Capítulo 17: Una apuesta es una apuesta

240 19 13
                                    

Iris

—¡Steven Spielberg! —gritó Jota mientras me sujetaba.

No me lo podía creer, estaba pegada a su pecho mientras que me tapaba la boca para decir la respuesta, empezó a reírse y yo pataleé para soltarme. Sara nos miraba incrédula mientras sonreía de oreja a oreja. Noté su mano en mis labios, era suave y cálida. Un olor a perfume inundó mis fosas nasales e intenté soltarme de su agarre pero era casi imposible porque estaba demasiado fuerte. Me removí encima de él para zafarme y entonces se me ocurrió la genial idea de hacerle cosquillas.

Estiré mis brazos y los flexioné hacia atrás para clavar mis dedos en sus costillas.

Bingo.

Comenzó a moverse mientras contraía sus hombros por el esfuerzo, me solté y conseguí incorporarme para seguir en mi tarea. Agarró mis muñecas para que parase y clavé mis ojos en los suyos que chisporroteaban mientras las comisuras de mi boca viraban ligeramente hacia arriba. 

, tienes cosquillas —me solté y me pasé una mano por el pelo. 

—Pero no se lo digas a nadie —se puso un dedo en los labios. 

—Punto para Jota. —Escuché. 

Los ojos de Jota se abrieron de par en par mientras que yo me giraba hacia mi amiga abriendo la boca indignada. 

—¡¿QUÉ?! ¡Ni de coña, Sara! —chillé.

—Tocas conmigo —Jota se acomodó en el sillón.

—¡Has hecho trampas! —lo señalé con un dedo acusador. 

—No hemos dicho nada de que eso no se podía hacer. Además, Sara es la jueza y ella ha decidido darme el punto —se señaló con las manos.

—No es justo —me enfurruñé y me crucé de brazos.

Jota me miró con una sonrisa demasiado tierna, apreté las cejas cuando me di cuenta de que lo estaba observando demasiado y me puse seria. No. Estaba enfadada con él.

—Lo siento, Iris pero gana mi primo —Sara le guiñó un ojo.

—No pienso tocar en ningún concierto —sentencié, picada.

Solo sabía tocar un poco la guitarra pero tampoco era nada del otro mundo. Me enfadé de nuevo como una niña pequeña cuando volví a acordarme de que había hecho trampas y no era justo. Yo quería saber su nombre.

—Has sido una gran jugadora.

Extendió su mano para estrecharla y yo simplemente la aparté de un manotazo.

Uy, qué mal perder. 

—Has hecho trampas —le señalé con el dedo en la cara.

Lo agarró en un movimiento del que no fui consciente y tiró de mí para acercarme a él. Lo tenía tan cerca que podía sentir su respiración y obviamente me puse demasiado nerviosa. Mis mejillas se tiñeron de escarlata y tragué saliva cuando abrió la boca.

—Te aguantas —susurró maliciosamente.

Lo miré furiosa y él se apartó recolocándose en el sillón.

I N S O P O R T A B L E.

—A trabajar —nos señaló el ordenador—. Ya os he dicho que os iba a ganar.

—Tú sigue, que al final no toco.

—Ah, pero, ¿lo vas a hacer? —preguntó Sara.

—Una apuesta es una apuesta —Jota se encogió de hombros.

A través del arco IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora