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Era lunes por la noche y yo seguía en la oficina, como iba a tomar un par de días libres porque finalmente Leonardo y yo nos iríamos de vacaciones, tenía que dejar todo listo en la oficina. Estaba concentrada respondiendo unos mails cuando escuché que tocaron mi puerta, giré la cabeza y casi me da un paro cardíaco cuando vi que era Aidan.

—¿Tú? ¿Qué haces aquí? — Pregunté más que sorprendida.

—Buenas noches, yo muy bien, aunque no tanto como tú. — Exclamó con una gran sonrisa entrando y se quedó de pie del otro lado del escritorio.

—Buenas noches, ¿Cómo estás? —

—Que diferencia, primero los saludos y luego lo que quieras. —

—Ahora sí me puedes decir a que debo el honor de tu visita. —

—Presley me pidió que te entregara esto. — Respondió entregándome un sobre blanco en el que estaba escrito mi nombre con una hermosa letra. — Le has caído de maravilla ya que ha sido muy selectiva con los invitados no sé que le hiciste, pero te quiere ahí. —

—Aidan, pero yo...¿Tú quieres que yo vaya? —

—Sería divertido, va a ser en Miami, imagínate; el mar, la playa, el sol, la arena, tú y yo desnudos al anochecer… — Respondió mientras caminaba y se paraba junto a mí, recargado en el escritorio, yo hice un poco la silla para atrás, nerviosa. — Además, Presley no te perdonaría tu ausencia y sabe dónde encontrarte y no querrás conocerla enfadada, hasta asusta a Jaxon, así que imaginate. —

—Trataré, pero la verdad no te lo aseguro. —

Me dio una de esas sonrisas arrebatadoras que elevaba mi pulso a mil y entonces recordé lo que había fantaseado con él en varias ocasiones, mi corazón se aceleró ante semejante idea, no imaginé que pudiera cumplirla, lo bueno es que pasaban de las ocho y no había nadie más en la oficina, salvo los vigilantes pero se encontraban en la planta baja, así que decidí arriesgarme.

—Necesito ir a la oficina de mi jefe por unos papeles. — Dije para despistarlo, quería tomarlo por sorpresa.

—Está bien, te espero. —

Le di una pequeña sonrisa y salí, entré a la oficina de Madeline y le agradecí su vanidad como nunca antes. Me miré en el espejo que tenía pegado detrás de la puerta y arreglé un poco mi cabello, no sé para qué con lo que tenía planeado hacer. Caminé de puntas a mi oficina y lo vi sentado sosteniendo y mirando una foto mía con Leonardo, se me había olvidado que la tenía ahí.

Cerré despacio la puerta de la oficina y le puse el seguro, caminé tratando de no hacer ruido y cuando estuve a su lado, le quite el portarretratos de la mano y lo puse con la foto hacia abajo sobre el escritorio.

Me miró y entonces yo me senté encima de él, con mis piernas a sus costados, me sonrió sensualmente, adoraba esas sonrisas, puse mis manos sobre el respaldo de la silla y lo besé apasionadamente, él me abrazó y comenzó a acariciar mi espalda, devorando mi lengua, yo comencé a desabrochar su camisa sin dejar de besarlo y él me sacaba la blusa de la falda, cuando lo logró, acarició la piel de mi espalda y sentí que movía sus dedos para desabrochar mi blusa, pero lo frené.

Me hice un poco hacia atrás y la desbroché yo lentamente, él me miraba fascinado, con la sonrisa excitada, me abrí la blusa y desabroché el sostén, de casualidad me había puesto uno que se abrochaba por enfrente, cuando destapé mis senos él comenzó a besarlos, pasando su lengua por mis pezones, yo emití un suave jadeo y eché mi cabeza hacia atrás por las sensaciones que me provocaban sus labios.

Subió mi falda y comenzó a retirar mi ropa interior, me puse de pie para quitármela por completo y él saco un condón de la bolsa del pantalón, me sorprendía tanto que siempre llevara uno consigo, no quise pensar en eso, sólo disfrutar del momento.

𝐌𝐢 𝐀𝐫𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐚́𝐧 [ᎀᎅᎀ᎘᎛ᎀᎄɪᎏ́Ɏ] (𝓐.𝓖.) [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora