XXV

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     Cuando Evelyn entró en el dormitorio el silencio se hizo en la estancia y todos los ojos fueron a parar a ella. Por suerte, ella ya contaba con que eso pasaría, así que no le sorprendió; aunque no podía evitar sentirse incómoda al tener la atención de todas las chicas del cuarto.

     Comenzó a caminar hacia su cama, al final de la habitación, con la cabeza ligeramente agachada y rehuyendo las miradas de odio que le lanzaban algunas de las seleccionadas.

- ¿Qué tal con el príncipe? - Preguntó una joven con la que Evelyn no había hablado en la vida.

     La aludida se detuvo y giró la cabeza para poder establecer contacto visual con la joven que le había preguntado. Sonrió ligeramente mientras le respondió con naturalidad:

- Estupendo, gracias por preguntar. 

     Hinchó el pecho con orgullo y para darse ánimos para seguir fingiendo por si alguien le preguntaba algo más y reanudó el paso hacia su cama.

- ¿Estás orgullosa de quitarnos las oportunidades al resto? - Preguntó otra joven voz en grito. 

     Evelyn no pudo evitar rodar los ojos y tuvo que volver a detenerse y darse la vuelta, otra vez estaban con lo mismo.

- Podéis pensar lo que queráis, no os estoy quitando oportunidades a ninguna.

- Claro que sí, ¿o crees que podremos ser reinas y enamorar al príncipe si este no deja de verte? - Comentó otra chica, su voz denotaba tal enfado que el ambiente se volvió pesado, más si cabía.

- ¿Qué puedo decirte? Le he llamado la atención, no es algo con lo que contaba. - Respondió Evelyn; quiso sonreír, pero no encontró las fuerzas necesarias para hacerlo. 

- ¿Y qué has hecho? - Preguntó Ada, acercándose a nuestra protagonista varios pasos, con los brazos cruzados sobre su camisón y una expresión de victoria dibujada en el rostro. - Si es verdad que no quieres perjudicarnos como la antigua seleccionada, la que envenenó a veintinueve chicas, supongo que no te molestará contarnos cómo has conseguido llamar tanto la atención del príncipe Stefan. Para que todas podamos contar con el mismo número de oportunidades. - Un murmullo se formó en la habitación cuando la mayoría de seleccionadas afirmaron estar de acuerdo con Ada.

     Evelyn miró con cierta rabia a Ada, ¿qué pretendía? ¿A dónde quería llegar con esa propuesta? No tenía ninguna respuesta en mente, no sabía cómo salir de esa, ni siquiera respondiendo con sinceridad porque, ¿qué diría: "he sido honesta y le he hecho saber que solo estoy aquí por el dinero y por eso ha considerado que era buena idea tener mi amistad"?

     De pronto, la puerta del dormitorio se abrió y los murmuros que habían surgido cesaron de golpe, otra chica había captado la atención de todas las jóvenes: una chica de larguísima cabellera rubia y mejillas sonrojadas, bañadas en lágrimas. 

     La recién llegada hizo caso omiso de las miradas y de la situación que estaba ocurriendo en el interior del dormitorio y se dirigió a su arcón, chocándose casi a propósito con Evelyn en el camino.

- Sarah, ¿cómo estás? - Preguntó una joven de pelo rizado y piel tostada, aunque sin acercarse a su amiga.

- Eliminada, estoy eliminada. - Respondió la chica dejando escapar varios sollozos. - Vuelvo a mi casa, sin si quiera haber hablado con los príncipes dos veces.

     La joven se dejó caer al suelo, frente a su arcón y con varias de sus pertenencias en la mano. Las lágrimas volvieron a salir de nuevo y, aunque intentó silenciar su llanto para que el resto de presentes no se percatasen de él, no lo consiguió. 

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