XXVII

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     Justo cuando abrió la puerta de su dormitorio se cruzó con uno de los príncipes, que pasaba por el pasillo.

     Kristian se detuvo un instante y le dedicó una mirada superficial, aunque estuvo varios segundos manteniendo contacto visual con ella. La reconoció rápidamente: Evelyn, la que había llamado la atención a su hermano. Estuvo tentado de eliminarla allí mismo, no había nadie más, podría hacerlo perfectamente; además estaba buscando encontrarse con alguna chica a solas para poder eliminarla. 

- Buenos días alteza. - Saludó Evelyn, cerrando la puerta a sus espaldas y esperando a que el príncipe pasase para moverse.

- Buenos días. - Masculló Kristian en apenas un susurro. Observó a la chica con más atención y vio que no llevaba nada de maquillaje, ni accesorios, y que el vestido que había escogido era más práctico que hermoso.

     Evelyn también aprovechó que Kristian permanecía inmóvil frente a ella para observarle: vestía un traje gris y una camisa blanca abotonada casi hasta el último botón, el pelo perfectamente peinado y el entrecejo ligeramente fruncido. Llevaba una colonia cara, eso seguro, que impregnaba el ambiente que le rodeaba y resultaba ser demasiado agradable.

     No pudo analizar su figura más tiempo, ya que reanudó su marcha, dando pasos rápidos, amplios y rítmicos por el pasillo.

     A Evelyn le pareció percibir que el príncipe estaba bastante más receptivo que la última vez que habló con él, hasta le había dado los buenos días. Y fue eso lo que le impulsó a hablar:

- Disculpe, alteza.

     Kristian se detuvo casi al instante y se giró para observar a la seleccionada nuevamente. Con un leve gesto de la ceja derecha y mediante la mirada le indicó que hablase, esperando pacientemente a ver qué es lo que quería.

- Me preguntaba si podría facilitarme pluma, papel y un sobre. - Pidió Evelyn, hablando con tiento pero sin romper el contacto visual. Tenía la cabeza ligeramente agachada, pero quería mirarle a los ojos para transmitirle la urgencia que le daba a la petición que acababa de hacer.

- ¿El motivo?

     Ahí estaba la actitud que Evelyn recordaba, las respuestas cortas y con aire de superioridad; pero ya había comenzado a hablar, no se iba a echar a atrás.

- Me gustaría escribirle una carta a mi familia.

- No puedes. - Sentenció Kristian con seriedad.

- ¿Disculpe? - Evelyn se había quedado perpleja, ¿Que no podía escribir a su familia? ¿Por qué motivo?

- He dicho que no puedes escribir esa carta. - Volvió a decir el príncipe, enderezando algo más la espalda.

- ¿Se me permite preguntar el porqué?

- Las seleccionadas tenéis prohibido ver a vuestras familias y salir de palacio, ahí se incluye el escribir cartas. Es una norma.

- ¿Una norma? - Repitió Evelyn. La alegría y el entusiasmo con el que se había levantado y con el que había contado estaba disminuyendo drásticamente y en su lugar crecía una rabia en su interior. - ¿Es una norma el estar encerrada y no poder si quiera comunicarme con mi familia?

- Así es, tú lo has dicho. - Respondió Kristian, prácticamente impasible, sin reaccionar lo más mínimo, aunque observaba a Evelyn atentamente.

- No puede ser verdad. - Susurró la seleccionada con un nudo formándose en su garganta, no podía ser verdad que no pudiese escribirle a su familia.

- ¿No te lo dijeron cuando fueron a recogerte?

- Me dijeron que no podía salir de palacio y que mi familia no podía visitarme pero, ¿No poder comunicarme con ellos en semanas? No, no me suena haber escuchado ninguna norma similar. - Respondió Evelyn, había adoptado la misma expresión seria que el príncipe y le miraba con rabia.

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