"Cap 14"

100 17 1
                                    

Corea.

Bora.


NARRADOR OMNISCIENTE; 

La muchacha norteamericana de ojos verdes atractivos desabrochó lentamente los botones de su camisa negra. Ella (ropa) hacía juego con el pinta labios de la joven profesora. Su boca estaba pintada de un negro exagerado. Por ello, toda la extensión de su torso femenino se talló de grandes marcas de la misma tonalidad. Oscuro. Más o menos, feo. Pero de la exitación, a Siyeon ni siquiera le interesó si la mujer la dejaba manchada o no. Estaba lo suficientemente borracha como para ponerse a analizar la situación. Solo estaba follando, después de todo. A pesar de sentirse diferente, no se alejó de su vida habitual. Seguía estando con cualquiera. Seguía siendo la peor en su trabajo. Porque lo de exitosa siempre fue una puta mentira.

"¿Te vas?"

"Sí. Debo ver a alguien".

Todavía estaba conciente. Caminaba con un poco de dificultad, pero sabía lo que quería a hacer ahora. Al vestirse y tomar las llaves de su coche, respiró hondo antes de bajar las escaleras del edificio. Se miró en el teléfono. Exactamente, había una marca bastante grande en su cuello. Aún así, no se molestó en limpiarse, simple, arrancó y aceleró, es más, tampoco le hizo caso a lo que el semáforo le estaba indicando. Hizo lo que quiso. Bueno, como siempre. Nunca hacía caso. No le importaba lo que pasaba. Lo que pasaba afuera. No le importaba si chocaba. Nada.

"¿Segura de que no quieres venir con nosotras? Entendemos que tienes que cuidar de tu hija, pero..."

"Tengo que cocinar y estudiar. En serio, me encantaría, pero hoy no puedo. Quizás el próximo fin de semana. Prometo estar presente. Qué la pasen bien, eh. Luego me cuentan".

"¡Sí!"

Trató de ser lo más rápida posible. Limpió, cerró y acomodó el local. Ya cuando todo estuvo listo, corrió hasta la parada de autobuses. Por primera vez, alcanzó las cosas a horario. Compró lo necesario para la comida y, después de saludar a Kami, el conserje, finalmente, subió a su piso. Como una noche normal, se percató de que su hija comiera saludable y se cepillara los dientes. Cuando lo de siempre ya se ejerció, de la mano de su propia holgazanería, el martirio llegó. Cogió un taxi y, sin más, su destino estaba a nada de ser presentado. La puerta esa trasera solo la hacía querer regresar a su departamento. Estar con Gahyeon. La abrió. Ese olor a tabaco y alcohol no se lo quitaba nadie del abrigo. Esos olores eran tan de su ex novio. Hasta el día de hoy, se preguntaba qué diablos le vio a ese hombre estúpido. Él era malo y maltratador. Aún recordaba a la perfección cuando le gritó a los cuatro vientos que no quería ser padre. Que estaba para otra cosa. Hasta le pidió que abortara, pero Bora tenía muy en claro que eso hubiera sido lo último que haría en la vida. Tener a Gahyeon fue una de las mejores cosas que le pudo haber pasado, a pesar de que su hija merecía mucho más, merecía una madre de verdad, Gahyeon merecía una madre alejada de esta porquería. Pero Bora no podía. No todavía. No podía irse. Estaba atada a esa mierda hasta que pudiera llegar el día de su esperada graduación. Ahora no. Pronto. Pronto ya no estaría involucrada con gente falsa y necesitada. Sería una profesional. Alguien de bien, una chica digna, una madre digna para su hija. Alguien importante. Una mujer de verdad. No una prostituta. No una promiscua.

"Es tu turno, SuA".

Siyeon se sentó en el medio del lugar, separando las piernas y observando fijamente hacia el escenario con esa mirada seria, llena de locura. Parecía querer matar a todo el mundo. Y sí. Sus dientes crujieron cuando esos hombres imbéciles se levantaron. Recuperando toda su noción, Siyeon tomó un trago de cerveza. Necesitaba quitarse el sabor de los labios de esa mujer. Ni siquiera la besó bien, de hecho. Los tipos arrojaban dinero como si fuera algo sin valor. Siyeon, en cambio, miró a una sola chica. Esa tipa castaña. Esa tipa que la hizo reír en varias ocasiones. Mirando su anatomía de pies a cabeza, soltó un suspiro, pero uno pesado, enojado. Muchos estaban observando al mismo tiempo eso que era de su maldita propiedad. Propiedad. Apretando fuertemente sus puños, sus miradas se encontraron en medio de tanta luz fosforescente y chillona. Bora le rodó los ojos, deteniéndose en otra cosa, en otro, mejor dicho. En otro... Admitía que Bora bailaba increíblemente bien. Se movía como cualquier otra muchacha. Por ende, la atención de todo el mundo la tenía ella. Y todo ese dinero lanzado fue por y para ella, exclusivamente. Las demás, fue muy poco lo que pudieron juntar. Era obvio que Bora hacía magia, y Siyeon podía comprobar eso con exactitud. Bora era algo de otro planeta. Algo que Siyeon siempre quería tener consigo. Algo que quería justo en este preciso momento. Ahora. Sí, ahora.

Black And White [suayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora