todo el tiempo.
La noche pasada rondaba por su mente y por lo que recordaba, su marido estaba emocionado por conocerla. Y, era una pena que no viera a Shawn hoy.

—¿Linda? Quiero que traigas al Sr. Mendes a mi oficina. Por lo que sé, trabaja en nuestro servicio de atención al cliente y ha sido contratado recientemente aquí —Su teléfono zumbó en el momento en que cortó la llamada.
—Sra. Jauregui... —Sabía que Nelson iba a recordarle su reunión de la junta directiva, pero se apresuró a cortarle.
—Descarta la reunión de esta semana. Prográmela para... ¿Mañana? —Señora Jauregui... mañana es fin de semana.
—¿No hemos tenido estas reuniones en fin de semana antes? —Lauren cortó la llamada y volvió a llamar a Linda—. Trae galletas y café a mi oficina cuando llegue el señor Mendes...
Lauren ya había notado que Shawn era alguien que podía hablar. Y, quería saber con qué tipo de persona se había casado Camila. Quería ver por qué lo había elegido a él.
—¿Sr. Mendes? —Lauren se inclinó en su silla y puso su sonrisa perfecta en su boca.
—Hola, Sra. Jauregui —respondió Shawn antes de mirar a su alrededor para ver su oficina.
—No, llámame Lauren... ven a tomar un té... —Dos de sus asistentes entraron con té y galletas en el momento—... He pensado en invitarte a ti también a pasar un buen rato. Espero no haber interrumpido tu día.
—Debes estar bromeando. Eres la dueña de este lugar. El trabajo es tuyo —Shawn se dirigió lentamente a la silla y Lauren se levantó de la suya, para caminar y se sentó frente a él.
Entonces Linda preparó el té para Shawn y preguntó: —¿Azúcar?
—Una media cuchara servirá, gracias —Lauren torció la boca al ver que no le daba importancia al hermoso cuerpo de Linda. Parecía que no era un mujeriego o que estaba tratando de poner su mejor comportamiento.
—Entonces, Shawn... cuéntame sobre ti —Comenzó Lauren y Shawn sonrió.
—No hay nada sobre mí. Ya has conocido a mi esposa, Camila... —Shawn trató de mantenerse indiferente, pero su boca se secó en un instante ante la mención y traerlo aquí parecía una mala idea ahora.
—Háblame de ti —intentó Shawn—. Quiero decir, que todo el mundo sabe que eres una mujer hecha a sí misma, pero... uno sólo puede imaginar la cantidad de tiempo que has invertido.

El regreso de mi ex (camren gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora