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Las cosas en la aldea siguieron con casualidad

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Las cosas en la aldea siguieron con casualidad. Su entrenamiento en caza y uso de la lanza continuó normal, entre comillas.

Las exigencias de Aonung la estaban empezando a sofocar y podría jurar que, de alguna forma, era un desquite, ¿de qué? Ni idea, sólo presentía que el pescadito estaba molesto o resentido.

Fue extraño, demasiado.

De vez en cuando peleaban y se decían uno que otro insulto, sin embargo, era diferente.

Al convivir más tiempo con Aonung pudo darse cuenta de que no era tan idiota. Cada vez que tenían una “clase” él parecía tan concentrado e ido, como si ella no estuviera ahí. Apreció sus movimientos, sus expresiones y su concentración, vaya, al término de algunos días…. Empezó a observarlo demasiado, más de lo que debería.

Las cosas se tornaron aún más raras cuando ella ya debía intentarlo por su cuenta. Él corregía su postura bajo el agua, tomaba sus manos o sus brazos y a veces lo hacía solo para poder tocarla, cosa que él ignoraba.

—la gran madre te ha permitido tu primer caza, honra a tu presa y agradece justo como te enseñe..

Las excusas de Aonung se iban agotando, ya no era necesario corregirla, ni tocarla, mucho menos molestarla, porque muy a su pesar lo hizo, había aprendido del mejor.

Aonung no lo admitiría, no tan fácilmente, pero le agradaba, le estaba agradando en un sentido diferente y eso, no estaba bien para él.

—desde ese día he querido decirte algo —estaban en la orilla guardando las redes que habían utilizado para pescar—

—¿de que se trata? —interrogó con un poco de curiosidad—

siento mucho lo que le sucedió a tu familia

Había sonado sincero, muy sincero.

Desde aquella vez no tocaron el tema de nuevo, sin embargo, siempre podía sentir aquella sensación por parte de él, ya que Aonung siempre quería decirle eso, solo que no sabía si era correcto sacarlo a flote.

No deseaba invadir su espacio, no quería molestarla con una situación tan delicada, pues hasta el primogénito sabía que eso no era adecuado. El respeto hacia la memoria de los que ya no estaban era inculcado desde la niñez, la muerte era la segunda vida, pero para los humanos tal vez era diferente, pues ellos no tenían una conexión con la gran madre, Eywa.

Su intención no era herirla ni hacerla sentir mal.

—gracias…

Fue lo único que dijo en ese instante. Continuaron con su labor en medio de un silencio algo incómodo, cayó en cuenta de que no fue buena idea decirlo.

Avatar "Life & light" (Aonung x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora