Jota
Resoplé en cuanto se cerraron las puertas del ascensor. Estaba tan cómodo con ella que casi acabo con mi padre a través del teléfono. Necesitaba ayuda con algo del coche, como si yo fuese mecánico o algo...
Salí del cubículo y abrí la puerta para caminar hasta el aparcamiento. Encendí la radio cuando me monté y escuché la música a todo volumen. Sonaba Staring At The Sun de The Offsprings.
Conduje durante veinte minutos hasta que llegué a mi casa, aparqué y vi a mi padre a lo lejos con la caja de herramientas y el capó abierto.
—Hola, papá. Has llegado pronto de trabajar.
—Hola, me he ido antes. Tenía una guardia y me ha cubierto un compañero.
—¿Qué pasa?
—El coche, esta mañana ha hecho un ruido extraño y de repente ha empezado a hacer cosas raras.
—¿Has mirado la batería?
—Sí, pero eso no es.
—¿Y has pensado en llevarlo al mecánico?
Me miró negando con la cabeza a regañadientes y volvió al motor.
—Lo he llamado, pero está de vacaciones. Lo necesito para mañana.
—A ver, déjame mirar.
Me acerqué, cerré el capó y arranqué por si se le encendía alguna luz. Me fijé bien y de repente vi que se activó la luz del aceite.
—Necesita aceite, papá. Mira esta luz —señalé la pantallita.
—Me he fijado antes y no estaba —aseguró mientras andaba hasta la parte trasera.
Apagué el motor y salí al ver su cara de fastidio. Efectivamente, el coche perdía aceite.
—Puf, en eso vamos a necesitar al mecánico.
—Sí, parece que sí —dijo con los brazos en jarra.
—Pues no puedo ayudarte.
—¿Estabas ocupado?
—¿Cómo?
—Cuando te he llamado.
Lo miré y me encogí de hombros, me había molestado que me llamase porque quería estar con Iris, pero no quería volver a pelearme con él, así que lo dejé pasar por esta vez.
—No te preocupes, acababa de dejar a la abuela en su casa.
—Ah, sí me dijo tu madre lo de la cita. No es grave, ¿verdad?
Me extrañó ver a mi padre preocupado por mi abuela, casi nunca mostraba sentimientos, quizás se estaba convirtiendo en una persona nueva.
—No, me ha dicho que está sana como una manzana.
Él sonrió y yo me quedé mirándolo extrañado. Hacía tiempo que no veía a mi padre sonreír y se me hacía demasiado inusual.
—¿Qué? —preguntó.
—Nada, puedes coger el mío mañana. Yo voy con Luis —contesté mientras le daba las llaves.
Me miró a los ojos y me dio una palmada en la espalda.
—Gracias, hijo.
Asentí con la cabeza y entré en casa. Fui a la cocina y puse la mesa porque en cuanto llegase mi madre comeríamos y sabía de sobra que vendría con un hambre atroz. No había rastro de Luis o de Laura, así que les escribí un mensaje para saber qué iban a hacer.
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A través del arco Iris
RomanceIris, tras pasar el peor verano de su vida se muda de ciudad para empezar una nueva etapa. No conoce a nadie. No sabe muy bien qué hace ahí, ni si encontrará su lugar allí. Tampoco sabe que descubrirá a un grupo de amigos con los que conseguirá sup...