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—Ahora sí me puedes explicar por qué bebiste de esa manera. —

—No cometí ningún delito y créeme que si fue así ya lo estoy pagando. —

—¿Qué te sucede Aidan? Tú no eres así, jamás habías abusado del alcohol. —

—Nada, no me sucede nada, ¿Vale? —

—Claro y yo soy la primera dama de Estados Unidos...¿Acaso es por una mujer? —

—Ay por dios Juliet, sabes que yo no me engancho. —

—Siempre hay una primera vez para todo, es eso, ¿Verdad? —

—No, de sobra sabes que mi único amor es y será Lily. —

—Está bien, veo que estamos en la etapa de la negación. —

—¿Quieres dejar de usar tus rollos psicológicos conmigo? —

—Uy, que susceptible amaneciste, o ¿Será que toqué una fibra sensible? —

—Ya basta Juliet, por favor, suficiente tengo con el dolor de cabeza como para estar soportando tus cosas. —

—Está bien Aidan, si no me quieres contar nada no te presionaré, pensé que no había secretos entre nosotros. —

—No los hay, no me emborraché por ninguna mujer, estaba estresado, tengo mucho trabajo, se vienen proyectos nuevos muy importantes y se me pasó la mano con el alcohol, no fue planeado. —

—Vale, si esa es tu versión, te creeré. — Dijo moviendo la cabeza nada convencida.

—Juliet… — Le tomé una mano. — Si algún día alguien me llega a interesar, te aseguro que serás la primera en saberlo. —

—Eso espero. — Suspiró resignada. — Ay Aidan, ya madura por favor, deja de andar con una y con otra, no creas que no me di cuenta que anoche te perdiste un buen de tiempo con una tipa que casi te viola en la pista de baile. —

Le sonreí sin comentarle nada al respecto, a pesar que me había gustado la aventura, hoy, extrañamente, sentía que no debí haberlo hecho, me estaba arrepintiendo, como si hubiera cometido una traición, pero, ¿Qué demonios? ¿Por qué no? Yo era soltero y podía divertirme cuantas veces quisiera y con quien fuera. Terminé de desayunar y volví a dormirme, así pasé la mayor parte del día y del domingo también.

Si alguien era un ángel en mi vida, esa era Juliet, sin duda, estaba conmigo sin importarle nada, apoyándome siempre al cien por ciento, ojalá hubiera podido enamorarme de ella, sería la mejor pareja que podría tener; cariñosa, entusiasta, amable, leal, simpática, confiable, pero, no, sólo la podía ver como amiga, fue tan extraño haberla besado en aquel juego de botella cuando éramos adolescentes, sentí que estaba besando a mi hermana, ahí supe que jamás la vería de otro modo.

Lunes y martes transcurrieron sin ninguna novedad, sólo trabajo, juntas, leer y responder mails, firmar documentos, la misma rutina de siempre. El miércoles por la tarde mi asistente me anunció que un hombre insistía en entregarme unos papeles en persona, se identificó como Cameron y dijo que iba de parte de Ethan Trudeau y que la información que llevaba era confidencial y sólo me la podía entregar a mí, en seguida supe de que se trataba y le dije que lo hiciera pasar.

Me entregó un sobre cerrado bastante grueso, por cierto, del cajón del escritorio saqué mi chequera y llené un cheque con la cantidad que me indicó, por sus honorarios, no fue nada barato, pero en fin, ya no había vuelta atrás. Cuando él salió de mi oficina tomé el sobre en mis manos, lo estuve mirando varios minutos y decidí que ya no importaba así que lo metí hasta abajo del cajón y continué con mi trabajo.

A las seis se empezaron a ir todos los empleados y me quedé solo en mi oficina terminando de llenar unos formularios que necesitaba llevarme a mi viaje. Una hora después partí a mi departamento, cuando abrí el cajón para sacar las llaves de mi coche vi el sobre, dudé en un principio, pero la curiosidad me ganó y lo agarré.

Llegando a mi departamento me puse la pijama y me tumbé en la cama, abrí el sobre y había muchos papeles y varias fotografías de t/n, algunas sola y otras con ese tipo con el que la había visto una semana atrás. Tomé una fotografía y la miré, era tan hermosa y sentí que el corazón me latía más aprisa.

Comencé a leer y me enteré de muchas cosas, su fecha de nacimiento, acababa de cumplir veintiséis años, vivía sola, sus padres eran divorciados, sus padres vivían lejos de ella, tenía un año viviendo en Nueva Jersey y trabajaba en la misma agencia que estaba llevando la publicidad de la línea de ropa de Presley, pero, ¿Sería posible que la chica de la que me habló fuera ella? Seguí leyendo, no tenía mascotas, sus flores favoritas eran los alcatraces, le gustaba el cine y llevaba siete años con su novio Leonardo, eso me dejó perplejo.

Miré el calendario en mi celular y me di cuenta que el día que la conocí era su cumpleaños, pero, ¿Qué clase de novio tenía que la había dejado sola en una fecha tan importante? Eso era muy extraño y más que el nombre de mi rival me resultara conocido, ya lo había escuchado antes, pero ¿Qué había pensando? ¿Mi rival? ¿Acaso me estaba volviendo loco?

El viaje resultó muy productivo, conseguí financiamiento para la construcción del hotel en Londres y descubrí que Leonardo trabajaba en una importante casa de bolsa en Nueva Jersey y que uno de mis socios era su cliente, muy conveniente.

El lunes por la mañana le pedí a mi asistente que consiguiera el teléfono de ese lugar y que me sacara una cita directamente con él. Los negocios me habían enseñado que al enemigo había que tenerlo cerca si se quería acabar con él.

T/n seguía sin buscarme, hoy justamente se cumplían dos semanas de nuestro último encuentro. Ah, pero, ¿Qué hacía yo pensando en ella y buscando conocer a su novio? Sonreí malévolamente, ¿Qué cara pondría ella si me viera en algún lugar con él? ¿Cuál sería su reacción al enterarse que lo conozco? Tal vez le devolvería el golpe que ella me dio cuando yo la vi con él, aunque no sería lo mismo.

El martes llegué a las once en punto a la casa de bolsa, la asistente de Leonardo me dijo que estaba en una junta, que me sentara a esperarlo, tomé una revista y me senté en el sillón. A los quince minutos llego él y al verlo de inmediato vino a mi mente la escena que presencié afuera del departamento de y la misma sensación me recorrió nuevamente. Él se acercó y me estrechó la mano cordialmente.

—Disculpa la tardanza, la junta se prolongó más de lo previsto, tú eres... —

—Aidan Gallagher, soy socio de Jackson Harris y él me recomendó contigo, Leonardo, ¿Verdad? — Respondí estrechándole la mano y ahí agradecí las clases de actuación que había tomado en la preparatoria, porque le sonreí sin que él notara que en realidad quería golpearlo.

—Sí, Leonardo, mucho gusto. —

—Igualmente. — Le mentí categóricamente.

—Pasemos a mi oficina. —

Estuvimos hablando de inversiones, era bastante bueno en su trabajo y conocía a la perfección el manejo de la bolsa, sería un negocio bastante productivo trabajar con él, un negocio redondo. Sonó su celular y sonrió enormemente al leer el mensaje, supuse que era de t/n porque hasta le brillaron los ojos. Salió de su oficina por unos documentos que tenía que firmar y el muy torpe dejó su celular sobre el escritorio, así que lo tomé y leí el mensaje que le había llegado, la tenía registrada como "princesa".

"Hola bombón, ardo en deseos de que sea viernes para verte, ¿No podrías hacer hoy una excepción y salir conmigo en lugar de con ella? Besitos Leo."

Dejé el celular de nueva cuenta en el escritorio y sonreí, ¿Así que Leonardo escondía un secretito? Que conveniente resultó eso para mí. El idiota ignoraba que su novia le estaba pagando con la misma moneda y que ahora él mismo sería quien me la pondría en bandeja de plata. T/n no se merecía a un tipo como él y si ella no me buscaba yo llegaría a ella y, esta vez, sin reglas.

𝐌𝐢 𝐀𝐫𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora