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Sentí como se me revolvió el estómago con la insinuación, la escenita de la cocina estaba muy fresca en mi mente y no quise ni pensar como hubiera terminado si no hubiésemos interrumpido, volteamos, pero él seguía sosteniendo mi mentón.

—Perdón, no quise interrumpir, la cena está casi lista, pasen y después vemos cómo nos acomodamos. —  Exclamó Juliet desde el umbral de la puerta, Aidan estaba detrás de ella con una mirada de pocos amigos, como si quisiera fulminar a alguien.

—Gracias Juliet, pero nosotros acabamos de comer, además supongo que ustedes quieren estar solos, creo que será mejor que Leonardo y yo nos vayamos a un hotel. — Dije separándome de él, pero entrelacé mi mano con la suya.

—De ninguna manera, el que se confundió fui yo, los que debemos irnos somos Juliet y yo. — Dijo Aidan abrazándola por la cintura.

—No, Aidan, por supuesto que no, es tu casa, además la culpa fue mía porque primero te dije que vendríamos el siguiente fin de semana y apenas el martes te avise que siempre llegaríamos hoy, yo fui el de la confusión. —

—Nadie se va a ir a ningún lado, quizá no somos los mejores amigos del mundo pero será grandioso convivir este fin de semana y conocernos más, ¿Verdad, nene? — Dijo Juliet mirando a Aidan y le dio unas palmaditas en la mejilla.

—Yo encantado, esta es su casa y Juliet tiene razón, no veo ninguna razón para que no la podamos pasar bien los cuatro. — Respondió mientras chocaba delicadamente su cabeza con la de ella que le sonrió.

—Yo tampoco le veo mayor problema, es que t/n tenía la ilusión de que estuviéramos solos ella y yo. — Intervino Leonardo dándome un beso en la comisura de los labios.

—No te preocupes por eso, compartirán habitación, y Aidan y yo podemos usar tapones en los oídos contra el ruido. —

—Juliet, pero que cosas dices. —

—Ay t/n, ya todos somos adultos aquí, no tiene nada de malo, anda, acompáñame a la cocina a terminar la cena. — Exclamó Juliet tomándome de la mano que tenía libre obligándome a caminar.

Con dificultad solté a Leonardo, yo seguía con el estómago hecho nudos por las muestras de afecto entre ella y Aidan y cuando pasé a su lado le corrí la mirada furiosa y él desvió la suya. Me excusé con Juliet diciéndole que estaba muy cansada y que mejor aprovecharía para subir a acomodar mis pertenencias. Cuando salí de la cocina Aidan y Leonardo miraban la televisión y sostenían una copa cada uno, sólo les dije buenas noches y subí corriendo las escaleras.

Abrí la puerta de la primera habitación y sólo había una maleta que supuse era la de Aidan y Juliet, me dieron ganas de arrojarla por las escaleras, pero sabía que tenía que guardar la compostura, nos quedaban tres largos y tortuosos días que no sabía cómo iba a sobrellevar. En la habitación contigua estaba mi maleta y la de Leonardo. Tomé la mía y empecé a desempacar, aún era temprano, pero me puse mi pijama y me metí a la cama, no estaba dispuesta a bajar y seguir presenciando las expresiones de cariño entre Juliet y Aidan, no tenía idea si podría evitar hacer una escena de celos que no venía al caso porque también estaba mi novio.

No supe en qué momento me quedé dormida. De pronto, sentí el peso de alguien sentándose en la cama y una suave mano que empezó a acariciarme la espalda, abrí los ojos y giré mi cabeza, era Leonardo que me miraba con deseo y aunque estaba que reventaba de los celos no iba a tener relaciones con él sólo por venganza.

—Leonardo, no estoy de humor ahora, me duele la cabeza, estoy cansada por el viaje. —

—Está bien, como quieras, luego estás reclamando y ahora sales con que te sientes mal. — Dijo molesto levantándose de la cama.

𝐌𝐢 𝐀𝐫𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐚́𝐧 [ᎀᎅᎀ᎘᎛ᎀᎄɪᎏ́Ɏ] (𝓐.𝓖.) [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora