XXXIII

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- ¿Qué habrías hecho si no hubiese querido que fueses tú quien respondiese esa pregunta?

     Evelyn giró sobre sus talones para quedar cara a cara con Kristian y le sorprendió que, efectivamente, estaba sonriendo. Era una sonrisa muy leve, de hecho, solo tenía las comisuras de los labios ligeramente elevadas, pero era lo más cerca que había visto al príncipe de sonreír ampliamente desde que llegó a palacio.

- Haberlo intentado la semana siguiente. Si no hubiese habido suerte posiblemente habría hablado aunque no me hubiesen preguntado en alguna entrevista.

     Kristian asintió ante la respuesta de Evelyn y se acercó un par de pasos hacia ella, hasta quedar a pocos metros.

- La primera vez que nos conocimos no me presenté correctamente. - Tras decir esas palabras extendió el brazo derecho, dejando su mano frente a Evelyn y clavando sus ojos azules en los de ella. - Kristian Decksheimer, es un placer.

     La joven estuvo a punto de soltar una carcajada frente a él, ¿A esas alturas decidía presentarse? ¿No era algo tarde? Aunque agradeció el gesto y estrechó su mano con cordialidad.

- Evelyn Aberdeen. El placer es todo mío, alteza.

     Kristian se llevó la mano de Evelyn a su boca y le dedicó un dulce beso en el dorso, alargando el contacto unos segundos más. Ese detalle le recordó a Stefan, lo había hecho de la misma manera que su hermano: con cariño y manteniendo la vista clavada en sus ojos.

- Supongo que desearás escribirle a tu familia cuanto antes. - Comentó Kristian, haciendo un gesto con la mano para indicar a Evelyn que saliese del despacho.

- Sí, alteza.

- Soy consciente de que aún no has cenado, ¿Prefieres escribirles la carta mañana o ahora?

     La verdad es que Evelyn quería escribirla en ese justo instante, pero las tripas le rugían y estaba algo cansada. Ya sabía que podía escribirle a sus hermanos y a su madre, dormiría tranquila. Además, sabía que no enviarían su carta hasta la mañana siguiente, nadie iba a viajar hasta Iretia para entregar un trozo de papel a las diez de la noche.

- Por esperar unas horas más no creo que pase nada. - Respondió Evelyn con una leve sonrisa.

- Como desees.

     La joven comenzó a caminar hacia el comedor, sus compañeras ya estarían sentadas cenando, y tal vez la familia real también. No esperaba que el príncipe le siguiese, pero Kristian caminaba a su lado, con una expresión relajada en el rostro.

     Evelyn se sentía ligeramente incómoda, ¿qué era ese repentino cambio de actitud? El ambiente ya no era pesado, como cuando lo conoció, ni él parecía odiarle a ella ni a todo el mundo. ¿Qué había impulsado la aparición de esa actitud? No podría haber sido su pequeño acto de rebeldía, ¿verdad? Kristian era uno de los príncipes, lo que debería haber ocurrido es que se hubiese enfadado, como el rey. 

- Puedes entrar a cenar. 

- ¿Y vos? - Preguntó Evelyn, que había estado caminado algo distraída.

- La familia real no suele cenar con las seleccionadas las noches que hay entrevista. - Le explicó Kristian amablemente.

     Era cierto, Evelyn recordó que también había sido así el primer día que llegó a palacio, aunque creía que había sido por ser el primer día.

     La joven asintió con la cabeza sin saber muy bien cómo despedirse, qué debería decir: ¿Qué le aproveche la cena alteza? ¿Gracias por cambiar tu actitud hacia mi tan repentinamente?

- Te buscaré mañana para que puedas escribirle la carta a tu familia. Buenas noches.

     Con esas últimas palabras el príncipe comenzó a caminar hacia otra parte de palacio, sin esperar que Evelyn le respondiese, cosa que ella agradeció.

     Tomó una gran bocanada de aire antes de entrar al comedor con la cabeza bien alta, ya estaba empezando a acostumbrarse a tener tantos pares de ojos observándole. Esa vez había ganado, había conseguido poder escribir cartas, era una gran victoria.

- ¿Qué te han dicho? - Preguntó Brielle con preocupación justo cuando su amiga se sentó en el asiento que había vacío a su lado.

- Nada demasiado grave, no te preocupes. - Evelyn le respondió con una sonrisa.

     Se sentía mal por tener un privilegio que sus compañeras no tenían aunque, ¿Querrían todas escribir a sus familiares tan desesperadamente como ella? Suponía que sí pero realmente no conocía nada de ninguna: ¿Tendrían hermanos? ¿Vivirían con sus padres? ¿O tal vez no? No sabía nada.

- Me alegra escuchar eso, no sabes lo preocupada que me tenías.

- Lo siento mucho.

     Azalea y Bianca también le preguntaron cuando llegaron al dormitorio, habían estado preocupadas como Brielle, pero no habían conseguido sentarse cerca de ellas a la hora de la cena. Evelyn les respondió sin dar muchos más detalles y, aunque hubo un par de ocasiones en las que deseó contarles lo que le habían concedido, se contuvo.

     Esa noche descansó como nunca lo había hecho desde que llegó a palacio, cosa que hizo el despertar mucho más tedioso.

- Evelyn, vamos. - Hasta Bianca se había acercado a su cama para ver si conseguían levantarla.

- Evelyn, nos vamos a ir y como llegues tarde la señorita Elise te va a causar problemas. Y muchos.

     Con un fuerte resoplido Evelyn se incorporó en el colchón, aún con los ojos cerrados. Y con dos resoplidos más fuertes aún bajó de la cama y se puso sus manoletinas.

- Id adelantándoos, iré al servicio y bajaré.

- Más te vale no llegar tarde. - Anunció Azalea antes de caminar hacia la salida del dormitorio seguida de Bianca.

     Y no lo hizo, aunque por poco.

     Se llevó una pequeña regañina por parte de Lulú, pero Evelyn apenas la escuchó. Ni tampoco prestó atención mientras le preparaban: al ver a Marian acercarse a ella en cuanto entró por la puerta sintió un gran alivio y la dejó trabajar sin interrumpirle ni una sola vez.

     El resultado fue igual de impactante que todos los anteriores. Llevaba una semana en palacio, pero Evelyn ya había aborrecido el mirarse en el espejo cada vez que le cambiaban de ropa, maquillaban y peinaban. Sabía que llevaba un vestido de vuelo y con estampado de flores, unos tacones realmente incómodos y que tenía el pelo recogido en su totalidad, era lo único que quería saber.

- Muchas gracias por ayudarme. - Evelyn se despidió de Marian con una amplia sonrisa y a punto estuvo de darle un abrazo antes de dirigirse al comedor para el desayuno.

     Los días en palacio se hacían monótonos; las clases eran aburridas, más que nada porque Evelyn seguía sin conseguir escuchar lo que se decía la mayor parte del tiempo, y desde que Stefan había comenzado a tener citas con todas las seleccionadas que podía, cosa que agradecía enormemente, no habían vuelto a hablar.

     Al menos ese día rompería la rutina ligeramente y podría escribirle una carta a sus hermanos. ¿Cuándo iría el príncipe Kristian a buscarla? O tal vez se habia olvidado, ¿Y si no iba a por ella?

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