El efecto de un deseo

sueños

No era lo que creía perfecto, de hecho, con ser criado para tener una percepción en lo cual se aseguraba de que sean idénticos, pero el creer o confiarse era su error. Ya más de una vez intento decir lo equivocado que estaría.

En realidad, seguía usando sus energías en una actividad que le hacía bien, más bien era perfecto, sus pasos eran de adelante y atrás, el sudor comenzaba a brotar de su frente empapando su rostro, así como la respiración —es todo un prodigio— hasta escuchar unas palabras que eran dirigidos a él, pero no quería hacer caso el deporte lo tomaba más como una terapia, era enserio que había dicho que no estaban así porque si

— nada mal para ser un chico de 17— le respondió otro hombre guapo de 42 años tratándose de su padre —¿de cuánto estamos hablando?

— Puede verlo por usted mismo— entregándole un contrato, al verlo no podía creerlo era claro que no dudaba en firmar, pero el hombre lo detuvo

— necesitaríamos el consentimiento del chico para hacerlo legal

— Si claro estoy seguro de que estaría de acuerdo— su charla se prolongaba hasta detener a una señorita —disculpe, pero mi hijo ¿Dónde está?

— Se fue a los vestidores señor— provocándole un disgusto

— De acuerdo— pudo suspirar al final, de las pocas veces en las cuales no estaba contento con esa actitud

No estaba ni se podía sentir más agotado, quería terminar lo antes posible para poder ver a su único amor, extraña verla y más en esos ojos grises parte que más lo habían cautivado. Como no la encontraba no le quedó otra opción más que ir a los vestidores, estaba demasiado agotado para seguir buscándola, mientras entraba escuchaba unas risas que lo llamaban demasiado la atención hasta voces —deberías dejarlo— hasta ver mejor era ella con otro chico

— ya te dije que no, estoy enamorada nos vamos a casar no sirve de nada que me insistas

— bien, pero hasta que eso pase deberíamos divertirnos mientras tanto ¿no crees?

Esas palabras le resultaban un tanto seductoras además le hablaba tan cerca del oído que la hacía sentir una cierta excitación, Alex esperaba a que lo rechace, pero no fue así pues vio como cedió ante el dejándole un sabor amargo no sabía si ir a confrontarlos y darle una golpiza o solo irse para pensar, el impulso quiso controlarlo, pero fue más listo yéndose al final para cambiarse.

No podía sentir más que decepción, el dolor de la traición era como un golpe en el pecho tan intenso que le costaba respirar, pero gracias a su ira no lo sintió tan mal golpeando todo lo que se le atraviese —¿si vas a pagar lo que rompes verdad? — Hasta escuchar una voz femenina

— eso no te interesa

— pues si no te interesa, te molestaría pasarme ese bolso es de mi hermano se lo olvido el otro día— estrechando su mano para que se lo alcance, mientras lo veía furioso sentía cierta atracción

— Como sea— solo le entrego el bolso sin verla, pues no quería desquitarse con la primera persona y menos cuando se trata de una mujer, pero ella comenzaba a acercarse hasta darse cuenta —¿se te ofrece algo más? — hablando muy molesto

— pues algo parecido, puedo ayudar a descargar tu ira— pero no quería nada de nadie ni lidiar con presencias que claramente le molestan

— no es lo mío meterme con otra por despecho así que no gracias— sin más antes de que su ira se disipe se fue para dejarla sola.

Podría jurar que estaba en una pesadilla, no quería lidiar con los reclamos de su padre ya que sabía que lo buscaba necesitaba escapar de ese lugar estaba demasiado confundido además las llamadas de su padre lo hacían sentir peor, pero si algo que amaba era su lugar secreto sabía que de ese lugar salía de mejores ánimos además de hacerlo olvidar de sus presiones.