Capítulo 43: Insoportable

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Iris

Caminé hacia el pasillo mientras Jaime se sentaba en el sofá.

—Voy a ponerme ropa cómoda y vengo, no tardo nada.

—Tranquila, aquí estaré.

Sonreí y fui hacia mi dormitorio para ponerme unos pantalones y una sudadera. Me hice un moño y atrapé una manta antes de salir; en la costa no solía hacer apenas frío pero cuando el sol caía, la humedad calaba todos los huesos.

Salí de nuevo al salón y le devolví a Jaime su ropa para que se la pusiera, me senté a su lado y nos tapé con la manta.

—¿Qué quieres ver? —preguntó.

—¿Una peli?

—¿Cuál?

Los ojos comenzaron a brillarme y una sonrisa traviesa me cruzó la cara haciendo que la expresión de Jaime se transformara en una muy diferente, como si supiese lo que le iba a proponer. 

—No has visto Mamma Mia, ¿verdad?

Negó con la cabeza.

—¿La vemos? —puse ojos de cachorrito—. Por fi...

—¿De verdad quieres? —me miró fijamente.

—¿Cómo? 

—Bueno, has dicho que la veías con tu madre... —Me puse seria al instante y me giré hacia la televisión.

—Ya la he visto antes sola... y bueno, aunque me recuerde a ella, me hace feliz verla —tragué saliva.

—Lo siento, no quería hacerte sentir mal, Iris... Es que pensaba que era algo entre vosotras.

—Lo sé, no te preocupes. Cuando veo la película es cuando más cerca me siento de ella. Pensaba que si la veía contigo era una manera de compartir eso... no sé en qué estaba pensando —miré mis manos, nerviosa.

—No, no digas eso. Claro que quiero verla —se acercó a mí.

—¿De verdad?

—De verdad —me dio un beso en la punta de la nariz mientras que yo me acurrucaba contra él.

Diría que estuve concentrada durante toda la película pero mentiría si lo hiciese y bueno, para ser honesta, era incapaz de seguir la trama porque cada vez que miraba el perfil de Jaime me quedaba embobada de lo guapo que era. Lo observaba más de lo que podía ser consciente y sabía de sobra que él se daba cuenta de ello. En alguna que otra ocasión se giraba en mi dirección para clavar sus ojos en mí haciendo que voltease mi cara hacia la televisión como si su mirada quemase, me sabía de memoria los diálogos y aun así ni siquiera podía seguirlos. 

—No estás viendo la película —comentó sin apartar sus ojos de la pantalla.

—Sí que lo hago.

—No, no lo haces.

—Bueno, pero porque te miro a ti. —En cuanto escuchó eso se volteó en mi dirección con una sonrisa de oreja a oreja. 

—¿Soy mejor que la película?

—Bueno... no tanto —me encogí de hombros.

—Pero bueno —entreabrió la boca indignado mientras hundía sus dedos en mis costillas.

—¡No, para, para! —me retorcí riéndome.

Pero fue en un intento fallido porque siguió en su tarea de hacerme cosquillas. Estaba en el sofá tumbada boca arriba y lo tenía encima mientras que paseaba sus dedos por mi costado. No sé cómo lo hice, ni en qué momento pero conseguí ponerme de rodillas para empujarlo de los hombros haciendo que cayese sobre los cojines, me subí en él y la venganza estaba servida. Comencé a hacerle cosquillas por todo el cuerpo sin parar mientras que él intentaba zafarse de mí.

A través del arco IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora