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Estaba lloviendo pero Pedri no se percató en eso, esta fuera de su casa, tocando la puerta a una casa ajena empapado de agua de lluvia, pero esto no le podría importar menos.

—¡Pedro! Por Dios niñato, estas empapado. Déjame traerte una toalla, dame un minuto. —Dijo la rubia que volvía dentro y regresaba con una toalla color naranja y con otra más pequeña azul. La chica colocó a azul en el cabello del menor y la naranja la puso sobre sus hombros. —Pasa, pasa. Deja los zapatos ahí, voy a traer unas sandalias. —La chica volvió a desaparecer y Pedri paso a la casa esperando las sandalias mientras se quitaba sus pantuflas de peluche que ahora parecían el pelo de un perro mojado.

La chica volvió con un par de sandalias y se las dio y luego lo invitó a pasar, estaba en la cocina. Pedri no había dicho ni una sola palabra desde que llego.

—¿Quieres té? Estaba haciendo recién. —Dijo la chica y el menor asintió.

—Eh, Aurora ¿Esta Gavi? —Preguntó el chico.

—Ah, supuse que no venias a tomar té. Pero bueno, no. Salió hace poco dijo que iba con un amigo, yo jure que era con vos por como hablaba. —Comento la chica mientras le daba una taza de té caliente, y el primer sorbo de Pedri le causó una quemada, bastante dolorosa pero no se asemejaba con el dolor de saber que Pablo estaba con alguien mas. —Cuidado, esta caliente lo acabo de bajar. —Dijo la chica al percatarse.

—¿A qué te refieres? —Preguntó tratando de entender a que se refería.

—Esa voz que pone cuando esta hablando sobre vos. De niño enamorado de la vida. —Comentó la chica y Pedro comenzó a toser atorándose con el té. La chica se acercó en un momento y comenzó a darle pequeñas palmas en la espalda hasta que el chico se calmo, y se sentó a su lado. —Te vas a resfriar si sigues con esa ropa ¿No quieres que te traiga algo de Pablo? Igual, creo que se roba tu ropa, así que puedes subir y agarrar lo que es tuyo. —Dijo la chica y Pedri asintió.

—Sí, se lleva mis suéteres y se apropia de ellos. —Comentó el chico soltando una pequeña risa.

—¿No te molesta? No sabes cuantas veces le he dicho que te los entregue y solo se enoja. —Preguntó la hermana de Pablo que también estaba riendo. La chica se paro de la silla y comenzó a caminar, Pedri la siguió.

—Ah, no, no. Para nada, todo lo mío es suyo. —Dijo el chico mientras se adentraban a la habitación de Pablo.

—Por el amor de Jesus, que desastre tiene este chaval por aquí. —Dijo la chica sorprendida. —Bueno, no fue tan complicado encontrar tus cosas. —La chica se refería a que todos sus suéteres estaban tirados en el piso y en la cama del chico. —¿Vas a llevarlos? —Preguntó la chica.

—No. —Dijo Pedri y hizo una pequeña pausa antes de volver a hablar. —Puede que se enoje mas. —Comentó el chico, y la hermana de su amigo noto su tono preocupado.

—Uh ¿Qué pasó? Pablo siempre me dice cuando algo esta mal, y mas si es sobre tí. —Preguntó la chica y el semblante de Pedri cambió drásticamente.

—Eh, mejor me voy a cambiar. —Hablo Pedri rápidamente y la chica salió de la habitación esperando fuera con curiosidad.

Le tomó un tiempo saber que tomar prestado, al final agarro una de las pijamas de Pablo, era azul con rayas blancas y emanaba el perfume del menor. Pedri se quedo unos minutos mas en la habitación viendo las cosas de Pablo, y de pronto quería llorar. Pero no podía llorar, no con Aurora esperándolo fuera de la habitación, aunque quisiera quedarse encerrado en la habitación sin mas.

Pedro no sabía porque Aurora lo estaba atendiendo, tal vez ya lo había perdonado, o tal vez es simple lastima. Tal vez porque estaba todo mojado y al fin y al cabo es Pedri. Aunque el chico esta seguro de que la hermana de su chico hubiera hecho eso con cualquier otra persona que apareciera en su casa empapada.

My sweetheart's piano (pablo gavi/pedri gonzález)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora