Antes de continuar quisiera describir a Karlo. Era muy activo. Mientras hablaba, caminaba de un lado a otro. Siempre estaba haciendo algo: trabajando, ejercitándose, acomodando cosas, grabando música, escribiendo en su agenda, visitando o hablando con gente. Guardaba recibos, tickets del supermercado, documentos, anotaciones, todo de forma cronológica y ordenada. Realizaba sus actividades escuchando música; tenía un mueble con más de 100 casetes y por supuesto los oía por turno.
Compraba una agenda por año y antes de usarla, escribía el nombre de cada familiar, amigo o conocido en su fecha de cumpleaños para no olvidar felicitarlo ya fuera en persona o por teléfono. Cada día, registraba un breve resumen de sucesos, ya fueran laborales o familiares, llamadas realizadas y recibidas, así como sus gastos aún si se trataba de $5.
Era deportista, estaba en 3 equipos de fútbol soccer y desde niño jugó futbol americano y básquetbol por lo tanto era delgado y fuerte.
Karlo era de esas personas que procuraba su cuerpo, su mente y su espíritu. Desde los 15 años perteneció a un grupo católico de jóvenes que tenía entre sus muchas actividades ir a las cárceles, retiros y hacer trabajo interior para despertar la conciencia.
En la escuela fue siempre el mejor, en el deporte sobresaliente y lo laboral no podía ser la excepción.
A propósito de trabajo, se dedicaba a hacer sistemas informáticos, como ya mencioné. Parecía realizar sus actividades con facilidad y procuraba terminarlas a tiempo para salir por lo menos a las 6.30 pm cada día y hacer las cosas que le gustaban; eso es algo mal visto en Pemex, donde el personal de confianza sea productivo o no debe permanecer más de 11 horas en el centro de trabajo. Aun así obtenía resultados excelentes.
Karlo era sencillo y amistoso, honesto y fiel, práctico, de buen humor, un hombre que disfrutaba la vida en todos sus matices; si tenía un problema, podía necesitar unos segundos para lamentarse pero en los siguientes ya estaba ocupado en la solución. Un hombre con una energía totalmente positiva, un alma hermosa.
Todos tenemos defectos y virtudes. ¿Cuáles eran los defectos de Karlo? Va.
A mi forma de ver, el más notorio era que discutía o repelaba por todo, no porque estuviera molesto, sino que de cualquier asunto daba su punto de vista y tenía que decir la última palabra. Eso solía ser interpretado por algunas personas como que era enojón, pero no, cero enojo, solo rezongón diría yo; él aseguraba que era su temperamento.
También era un tanto tacaño para algunas cosas; podía gastar en conciertos, viajes y restaurantes pero comprar racionados los abarrotes de marca propia de los supermercados así como objetos de segunda mano que solían fallar al poco tiempo.
Era poco habilidoso con las manos, tenía dificultar para cambiar un foco, lavar el carro, cuestiones básicas de plomería o limpieza y algunas otras actividades que suelen darse más en varones.
Pareciera que lo estoy criticando, pero no es así. Todos tenemos dones y fallas, con seguridad mi lista de defectos es mayor. Volviendo a él, ¿quién no podría apreciar a una persona con tantas cosas buenas? Era fácil quererlo. Creo que las parejas se quedan juntas cuando los defectos del otro no son intolerables.
Podría seguir escribiendo sobre las virtudes de Karlo, pero le pararé ahí.
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UNA ENSEÑANZA DE VIDA
No FicciónRelato de la vida real. Un claro ejemplo de amor a la vida, de optimismo y fuerza, de aceptación y aprendizaje. Es la historia de un hombre en su transitar por la Enfermedad de Cushing.