debilidad

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Después de tantos golpes, fue detenida nuevamente, la chica estaba confundida como la detuvieron como si nada, voltio y era Alex sosteniendo sus brazos, aunque si sentía cariño odiaba que intervenga en sus peleas —ya suéltame— como una fiera, aunque el motivo era por insultarla como si nada, siempre era lo mismo miraba de manera fija esperando a que termine y si da el primer golpe no pararía hasta sacar sangre

— No voy a hacer eso ya basta por favor por mí, Amy basta— como el tono de Alex se comenzaba a quebrar no tenía opción más que dejar a la otra chica al suelo para que terminara la pelea

— Te salvaste, pero no creas que terminara

— ¿sí? Te voy a estar esperando maldita psicópata— en lo cual Amy escupió sangre para ser llevada por Alex

Sabía que era dura ser su amiga, testaruda violenta, pero de buenas intenciones.

Amy en si odiaba como Alex tenía ese poder en ella, era como su debilidad, como una oveja o un cordero blanco que le rompía el corazón cuando pedía que pare ni siquiera quería ver si sale una lagrima entendía que no puede dejarse llevar por la ira en su presencia ¾te odio¾ decía con algo de bromas.

Como era de esperarse no recordó bien lo que había sucedido el día anterior, en realidad creía que todo fue un sueño, que ese hombre que la cargo en sus brazos era producto de su imaginación y que le iba a conceder el control al momento de decirle que la besara.

Mientras que del otro lado la pasión que generaba los padres de Alex era tan evidente que lo obligaba a irse más temprano, pero al salir algo le había pasado, se sentía como nuevo, como si lo malo se iría incluso esa voz que lo había seguido por un tiempo, se desvaneció casi por completo, aunque deseaba que Amy estuviera a su lado.

Sus ojos se abrieron, mientras inspeccionaba el lugar se veía esos colores cálidos y algunos muebles que se veían como del siglo pasado, además de ya tener una muda de ropa que Víctor le había dejado, al levantarse lo primero que hizo fue ir al baño, mirándose al espejo para verse así misma si tenía algunas marcas sospechosas, pero solo tenía las marcas que el padre de Alex le dejo acompañado de una enorme mordida en su hombro. Era claro que Víctor no le hizo nada ni se propaso con ella, en lugar de eso le dejo un vestido a su medida color morado para poder lavar su ropa que se había ensuciado con la lluvia y tierra, pero se preguntaba así misma si todo lo que le ocurre ahora era real, al cambiarse camino hasta donde está el aroma a café y era el esperándola sin procesar la imagen —buenos días espero tengas hambre— Amy solo le sonrió asintiendo con la mirada, al ver como la esperaba con una porción de pastel de fresas

— Enserio ¿esto es real?

— Te ves bien con el vestido sabía que te quedaría bien

— te vuelvo a preguntar ¿es real?

— Si lo es, como sabes eres la primera mujer a quien llevo a mi casa y sentía que puedo confiar en ti, pero no te preocupes iré despacio para no espantarte

— Entonces ¿piensas darme una joya? Mas vestidos o zapatos tal vez

— Tal vez sea así, mejor desayunemos y después puedes atender tu teléfono ya que no paraba de sonar

Dándose cuenta de la vergüenza que paso por el bendito celular, a pesar de que amaba su celular le estaba dando problemas —perdón no va a volver a pasar— pero Víctor solo le decía que no se preocupara. Era tan comprensivo que hasta imaginaba que nada era real.

Durante el desayuno posaba su mentón en su mano para apoyarse mientras hablan mutuamente, le encanta su compañía, sus palabras era y sonaban tan interesantes como él —ahora que estas lucida ¿sigue en pie lo del beso? — provocando que se atragante con el café, además de la risa de Víctor por tomarla de sorpresa

El efecto de un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora