CAPÍTULO 37

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—¿Por qué... por qué haces esto? ¿Estás bien? —Al escuchar los comentarios de su abogado, una sonrisa se abrió paso en su rostro.
—Más que nunca. Además, asegúrate de ocuparte pronto. Tengo una reunión con el órgano ejecutivo. Y, sí, en dos días, véame de nuevo. Estoy deseando descentralizar la administración aquí —Las cejas de su abogado se alzaron.
—Señora Jauregui, ¿también está planeando una jubilación? —Lauren sonrió un momento antes de asentir con la cabeza.
—Sí...
—Esto... lo has conseguido con todo tu sudor. Tienes toda tu vida por delante... —Pero antes de que pudiera decir más, Lauren negó con la cabeza.
—Yo soy la dueña... solo tienes que preparar un contrato. Contrataré a alguien como director general para los próximos seis meses que se pueden ampliar a tres años —Simón pareció un poco sorprendido, pero asintió con la cabeza para decirle que lo entendía. No es que no haya planeado su jubilación antes. Pero antes siempre se imaginaba a sí misma como una anciana incapaz de moverse.
Sabía que estaba sonriendo más que nunca. Había un cosquilleo en su cuerpo, un nerviosismo, un pensamiento de que se iba a quedar al lado de Camila. Ella había vuelto a su vida. Sabía que era la persona más afortunada que había pisado esta tierra. Y, esa es exactamente la razón detrás de su sonrisa.
Sus asistentes fuera de su oficina se sorprendieron por la mañana cuando la encontraron sonriendo y devolviendo los saludos. Hasta un ciego podría darse cuenta de que había conseguido un tesoro escondido. Nunca pensó que llamaría a su abogado para preparar un testamento cuando solo tenía treinta años. Pero por Camila, ahora tenía el sentimiento de protegerla. De asegurarla.
En otras ocasiones, ordenaba a su asistente que comprara las flores cuando visitaba a su hermana, pero esta vez se marchó antes tras anunciar sus planes a sus ejecutivos. Estos opinaban que el proceso podía durar de una semana a un mes. Había muchas empresas de las que ocuparse.
De camino a por las flores, se preguntó cómo en estos últimos meses había sabido que había perdido a Camila. Todavía recuerda haber visto a Camila haciéndolo bien con Shawn. Recuerda haber visto el afecto en sus ojos por Shawn. Recuerda lo difícil que fue para ella cuando se enteró de su embarazo o lo difícil que fue para ella aceptar que había perdido a Camila para siempre.
Cogiendo sus lirios favoritos, sonrió a una niña en la tienda. Su pinza rosa le hizo recordar cómo Camila se ponía enormes pinzas de moño en la cabeza. Inhalando fuertemente recordó los días en que llamaba a la casa de Sinuhe y Camila abría la puerta sin aliento. Mostrando que ella había corrido a abrirle la puerta.
Sabía que ahora todo había cambiado y todavía le hacía sentir culpable de que ella misma fuera la culpable de ello. Aceptaba que tal vez nunca consiga ese brillo en los ojos de Camila, que era exclusivo para ella, pero también lo era todo su ser hace unos meses.
Casi había hecho las paces con el hecho de tener que vivir sin Camila. Y, ahora que Camila había vuelto, no podía dejar de lado esta esperanza. No podía dejar de soñar y esperar un futuro con Camila. Toda una vida con ella. Mientras vivieran, sabía que todo era posible. Era como si todo el universo estuviera ahí para que volviera con Camila. Y, no había manera de que ella fuera a estropear una sola cosa esta vez. Sabía que tenía que construir una vida en la que tuviera todo el tiempo para estar pendiente de Camila.
En el pasado, Camila siempre la había hecho sentir especial. Y, estúpidamente, aceptó que valía la pena babear por ella. Pero ahora quería darle la mujer que se merecía. Ya no eran jóvenes, pero mientras fuera Camila a quien persiguiera, sabía que podría hacerlo toda su vida.
Salía de la floristería cuando encontró a su chófer abriéndole paso con su teléfono móvil que se dio cuenta de que había olvidado en el coche. Unas líneas aparecieron en su cabeza cuando mostró que era de Sinuhe.
—Hola, iba de camino...
—Lauren... estamos en el hospital. A Camila le ha bajado la tensión... —Sinuhe parecía cansada.
—¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo está ella ahora?
—Ella está bien ahora ... Solo durmiendo.
—Ya voy —dijo y se preguntó si ella era la razón de su estado. Quería empujar, pero no quería afectar su salud.
Sabía que le había hecho mal. Su coche se puso en marcha hacia el hospital. Miró su teléfono y no tenía a nadie a quien pudiera llamar y compartir cómo estaba jodida. Taylor no estaba contenta con sus avances hacia Camila. Solo si su madre estaba cerca le iba a decir lo que tenía que hacer.
—Dios... —nunca había estado tan abatida.
Fue fácil localizar a Sinuhe en la zona VIP y se dirigió a ella para preguntarle:
—¿Dónde está?
—Humm, está despierta —respondió Sinuhe y ella asintió. Eso significaba que no podía entrar. No quería que la examinaran.
—¿Seguro que está bien? —Volvió a preguntar y Sinuhe asintió:
—Sí, ¿por qué no entras y le preguntas? —ella miró a Sinuhe y negó con la cabeza. —No creo que sea una buena idea, ella podría...
—No, ella preguntó por ti —Lauren la miró como si quisiera que Sinuhe lo confirmara—. Sí, ella preguntó si estabas por aquí. Le dije que estarías una vez que supieras de su condición...
—Yo... —Se sorprendió, pero no completó y se adelantó para entrar en su habitación. Camila levantó la vista, pero no reaccionó.
—No deberías haber venido. Estoy bien ahora —Camila dijo esperando que Lauren pudiera dejarla. Tenía mucho que superar.
—¿Qué...? ¿Fue por mí? No quise hacer ningún daño. Y... ¿No me dijiste que eras fuerte? Quiero decir... Fuerte...
Camila escuchó esta palabra y se preguntó cuánto tiempo podría seguir. Pasó de ella como si nunca hubiera importado. Y, Shawn siguió adelante como si ella nunca hubiera existido. Y ahora, ella se pregunta cuánto tiempo le tomará seguir adelante de nuevo.
Ella era patética y una causa perdida.
Miró a Lauren sin ninguna expresión y dijo:
—No soy fuerte, Lauren. Y tú lo sabes. Me ha costado nueve años alejarme de ti. ¿Eso me hace fuerte? —Un suspiro frío escapó de la boca de Lauren antes de dirigirse a su lado.
—Yo también siempre pensé que te había superado. Pero... —Se sentó en su cama y sacudió la cabeza—... No pienses en ello. No hablemos de ello. Por favor, estate bien. No puedo perderte ahora. Por favor...
Camila sonrió amargamente y se le humedecieron los ojos.
—¿Puedo preguntarte algo? Y, yo... —Se interrumpió con las lágrimas atascando su garganta—... Quiero que seas sincera conmigo.
—Por supuesto —Lauren sonrió un poco.
—¿Fue...? ¿Fue realmente conveniente dejarme? ¿Fue fácil? ¿Hubo algo que podría haber hecho de manera diferente para mantenerte? —Fue como si alguien hubiera apretado el corazón de Lauren—. Pensé que lo teníamos todo, Lauren. Yo... te di todo, mi alma y mi corazón. Sin embargo, no le diste importancia y tiraste mi equipaje... a la calle... — Cogiéndole la mano la miró a los ojos.
—Lo siento... —Intentó detenerla, pero Camila se mostró firme. —No, solo dime qué podría haber hecho de otra manera...
—No puedo, porque no es culpa tuya. No sabía lo que teníamos Camila. Siempre me hiciste sentir especial y pensé que era demasiado buena para ti. No te di nada y, sin embargo, estabas...
—Sin embargo, estaba tan disponible. Esto... ¿Fue mi error? ¿Debería...? —Al verla abatida tuvo que intervenir.
—No, no, no, no, estuviste perfecta. Eres una joya. Siempre habías sido una chica increíble y hasta yo lo sabía. Todo el mundo lo sabía. Me... me envidiaban por tener tu corazón. La verdad es que...
—Nunca fui perfecta. Era una chica tan superficial que solo trataba de parecer bonita y agradable...
—Y, eso exige esfuerzo. No todo el mundo puede conseguirlo —Le cogió la mejilla con ternura y la hizo mirarla a los ojos. Cuánto deseaba que Camila pudiera ver lo que sentía por ella—. Yo era la pieza equivocada en tu vida perfecta. Y por eso no funcionó. Hay miles de millones de personas en este mundo y no puedes empezar a encontrar defectos en ti misma solo porque no funcionó con dos de ellos. Eres perfecta, Camila. Puedes encontrar una persona mucho mejor que yo, pero eso no sucederá porque... voy a ahuyentarlos —las dos se rieron al final y Camila asintió con la cabeza.
—A mamá le hacía mucha ilusión la cena de esta noche. Creo que la he arruinado. ¿Vas a traer a tu hijo a esta cena?
—¿Sabes lo de él?
—¿Cómo? No puedes estar adoptando niños sin que nadie sepa... —Lauren sonrió un poco y se perdió en sus ojos por un momento. Se preguntó si Camila se había dado cuenta de que le estaba tomando la mano. Camila no había hecho ningún esfuerzo para conseguirlo.
—Bueno, me he dado cuenta de que he perdido a la única mujer hecha para mí. Pensé en... ya sabes, adoptar a alguien. A veces me siento sola...
—Echaste a esa mujer —Camila corrigió.
—No me refería a ti —Ambas volvieron a reírse y Camila negó con la cabeza.
—Aun así, la echaste. Seguro que sí —Lauren se quedó sin palabras. Era mala y no había forma de que pudiera compensar a ninguna de las chicas con las que fue egoísta.
—No soy tan salvaje —Camila sonrió un poco y asintió.
—Lauren... gracias por lo que has dicho. Acepto que te estás esforzando y que has cambiado mucho, pero... yo también he cambiado. Y no se trata de mi discapacidad. No puedo volver a verte en mi vida. He pasado muchas horas de vigilia diciéndome que no vales nada... quiero decir... perdóname por lo que estoy diciendo, pero... no puedo deshacer todos esos sentimientos... y, ya ves que incluso intenté ser amiga tuya y lo que conseguí, en cambio. Intentaste manchar mi imagen y eso no es algo viejo... espero que sepas de dónde vengo. Yo... quiero tener cuidado —Lauren seguía mirándola y aunque intentó asentir y decirle cómo, no pudo.
—Me... ¿Me estás diciendo que puede pasar el tiempo o me estás diciendo que no va a pasar? —Camila se quedó en silencio por un momento antes de susurrar.
—No sucederá...
—Todavía voy a estar por aquí —dijo Lauren y Camila se preguntó por qué les estaba poniendo las cosas difíciles a las dos.
—No, no puedes quedarte por aquí... porque... no confío en ti.
—Y, no puedo arriesgarme a perderte de nuevo. Cuando dices que es imposible sé que no lo es. No eres la única que ha pasado horas. He pasado horas diciéndome a mí misma que Camila se ha ido y ahora está aquí con sus manos en las mías... —Al notar que ella intentó
apartar sus manos, Lauren la sujetó con firmeza—. No puedo dejarte ir... Eres lo único que me queda. No creo que esta vez vaya a estar bien. Así que no te vayas. No puedo respirar. Quédate...
—Puedes conseguir a cualquiera. Entiendo que has aprendido de tus errores y... Sabes que es bueno. Esta vez darás lo mejor de ti en tu próxima relación...
—Ya no voy a hacer esto de las relaciones. Para mí, ahora solo estás tú. Si no estás preparada para ello ahora... Está bien...
—No tengo nada que ofrecer, Lauren. Ni siquiera la segunda oportunidad si tú...
—No quiero nada. Confía en mí en esto —Camila la miró perdida. No había forma de que convenciera a Lauren.
Lauren estaba segura de que algo podría hacer que sucedieran. Y, no había forma de que Camila se lo creyera. Especialmente, después de todo este lío que ella quería tener cuidado de lo que la presencia de Lauren se niega a dejarla ser.
—Es tu elección. No puedo decir mucho —Parecía exasperada y trató de inclinarse hacia atrás únicamente para que Lauren le cogiera el hombro, pero eso hizo que Camila se pusiera alerta.
Camila la miró y apretó la boca.
—Yo... esto no puede funcionar, Lauren. No puedes estar cerca para ayudar...
—¿Qué hice ahora? Solamente pretendía ayudarte... —Antes de que pudiera defenderse entró Sinuhe y sonrió un poco al verlas hablar tan cerca.
—Tenemos tus papeles del alta... ¿Estás preparada? —Camila miró a su madre y deseó tanto que dejara de sonreír de inmediato.
—Sí... —Logró decir y Sinuhe asintió.
—Bien, les pediré que te ayuden... —Sinuhe estaba a punto de irse cuando Lauren se ofreció.
—Yo puedo ayudar...
—Ah... no —dijo Camila más fuerte de lo que quería, pero Lauren ya tenía uno de sus brazos en su hombro mientras el otro descansaba bajo sus rodillas.
—Bien, iré a preparar el coche —Lauren la subió a la silla de ruedas y notó cómo se le calentaban las mejillas. Lauren siempre tenía ese efecto en ella. Aunque no se atrevía a expresar su pensamiento, sabía que, si esto seguía así, sabía que estarían bien en una semana.
Llegaron a casa y Sinuhe le ofreció quedarse a cenar. Camila ya no tenía sueño dado que había estado durmiendo toda su estancia en el hospital y se unió a ellas en la mesa. No comió mucho y agradeció que su madre y Lauren no hablaran de su divorcio ni de Shawn.
Se habló de Jack en la mesa que ya dormía profundamente. Pero cuando se trató del hijo adoptivo de Lauren, Camila se sorprendió al saber que había adoptado a un chico de diecisiete años. Camila se preguntó por qué lo haría, pero no hizo ninguna pregunta. Creía que ese chico que conoció en el hospital podría ser el mismo que Mathew por cómo actuaba y no le reveló quién era a Lauren.
Aunque Lauren no dejaba de mirarla, intentó abstenerse de decir nada. Con Camila sentada cerca de ella le bastaba ahora. No quería precipitarse y asustarla.
Sinuhe la acompañó a la puerta mientras Camila no salió.
—Gracias por todo, Lauren —le dijo Sinuhe a modo de despedida mientras Lauren sonreía asintiendo.
—Pronto seré yo quien venga detrás de ti... diciéndote lo mismo...
—¿No está mi chica muy segura de sí misma hoy?
—Se puede decir... —Sinuhe se rio y asintió.
—Por ahora... tienes que irte... lo siento —Ella fingió la preocupación y Lauren se rio. —Pronto... —Sinuhe llegó a la puerta y volvió a dirigirse a Camila con una sonrisa. —¿Por qué no puedes dejar de sonreír mamá? Es tan embarazoso...
—Estabas extra tranquila con las mejillas rojas, pero eso no es realmente sospechoso... —¿Lo es? —Preguntó Camila y su madre negó con la cabeza.
—Relájate... tienes que aprender a relajarte. Todo está bien. Estás a salvo con tu adorable niño y vas a vivir con tu mamá —Camila se apoyó en su silla de ruedas y negó con la cabeza.
—Lo sé, lo sé... estoy bien...
—Genial, seguiré viniendo a ver cómo estás.
—No, tú... deberías ir a descansar un poco. Estoy bien. Lo prometo —Camila regresó a su habitación y miró su teléfono, que se negó a mirar de nuevo. Se preguntó qué podría decirle a esa mujer.
¿Tendría el valor de ver a esa mujer? ¿De qué querrá hablar esa mujer? ¿O de cómo debería verla?
Haciendo acopio de valor, cogió el teléfono y esta vez se preparó para la charla. Había dos mensajes que decían:
"Estaré en Nueva York este fin de semana"
"¿Podemos vernos? Es muy importante..."
Camila se quedó mirando el teléfono durante cinco largos minutos antes de teclear: "Claro"

El regreso de mi ex (camren gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora