Capitulo doce: rosas

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Jardín de rosas espinosas

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Jardín de rosas espinosas

-No deberías dormir con una herida así en la cabeza, ¿Qué voy a hacer cuando no despiertes?

-Disculpa, no quiero hablarte, no lo mereces, ¿Recuerdas? - espetas mirando con cizaña, sin embargo, te devuelve una expresión siniestra que te hace pasar saliva-Además, ¿Desde cuándo eres doctor?

-No lo soy, pero tengo sentido común.

Tus manos se elevaron por inercia hacia la herida abierta, que había dejado de sangrar en algún punto y que habías vendado con una pieza de tu delantal blanco. Era insípido y mal colocado, sin embargo, te había mantenido con vida durante tu siesta, puesto que desde que terminaste la prueba no habías podido ni leer debido al cansancio.

Entonces, decidiste descansar sobre tu querido mejor amigo, aunque su hombro se sintiera como estar apoyado sobre una tabla rígida.

-Espero que ese no sea un intento de pedir disculpas, en especial con una tan mala. Mi confianza no se recupera de ese modo.

-Las disculpas no son mi fuerte.

- ¿Estabas herida? -dijo Gitta apenas con un hilo de voz, fuiste la única que lo escuchó.

No eres su responsabilidad, se repitió, incluso si estaba enterado de tu falta de salud.

-Algo leve-mentiste. Ignoraste a Hisoka olímpicamente al centrarte en el tembloroso personaje de agujas-, pero no hay de qué preocuparse. Suelo cuidare sola, así qué, mi cuerdo se curará por su cuenta...o moriremos en el intento.

Te pusiste de pie, estirando la espalda y queriendo obtener uno de esos sándwiches duros con jalea de fresa en el medio. Había de mantequilla, bebida de calabaza y naranja, junto a algunas galletas glaseadas que parecían ser cocinadas por la misma Menchi.

-¿Entonces cómo?-te desafió de repente.

-¿Perdona? ¿Me hablas a mí?-bromeaste mientras mordías una tostada.

-¿Cómo recupero tu preciada confianza?

En ese momento perdiste todo gramo intimidatorio que hubiera instalado en tu sistema, diste pasos lentos hacia su posición y te encogiste hasta quedar cara a cara.

-Demuéstrame que vale la pena tenerte en mi equipo.

El colmo, que te hizo gruñir de rabia, fue cuando reventó una bomba de chicle a centímetros de tu nariz y el olor azucarado (sumamente empalagoso) de la goma te hizo estornudar. Ugh.

En definitiva, tu amabilidad hacia el individuo cirquero estaba llegando a su límite. Y ese límite te alcanzó mucho antes de lo esperado, pero en forma de mareo. 

La sensación de vértigo te abordó de camino a tu asiento (dónde mantenías escondido el libro del futuro) como si te hubiera subido a una montaña rusa. Tu estómago subió y bajó, subió y bajó, subió y bajó, tanto así que tus piernas de gelatina te enviaron de un sentón al suelo. Parecía que habías visto un fantasma.

Bunny's Garden [Hunter x Hunter] HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora