Black And White [suayeon]

"Cap 24"

Corea.

Bora.

NARRADOR OMNISCIENTE;

"¿Estás lista para conocerme?"

Bora solo asintió, pero cabizbaja y mordiéndose el labio.

"Desnúdate".

Su voz era ronca, necesitada.

"Hace frío..." Susurró.

"Solo abre la boca cuando yo te lo pida".

Bora se quitó la ropa, esa mojada.

"Agáchate".

"No tengo que mirarte a los ojos, ¿verdad...?"

"Agáchate".

Repitió.

Su vista fue oculta. Ese pañuelo negro se lo impedía. Siyeon se colocó de cuclillas para darle una pequeña caricia en la mejilla derecha. Después, puso su propia corbata para tener retenidas sus muñecas sobre su espalda. Débil y frágil. De todas, Bora era la más independiente, correcta y responsable. Pero a la hora de atarla, era tan obediente y sumisa que Siyeon no podía más con sus ganas de coger.

"Párate".

Levantándose cuidadosamente, tragó saliva al sentir una de sus yemas recorrer por su pezón izquierdo. Duro. Estaba duro. Duro y mojado.

"Vas a contar, ¿de acuerdo? Acuéstate en la cama y para el culo".

"¿Cómo hago para llegar hasta allá?", se cuestionó a sí misma. No podía ver, tampoco tocar. Trató de ayudarse mentalmente. Supo que estaba cerca porque su pie chocó contra una de las patas de la cama. Mejor dicho, ya estaba ahí, rozando el colchón. En pocas palabras, se subió a la cama tanto como pudo y acabó poniéndose de la misma forma en la que Siyeon le indicó: paró el trasero y suspiró profundamente. La rubia le separó las piernas y movió una de sus nalgas para luego levantar cada una al aire.

Un látigo. Uno...

Bora oyó un objeto grueso y peligroso, y supo que ahora se vendría lo peor...

"Contarás hasta quince. No importa el dolor que sientas, tú solo cuenta, y hazlo alto".

Solo pudo asistir, ya que no podía ni siquiera abrir la boca sin el permiso de la rubia. Cerró los ojos y se dejó llevar, bueno, trató.

"Uno".

Firme, contó... A pesar del dolor y la tristeza escondida.

"Dos".

Siyeon suspiraba pesadamente, sosteniendo fuerte esa cosa en su mano.

"Tres".

Susurró.

"Dilo más fuerte, no te oigo".

"¡Tres!"

Exclamó, lagrimosa.

"Cuatro".

Ya en el cuarto azote, una lágrima manchó una partecita pequeña del colchón.

"Cinco... C-cinco..."

Se llevó a la boca un pedazo de almohada para poder distraerse, pero no funcionó, ya que el siguiente golpe llegó más temprano de lo previsto.

"Seis..."

Bora estaba llorando de tristeza, esas lágrimas no eran de placer... Tal como solía ser. La mancha se hizo más grande a medida que los azotes llegaron.