Yo soy Mihrimah Sultan, hija del sultan Soliman el magnifico y la haseki Hürrem sultan, viví más que mis padres y que todos mis hermanos.
Vi las desgracias del palacio de topkapi como todo lo que puede dar ser sultana de nacimiento, pero ni así fui...
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La habitación del sultán/ PRINCIPIOS DE PRIMAVERA DE 1534
El sultan del mundo observaba a la mujer que por un tiempo fue todo ante su vista, nuevamente arrodillada y besando el dobladillo, la madre de uno de sus hijos, su mayor orgullo, aquella que tantos problemas le causo en el pasado y a quien tantas veces vio llorar hasta secar sus ojos.
Le ordena que se levante y acuña dulcemente su mejilla para observar los ojos que le robaban suspiros en manisa, aquella que fue su mujer la olvidada y que sin los recordatorios de su pequeña hija lo seguiría siendo.
La estrecha entre sus brazos y la fina tela azul de su vestido resbala de su cuerpo con la ayuda de sus dedos y sin dejar de admirar la maravilla ante él, la guía hasta la orilla de la cama, juega con los contornos de su cuello y besa los puntos que el tanto conoce.
La escucha clamar su nombre entre jadeos entrecortados y el plenamente puede decir que conoció a la flor mas hermosa del paraíso.
La noche observa como renace los vestigios de un amor olvidado, la luna ilumina aperlada el sudor de sus cuerpos y las estrellas cobijan sus siluetas que buscan fundirse como una; no hay necesidad de palabras, no hay promesas de amor eterno ni reclamos.
Esa noche son solo dos amantes reencontrándose
Cuando la luna los abandona y reciben las caricias del sol él solo puede admirar a la mujer a su lado que aún no despierta y no puede evitar preguntarse como es que pudo ser tan indiferente hacia esta hermosa mujer.
Cuando ella por fin se estaba retirando, toma su rostro y le pide acompañarlo a desayunar, no hay papeleo o deberes de sultan que sean mas importantes ahora que la mujer frente a él; su amada rosa de primavera.
Disfruta la compañía de otra mujer que no es su esposa y esto en lugar de hacerlo cuestionarse, solo le reafirma lo ciego que fue por todo este tiempo; después de una mañana entera en su compañía la deja marchar con la promesa de otro en encuentro.
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Topkapi/ principios de primavera 1534
Me dirijo lentamente a los aposentos de mi madre después de dejar que su enojo se apacigüe ya que la sultana mahidevran no salió de los aposentos de mi padre hasta la tarde
Escuche de una hatun que hasta muy entrada la noche, mi madre estuvo rompiendo algunas cosas en su habitación y mis hermanos habían sido llevados con la valide sultan que según escuche de otra hatun (que chismosas eran aquí en el harem) estaba mas que feliz de que mi padre recibiera otra vez a mahidevran.
Le pido a las cariye de la puerta que me dejen pasar y me encuentro con mi madre sentada en su diván con la mirada medio perdida y muy poco arreglada, aun conservaba el vestido del dia de ayer y aunque la llame insistentemente no se dio cuenta de mi presencia.
-madre por favor reacciona- la toco un poco para despertarla y ella me devuelve por fin la mirada
-mirihima, que haces aquí?-
-madre escuche que no has descansado bien, duerme un rato y hare que traigan el almuerzo mas tarde-
-como me pides eso Mirihima, no has escuchado que tu padre a preferido estar en compañía de esa mujer antes de recibir me-
-sabias que algo asi podía pasar, solo enfócate en cuidar de mis hermanos, Bayaseto te extraña mucho y cihangir no ha dejado de llorar-
-¡como puedo estar tranquila cuando estuvo con ese alacrán¡-
Parece que esto solo activa el volcán que es mi madre, grita improperios contra mahidevran y rompe mas de las pocas cosas que se habían salvado anoche.
En su descarga de furia contra un espejo, no nota que un pedazo hace un pequeño corte en mi mejilla, no me quejo o lloro, pero esto ya es peligroso.
Sin decirle nada, me levanto y voy hasta las habitaciones de la valide, con mis criadas revoloteando a mi alrededor por la sangre.
Cuando mi abuela me ve entra de inmediato en pánico y manda a traer a la doctora, después de eso me permito entrar en la actuación para derribar a mi madre
-abuela, yo solo quería ver como estaba mi madre- sollozo mientras la abrazo e inspecciona mi cara
-¿tu madre a hecho esto?, esto es lo ultimo que le permito- la furia en su voz es palpable y lloro aun mas
-no fue su culpa, esta triste por que mi padre esta con la sultana mahidevran, no quiso hacerme esto-
Cuando la doctora me atiende solo limpia la herida y pone una pomada, dice que no es nada muy grave y se despide de nosotras.
-traigan unas bebidas y bocadillos- le ordena a las criadas mientras discretamente le hace una señal a daye y esta se va, creo que a contárselo a mi padre.
-¿como están mis hermanos?, no los he visto hoy- pregunto mientras comemos unas galletas que nos trajeron hace un rato, deje de llorar pero le deje muy claro a la valide que mi madre no lo hizo intencional y que no le dirían a mi padre
En todo este rato, daye no regreso y con la excusa de que están en clases, a mis hermanos tampoco; el sultan aun no se presenta y no se si es por que no pudieron decirle, o porque fue a ver a mi madre primero.
La sultana habla de algunas cosas que no me llaman mucho la atención realmente pero finjo facinacion a todo, no creo que mi abuela sea tonta pero en algunos momentos habla muy superficial.
Casi una hora después anuncian la llegada del sultan y me levanto de inmediato, padre ni siquiera saluda a la valida antes de venir a verme, me inspecciona por todos lados hasta que ve la herida, noto su mirada oscurecida que después pasa a la valide.
-padre, fue un accidente, me caí sobre una roca en los jardines- puedo ver que se contiene de contestar inmediatamente, pero me acaricia el cabello de manera suave.
- lo se Mirihima, yo me encargare de que quiten todas las rocas que te puedan lastimar-
- hijo, será mejor que Mirihima vaya a descansar, hoy a tenido muchas emociones-
- ¿padre puedo dormir contigo hoy?-
-claro que si Mirihima, hare que lleven lo que necesites a mis aposentos-
- ¿pueden ir mis hermanos también?, se que Cihangir a estado llorando mucho y aunque no lo digan, Selim y Bayaseto extrañan a madre-
-claro que si cariño, cuando terminen sus clases hare que vayan a la habitación de tu padre- dijo dulcemente la valide.
Camine con mi padre hasta sus aposentos, pero yo no podía sacarme de la cabeza la necesidad de saber que paso con mi madre; estoy segura que ya la había ido a ver y se nota que le tomo tiempo a mi padre calmarse.
Y se quién me va decir toda la información que quiero.