IV

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- ¿Qué tal ha ido? – Preguntó Annie, acercándose a saludar.

- Ha salido preciosa. – Respondió Elyan alzando los brazos con gesto victorioso.

- Es hija de mamá, ¿cómo iba a salir? – Comentó Caspian, yendo a darle un corto abrazo a su madre.

- Muchas gracias por venir Caspian, ¿queréis quedaros a cenar? A dormir también podéis, tenemos espacio de sobra.

- No queremos molestarte más mamá.

- Calla, eres mi hijo, y Annie es un primor, no molestáis.

- Por favor. – Pidió Evelyn. Al segundo Elyan se acercó a ellos y rogó a su hermano mayor también. Aunque vivían en la misma ciudad apenas se veían, podrían pasar meses hasta su próxima visita.

- Está bien, está bien.

     La cena esa noche fue un poco más especial que de costumbre, había un plato principal y un acompañante, incluso Sarah había preparado un pequeño bizcocho como postre. Los que más disfrutaron la comida fueron los dos hermanos más pequeños, que habían pasado un día bastante agotador y algo aburrido. Durante la cena, encendieron el único televisor que había en la casa para poder ver las noticias, estaban seguros que hablarían de la Selección.

     "Más de mil jóvenes ciudadanas se han presentado hoy, en todo el reino, a los puntos estipulados para preparar las inscripciones, que ya están siendo redactadas y enviadas a palacio." – Una reportera joven y con los mofletes algo regordetes hablaba con elocuencia y gracia, explicando cómo había sido el proceso y las dificultades que se habían encontrado. – "Ahora, nos hará el gran honor de acompañarnos su alteza el príncipe Stefan Decksheimer."

     Evelyn miró la pantalla del televisor, prestando especial atención a lo que el príncipe tuviese que decir. ¿Quién sabía? Con suerte, pasaría con él algunos días.

- Es un honor que nos acompañe. – Le saludó la reportera, inclinando la cabeza con cortesía.

- El honor es todo mío. – Respondió el príncipe con una sonrisa.

     Stefan era el mayor, por decirlo así, ya que había nacido cinco minutos antes que su hermano. Era, de lejos, más extrovertido que Kristian y Evelyn suponía que ese era el motivo por el que había ido a la entrevista solo.

- La verdad es que, tanto mi hermano como yo, apenas hemos podido dormir esta noche de la emoción. – Stefan estaba respondiendo alguna pregunta que la reportera le había hecho, así que Evelyn volvió a prestar atención a sus palabras. – Antes de venir aquí ya nos han dado la noticia de que algunas solicitudes están en camino. Estamos deseosos de verlas y de vivir esta experiencia.

- ¿Cree que encontrarán el amor gracias a la Selección?

- Tengo mucha esperanza en que será así. Cuando veo a mis padres, sé que es posible que ocurra, tendría demasiada mala suerte si no ocurre. – Respondió el príncipe, dejando escapar una risa melodiosa.

- ¿Sabe cuándo estarán los nombres de las seleccionadas disponibles?

- Mi hermano y yo estamos ansiosos por conocer a todas las jóvenes, así que daremos los resultados en una semana justa, si hace falta, no dormiremos esos días para revisarlas todas.

     Aunque el príncipe había respondido con toda la intención de aliviar la tensión de los oyentes, a Evelyn ese comentario le sentó como un gran jarro de agua fría, sabía que muchas de las solicitudes ni siquiera se verían, dudaba si quiera que las inscripciones de las jóvenes que habían recibido un sobre azul llegasen a palacio. No pudo más que sentir rabia hacia los príncipes, la familia real, y toda la gente que estaba involucrada en el proceso.

     Elyan se dio cuenta de lo que pensaba su hermana, y en su interior rezó porque ella fuese una de las seleccionadas.

- Por último, ¿podría darles algún consejo o dedicarle unas palabras a todas las jóvenes que podrían ser elegidas?

     Stefan miró directamente a la cámara y respondió con seguridad y de manera algo pausada:

- Que sean ellas mismas.

     Parecía que había establecido contacto visual con todas las jóvenes que habían presentado su solicitud en el día, al menos, de esa forma lo sintió Evelyn, viendo cómo los azules ojos del príncipe no apartaban la mirada de la cámara. Un pequeño escalofrío recorrió su espalda y, tan solo por un segundo, sintió que realmente sería una de las elegidas.

     La semana que tuvieron que esperar para saber a las elegidas fue la semana más dura de Evelyn. Siempre andaba distraída y eso hacía que se equivocase en todas las tareas que tenía que hacer, apenas dormía por las noches y cuando lo hacía, se desvelaba de vez en cuando, hasta perdió a Sven un día cuando le acompañó al mercado.

     El estado de Evelyn afectó a todos los miembros de su familia, aunque por suerte, Elyan estaba todo el rato detrás de ella, arreglando los estropicios que hacía antes de que a su madre le diese un ataque.

     Quedaba tan solo un día para que anunciasen los resultados y Evelyn estaba de los nervios.

- Eve, ¿estás bien? – Preguntó Elyan acercándose a su hermana melliza. Ya habían comido y estaban teniendo sus quince minutos de descanso diarios, antes de volver a trabajar y ayudar en casa.

- Bueno, he estado peor.

- Estás temblando. – Elyan cogió las manos de Evelyn y las rodeó con las suyas, intentando tranquilizarla, si Caspian estuviese allí, seguro que él lo haría mejor, seguro que Evelyn no estaría tan nerviosa.

- Y no sé por qué, no tengo ganas de conocer a los príncipes, eso si tengo la oportunidad de conocerlos, madre mía, la espera me está matando.

- Respira hondo. Ya solo queda un día para saber si has sido seleccionada o no, ¿podrás aguantar menos de veinticuatro horas?

- Supongo que sí.

     Elyan se rio durante pocos segundos, una risa nerviosa que intentaba tranquilizar a su hermana pero que no tuvo el efecto esperado. Le rodeó con sus brazos y le depositó un dulce beso en la cabeza. Evelyn se refugió un instante en los brazos de su hermano, era consciente que por su culpa, Elyan había estado una semana entera trabajando el doble, por culpa de los errores que había tenido. Quería saber ya los resultados, para que los nervios se disipasen y poder volver a la normalidad.

- Evelyn cariño, han llamado los Corday, piden que alguien vaya a limpiar la casa, ¿puedes ir o prefieres que mande a Kaira? – Preguntó su madre, asomando la cabeza por la puerta de la cocina hacia la pequeña sala donde se encontraban los mellizos, que hacía la función de sala de estar y comedor.

- No, no, yo puedo ir. – Respondió apresuradamente La joven.

     No quería que Kaira comenzase a trabajar como limpiadora tan joven, ella era una chica alegre y elegante y Evelyn estaba segura que el destino le deparaba grandes cosas, quería protegerla todo lo posible y que disfrutase de su infancia y adolescencia como ella no había podido hacer. Por eso, se dirigió a la casa de los Corday, por muy mal que le cayese Ada, para conseguir algo de dinero.

     Así era la vida en Xirian, Quienes nacían en una familia pudiente tendrían una buena vida, quienes nacían en una familia con algunas dificultades económicas tendrían que trabajar muy duro para poder salir de ahí, y quienes nacían pobres... La gente pobre apenas duraba en Xirian, si no los mataba una enfermedad los mataba el hambre o el egoísmo de los más favorecidos. Evelyn sentía cierta simpatía por toda la gente pobre que encontraba en Iretia, aunque no era mucha, pues era una de las ciudades más ricas de todo el reino. Por el contrario, sentía apatía hacia todas las familias con desahogo económico, pues siempre se aprovechaban de los más débiles.

     Sin embargo, si ella quería tener una vida más o menos digna no podía quejarse, debía ir y limpiar las casas de los más adinerados, coser los remiendos de gente de la ciudad, ayudar en la cocina... Era a lo que se dedicaban las mujeres del reino. Los hombres, por su parte, eran solicitados en trabajos de construcción o transporte, aunque también se contrataban a muchas personas en el sector del comercio, de ambos géneros. Caspian había tenido la suerte de entrar en ese negocio, pero Elyan y Evelyn no habían tenido el mismo destino.

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