"Cap 29"

73 13 5
                                    

Corea.

Bora.

NARRADOR OMNISCIENTE;

"Esa tipa será mía, cueste lo que cueste".

Una noche cualquiera, Bora tuvo la peor pesadilla de todas: perdía a su familia en un tiroteo. Despertó desesperada, con el corazón en la garganta, prácticamente. Miró para todos lados y se dio cuenta de que estaba en su departamento, su hija estaba ahí, dormía plácidamente y supuso que su madre se encontraba en la otra habitación descansando también. Todo estaba bien, pensó mientras salía de la cama para buscar un poco de agua fría. Cuando agarró la botella de vidrio, después fue al baño a mojarse la cara. El reloj apenas marcaba las tres de la mañana. Al final, solo volvió al colchón y se tiró en él, nuevamente. Trató de continuar durmiendo, a pesar de que el miedo le estaba comiendo de forma lenta el cerebro.

"¿Estás bien?"

"Sí, Handong".

"Tú tienes algo, Bora".

"Bien. Tú ganas. Tuve una mala noche... Eso es todo".

Al terminar de hablar con su amiga, realizó lo mismo de cada noche. Cuando ya era hora de irse, Bora intentó bajar las escaleras, pero comenzó a oír de repente gritos y voces para nada agradables, de hecho, eran tipos vestidos de traje y sosteniendo armas de fuego. Bora lo único que se le pasó por la mente fue lo siguiente: el sueño está por cumplirse. Se vio igual que esa noche, cuando soñó toda la secuencia. Incluso, estaba vistiendo la misma ropa y postura. Tenía la postura de ese momento trágico. Frágil y asustada. Quiso salir por la puerta trasera, pero alguien le tapó la boca, provocando que su visión fuera afectada de inmediato, sintió cómo un desmayo la invadió y acabó apoyando la espalda en el cuerpo de esa persona toda de negro. Según lo que analizó minutos antes, concluyó que el lugar fue tomado por un grupo de gente maligna, como terroristas, no lo sabía con exactitud, policías, gente que trabajaba para el dueño, ese hombre desagradable. Cuando el escenario pasó a ser otro, Bora yacía boca abajo con cuerdas en sus muñecas, obviamente, impidiéndole el movimiento. Sentía cómo su debilidad era muchísimo más grande y ni siquiera podía abrir los ojos. Pero escuchaba. Escuchaba perfectamente cómo una voz infantil la llamaba, pero Bora no distinguía quién podría ser porque todavía estaba inconsciente, su mente no funcionaba, su cerebro estaba desconectado, sufriendo de a poco, tosiendo y percibiendo cómo la sangre bajaba de manera lenta por su frente.

"Bora. Hey. Niña".

La chica tardó horas en despertar, horas que llevaron a su jefe ejercer una masacre total, en donde el prostíbulo fue quemado y destruido, en donde su familia fue rotundamente asesinada, en donde Bora casi sufre de un infarto para cuando despertó y la consciencia regresó. Lágrimas adornaron su rostro ensangrentado, y al levantarse y percatarse de que ya podía moverse, observó la ruta desierta, miró cómo estaba sola en medio de tanta sangre, tanto hombre muerto en el suelo, encima de la paja, la mayoría, boca arriba y con los ojos bien abiertos. Ahí estaba su jefe, quien de la cabeza tenía un tajo increíblemente profundo, su pierna izquierda tenía un objeto de metal incrustado justo en el hueso, lo de más, teñía de líquido rojo y fuerte. "¿Qué pasó?", se preguntó a sí misma mientras veía que ya era tarde, supuso que las cuatro de la tarde. Tuvo ganas de vomitar y terminó haciéndolo porque no aguantaba ni un segundo más, no soportaba observar otro cuerpo más. Solo vomitó sangre. Y mientras acomodaba su cabello, intentaba mantenerse en pie sin tambalearse. Caminó vagamente por la carretera, por el costado, aunque sus pies se sentían pesados desde que había despertado. Pero al llegar a una esquina, algo le llamó la atención, un cuerpo, un pequeño cuerpo, uno que tenía la misma ropa que su hija, Gahyeon. Esa que eligió y vistió tiernamente a su pequeña. Rápidamente, dio con esa anatomía y, exactamente, sí, era su hija. «Mi amor...", levantó su cuerpo mientras acariciaba temblorosa su cabello pajoso, apoyando su mentón en su pequeño hombro. Gahyeon estaba muerta, pero Bora no quería darlo por sentado, así que sostuvo aún más fuerte en sus brazos, le acarició, una vez más, el pelo y, después, aquel rostro sin vida. Pálido. «Por favor, por favor, tú no, mi lindo cielo...», susurraba, reprimiendo los sollozos y maldiciones que quería gritar a los cuatro vientos. Al girar la cabeza, el cuerpo de su madre reposaba a su lado, prácticamente. El presentimiento, de nuevo, no le falló. Luego de un par de horas, llegó la policía y Bora tuvo que declarar sí o sí. Con la cara llena de hematomas y mucha sangre machucada, la muchacha fue a parar directo al hospital, claro, después de salir de la comisaría. Teniendo vendas en cada parte destruida de su cuerpo, descansó en la camilla, deseando la muerte, queriendo estar con su bebé, con su madre, volver a ese lugar en donde siempre fue feliz, a pesar de que ser mamá no estaba en sus planes, a pesar del cansancio y las horas perdidas de sueño. «Quiero verte otra vez, mi cielo...», eso fue lo último que dijo para luego caer en un sueño profundo, aferrándose a sí misma para buscar un poco de calor. Bora quería morir.

Black And White [suayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora