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Jisoo

Haciendo caso a la inspectora, salgo de comisaría y me voy a casa para comer tranquilamente. Solo por mentir de forma descarada, ese cabrón merece pasar alguna hora más en comisaría.

Tras comer y descansar un poco en el sillón de lectura donde me he quedado adormilada igual que la señora a la que he visitado esta mañana, me doy una ducha y desinfecto de nuevo todas las heridas.

Esta vez pido un taxi para ir a la dirección que Jihoon me ha dado, donde supuestamente vive su hermana, Park Chaeyoung.

Cuando el taxi está llegando me doy cuenta de que la zona me suena mucho, hasta que llegamos a la calle de las casas adosadas donde ayer acabé tras perseguir a Jihoon y veo que es en una de ellas.

Eso me recuerda de nuevo a Rosé y un inquietante hormigueo me recorre el pecho.

Madre mía, ¿puedo empezar a sentir algo por una persona solo por pasar unos minutos con ella?

Me maldigo a mí misma por no haberme fijado en la casa que era, así, ahora podría aprovechar la excusa de que he venido cerca y pasarme para hacerle una visita. Pero en mis condiciones no estaba para fijarme en nada, y desde la calle todas me parecen iguales.

El taxi se detiene frente al número siete y le pido que me espere, es una comprobación simple y no espero tardar más de cinco minutos en hacer el trámite. Pulso el timbre y espero con paciencia un tiempo prudencial antes de llamar otra vez, pero transcurridos un par de minutos y ver que nadie me abre, me doy por vencida y me subo al taxi de nuevo.

Compruebo la hora, son las cuatro y media y según consta en los datos que nos ha facilitado el joyita de Jihoon por si no la encontrábamos en casa, su hermana trabaja en una floristería del centro. Quizá a esta hora ya está allí para prepararlo todo para abrir.

—¿Dónde la llevo? —pregunta el taxista con la parsimonia de quién tiene el taxímetro en marcha.

Le doy la nueva dirección, le pago la carrera cuando llegamos y espero tomándome un café en el bar de la esquina hasta que es la hora de abrir.
Pasadas las cinco salgo en dirección a la floristería que ya lleva un buen rato abierta. La verdad es que estoy agotada y tengo ganas de acabar con esto cuanto antes. Cruzo la puerta, detrás del mostrador hay una chica joven atendiendo a las dos personas que hay esperando para pagar y al fondo una mujer mirando los ramos de flores.

—Disculpe, estoy buscando a Park Chaeyoung—digo dirigiéndome a la chica de la caja.

La chica parece no escucharme y decido con resignación que debo esperar mi turno cuando la mujer que miraba los ramos se gira de repente y el corazón comienza a bombearme a toda máquina.

—Rosé…—digo sorprendida, tratando de disimular la alegría desmesurada que acabo de sentir—qué casualidad—exclamo controlando el impulso de acercarme a ella y abrazarla.

Rosé me da un repaso de arriba abajo y sonríe de lado, parece que también se alegra de verme.

—Vaya, pensé que no volvería a verte—dice sin perder la sonrisa—reconozco que me atormenta un poco no saber cómo se llama la mujer que se tiró por mi muro, solo me limité a mirar la placa.

¿No le dije mi nombre? Probablemente no, todo fue tan caótico que apenas recuerdo las palabras que cruzamos.

—Me llamo Jisoo.

—Bonito nombre—dice casi masticando las palabras.

No sé si lo dice porque realmente le gusta o para hacerme un cumplido, porque su forma de mirarme me está derritiendo y como siga así, va a temblarme algo más que las piernas.

𝐅𝐋𝐎𝐑𝐄𝐒 𝐘 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 [chaesoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora