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Como Evelyn supuso, las clases eran muy variadas. Tenían clase de historia, álgebra, cálculo, dibujo, etiqueta, lenguaje y una lista interminable más que Evelyn no se molestó en memorizar.

Además, en la mayoría de clases partían de un nivel que Evelyn no tenía, ya que solo había recibido la educación básica. Se tranquilizó al pensar que había más chicas en su misma situación, de todas las seleccionadas, no todas serían de buena familia, alguna sería más pobre, como ella.

Encima, acabó sentada en una de las mesas del final de la gran sala dónde hablaron por primera vez con los príncipes. Las chicas que habían sido seleccionadas en el primer golpe pudieron elegir sus asientos antes y, el resto se fue sentando mediante orden de llegada. Al ser de las últimas, Evelyn acabó sentada en las últimas filas, sin ninguna de sus amigas a su alrededor y sin apenas poder escuchar lo que la señorita Elise decía.

La sala era ridículamente grande, y la distribución estaba muy mal pensada. Por muy buena vista que tuviese Evelyn, era incapaz de ver lo que se escribía en la pizarra; por muy buen oído que tuviese, era incapaz de escuchar lo que la señorita Elise explicaba si ni siquiera se preocupaba por moverse por la clase.

Todo eso consiguió que nuestra protagonista apenas prestase atención a lo que se decía y acabase casi recostada en su silla. A punto estuvo de dormirse, pero la voz de la señorita Elise sonando más cerca de su asiento la despertó de golpe:

- Mantener una buena postura mientras se está sentada es una de las normas más vitales de la etiqueta y la educación.

Volvió a caminar hacia su asiento, al frente de la sala y lo más apartada de Evelyn mientras relataba la importancia para las damas de la corte ser felicitadas por sus gestos y más cosas que Evelyn dejó de escuchar.

La verdad era que se estaba aburriendo bastante, sus amigas estaban bastante lejos y parecían inmersas en lo que decía la señorita Elise; bueno, salvo Bianca, que cada dos por tres alzaba la vista para dejarla vagar a través de los grandes ventanales que daban al jardín.

Estaba deseando que las clases terminasen de una vez, no creía ser capaz de aguantar manteniendo una "espalda erguida y femenina" durante mucho más tiempo, aunque aún quedaba mucho para que fuese la hora de comer y encima por las tardes tenía más clases.

Cuando estaba al borde de la desesperación y comenzaba a inclinarse hacia la mesa para apoyarse sobre una de sus manos, la puerta que comunicaba con el gran salón de baile, que estaba más cerca de la señorita Elise y las primeras filas de seleccionadas que las últimas, se abrió con aire dramático.

A Evelyn no le importaba quién fuese o qué quisiese, solo estaba eternamente agradecida por una interrupción. Aprovechó el ruido que se formó de fondo y que todas las seleccionadas, y la señorita Elise, tenían sus ojos clavados en la puerta para estirarse disimuladamente y escuchar un ligero crujir de las vértebras de su espalda.

- ¿Podría robar a la señorita Aberdeen un momento? Tan solo serán unos minutos.

Cuando todos los ojos se giraron hacia Evelyn, entonces comenzó a prestar atención a lo que ocurría a su alrededor: el príncipe Stefan era el que había entrado por la puerta con ese aire dramático y ahora le pedía que saliese con él "tan solo unos minutos".

Casi de manera inmediata la duda creció dentro de la cabeza de Evelyn: ¿Y si la eliminaban ya? ¿Y si debía irse a su casa cuando ni siquiera había estado dos días en palacio?

Si el aburrimiento que estaba experimentando en las clases no hubiese sido tan supremo, no se habría levantado y caminado con seguridad hacia la salida donde le esperaba el príncipe; pero estaba demasiado aburrida en clases, por lo que eliminó las dudas de su cabeza y casi se sintió agradecida por que le sacasen de esa habitación.

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