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     Siete... seis...

- ¡Evelyn! ¡Evelyn eres tú! ¡Esa eres tú! ¡Eres tú! – Kaira fue la primera en reaccionar, gritando y saltando de alegría, estaba tan feliz que se había puesto a dar palmas.

     Efectivamente, esa era ella, estaba su foto, la que se había echado el día de la inscripción, con su vestido azul de tirantes y el collar de su madre, con su pelo suelto y su ligero maquillaje. Era ella, la de la pantalla era ella, sin ninguna duda. Para el momento en el que fue capaz de reaccionar y mover los músculos ya había pasado la reacción de los príncipes a su imagen, pero no le importaba, no le importaba en lo más mínimo.

     Kaira y Sven, que eran los que más cerca estaban de ella le abrazaron con fuerza.

- ¡Eras tú! ¡Tu foto ha salido en la tele! – Repetía Kaira gritando y sonriendo como si ella misma hubiese sido la elegida.

- Sí... Era yo... - Susurró Evelyn soltando una risa débil, intentando liberarse de los nervios con ella. Respondió al abrazo de sus hermanos más pequeños y acto seguido fue a abrazar a su madre.

- Cariño, enhorabuena. – Felicitó Sarah, rodeando a su hija con los brazos y acariciándole el pelo.

     Después le tocó el turno a Elyan, que le abrazó con mucha fuerza y le elevó varios centímetros del suelo.

- ¿Ves como no tenías que ponerte tan nerviosa? – Preguntó sonriendo y en tono burlón.

- Si tú estabas peor que yo, que no podías ni pestañear. – Replicó su melliza riendo, riendo de felicidad.

- Eso es mentira.

     Estuvieron celebrando varios minutos más y esa tarde ninguno fue a trabajar. Evelyn se sentía, sobre todo, aliviada. Aliviada porque gracias a que había sido seleccionada podría darle a su madre bastante dinero, podría ayudar a sus hermanos a tener una mejor vida, con más desahogo económico, aliviada porque no había tenido que pasar otra vez por sentir que había decepcionado a su familia.

     Rápidamente la realidad asaltó a Sarah y comenzó a preparar una maleta, pues sabía que la gente de palacio no tardaría en ir a recoger a Evelyn. Tras la felicidad del momento, la realidad también llegó a sus hermanos:

- Tienes que irte, ¿verdad? – Preguntó Kaira, que había dejado de saltar y dar palmas cuando se dio cuenta de lo que significaba que su hermana hubiese sido seleccionada.

- Sí, tengo que ir a palacio. Pero me podéis ver por la tele y prometo que os escribiré cartas.

- Yo no quiero que te vayas. – Susurró Sven, abrazando a su hermana mayor.

- Ni yo tampoco. – Comentó Elyan por detrás, en un tono tan bajo que dudaba que alguien le hubiese escuchado.

- Prometo que os escribiré todos los días que pueda. – Prometió Evelyn, abrazando otra vez a todos los miembros de su familia.

     Esa misma noche, para la hora de la cena, Caspian y Annie se presentaron en la casa y el ambiente festivo y alegre volvió a instaurarse. El hermano mayor corrió a abrazar a Evelyn nada más la vio y la cogió en volandas, dando un par de vueltas con ella.

- No teníamos la televisión encendida, nos lo ha dicho un vecino, es una gran noticia. – Comentó Annie a Sarah antes de saludar a Evelyn y darle la enhorabuena ella misma.

     Ni siquiera durante los cumpleaños habían celebrado tanto, parecía que, desde ese momento en adelante, todo iría en mejoría; al menos, Evelyn se había propuesto eso: aguantaría en palacio todo lo posible para que su familia recibiese más dinero, todo saldría estupendamente.

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