Bunny's Garden [Hunter x Hunter] HIATUS

Capitulo nueve: tristes

Tristes y locos

Hisoka no es especialmente afectuoso al compromiso. Con los años, su pasado,y la costumbre cirquera de ir vagando entre ciudades, se acostumbró a tomar y soltar con la misma facilidad con la que respira. Sin embargo, alguna veces fue capaz de mirarse atado a ciertas personas. Quedarse con ellas.

Illumi Zoldyck era un claro ejemplo de esa debilidad que ha comenzado a surgir debido a los años, aunque si le preguntas, dirá que apenas cuenta con unos pocos invierno. Aunque sabe mejor que nadie que en algún punto tendrá que dejarlos ir.

Asesinados por sus propias manos, u olvidados como amigos que pasaron a ser simplemente conocidos.

—¿Sabes que? Olvida lo que dije, fue una tontería—concluiste rompiendo el contacto visual.

—Regresaría.

Te detuviste en seco. Diciendo esa palabra tan a la ligera, aunque sea por impulso, con un rostro sin bromas y juegos casi te hizo caer a sus pies. Pero puedes ver a través de su mentira.

Su rostro es igual al de tu madre cuando te dice que te extraña y que tratará de volver pronto.

—¿Lo dices a juego?—entornaste los ojos con desconfianza.

—No hay duda, querida Alicia—sonrió como un zorro astuto, con el corazón aplastado en su pecho. Aun asi, ignoró el bombeo ralentizandose—. Volvería por ti y salvaría tu delicada escencia...

—Mientes.

—¿Miento?—resistió halagar tu buen instinto en base a su elocuencia.

Diste media vuelta y regresaste por donde vinieron, esta vez tomaste el camino de la derecha en lugar de la izquierda, de ese modo un nuevo bloque del laberinto se abrió ante ti.

Nunca fuiste buena manteniendo amigos. Si, como se lee. Manteniendo. Tu existencia fue ignorada por aquellos a los que les tendiste la mano. ¿Acaso se trataba de intensidad? ¿La diferencia de gustos Llegaste a pensar durante tu juventud que tal vez era una persona despreciable de la cual podrías aprovecharte sin sentir remordimiento alguno.

Leorio, Gitta, y Mechi sacudieron tu corazón apretado al ayudarte cuando no tenían un porqué, y te llevó a pensar que este lugar podía ser diferente. ¿El que te salvara la vida, siendo un mago, te convenció de que Hisoka podía ser diferente también?

—¿Tú volverías por mí?

—¿Eres un idiota?

¿Ahora era él quien dudaba de ti?

Disfrutaste de sus ojos abriéndose en par al no entender una palabra de lo que habías dicho, pero a juzgar por tu mosqueada expresión dedujo que no se traba de nada bueno.

—¿Ah?

Sin necesidad de las páginas amarillentas pudiste encontrar el camino por el laberinto a través de prueba y error, aunque los muros que poco a poco comenzaban a llenarse de musgo conforme avanzaban se tornaban irritantes con Hisoka molestándote.