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La agenda de Pablo estaba llena en todo momento. Por la lesión de Pedri, el chico ya no puede conducir por un tiempo así que Ferran pasa por ellos a Pedri para que vaya a su terapia y el y Gavi se van a entrenar.

Los chicos salen casi a la misma hora, así que luego de entrenar su vida se basa en cuidar a Pedri, en tratar de cocinar, –Algo que nunca sale bien–, en ver que se tome su medicamento, ponerle hielo, y siempre tratar que el chico haga el menor esfuerzo en lo que sea.

Pedri no se quejaba, aunque no le encantaba la idea de no poder jugar y no poder entrenar tener a su Pablo pendiente de el, y siendo mimado no era algo que le molestaba. No le molestaría tener a Pablo de esta forma toda su vida, nunca se cansaría de sus mimos ni sus palabras bonitas, tampoco de sus intentos de cocina que terminaban mal.

Pablo trataba de mantener el departamento en orden. Algo que no le salía de maravilla pero era su mejor esfuerzo. Aprendió a usar la lavadora y la secadora, aunque esto le costo varias camisas que ahora estaban manchadas, Pedri no le dijo nada solo rio cuando se dio cuenta que Pablo no sabía ni prender la lavadora, y no le molesto que haya mandado a la mierda mas o menos tres mil euros en camisas que ahora estaban encogidas o manchadas, porque era Pablo, y Pablo valía más que todo el dinero del mundo. También aprendió a prender la estufa y que tenia que ponerle mantequilla margarina a la comida para que no se pegara a las sartenes.

Pablo se dio cuenta de lo mal hermano y amigo era, cuando estaba en su casa su hermana hacía todo y el solo dormía, comía y se quejaba y cuando estaba en casa de Pedri hacía lo mismo, y Pedri hacía todo lo de la casa. Aunque se los pagaba a ambos con su cariño incondicional y sus abrazos, así que no era mal amigo ni mal hermano, y cuando Pedri volviera a la normalidad esperaba que no lo mandara a lavar porque posiblemente solo se queje y haga un berrinche, y que Aurora tampoco espere mucho de el.

—Pedri, te están llenando el teléfono de mensajes. —Dijo Ferran mientras agarraba el teléfono de su amigo –Que estaba en la camilla mientras le hacían un masaje muscular.– porque estaba vibrando exageradamente.

—Mmh. Mira quién es. —Respondió Pedri. —Léeme que dice.

—Es Keila, dice que... cuando se van a ver, que se entero de que estás lastimado si no te molesta que vaya a tu departamento a verte. —Dijo Ferran leyendo. —Las otras notificaciones son de ella, pero era que se había equivocado escribiendo una palabra y no la pudo escribir y se tardo como... —Hizo una pausa y su vista volvió al teléfono para contar. —¿Ocho veces? Dios.

—Ouh. Pues, no sé. Dile que ahorita estoy siempre con mi hermano y no me deja tener visitas. Dile que no deja ni a Gavi ir a casa.

—¿Por qué le mientes? —Preguntó Ferran muy curioso.

—No estoy mintiendo.

—Fer no esta en tu casa, y vives con Gavi.

—Ah. Es que ahora estoy con Pablo tio, y no quiero que piense que... no lo quiero en la casa, porque sabes como es. Y creo que a Pablo no le cae muy bien ella. Si le digo que Fer no deja ni pasar a Pablo ella pensaría "Oh, no deja pasar a Pablo, no me dejara pasar a mí." o al menos eso espero.

—¿Por qué le cae mal a Gavi? —Cuestiono Ferran que seguía escribiendo en el teléfono.

—Yo que se Ferran, pregúntale a el. —Reprochó Pedri.

My sweetheart's piano (pablo gavi/pedri gonzález)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora