Rosé
Lamentándolo mucho por Ana, hoy he decidido tomarme la mañana libre con la intención de hacer un par de cosas. La primera es una visita al capullo de mi hermano que, seguro que estará en su apartamento durmiendo a pata suelta, cuando salga de allí quizá vaya a ver a mi madre.
Después de llamar al timbre con insistencia varias veces, por fin escucho ruido al otro lado de la puerta.
—Ah, Rosé, eres tú—me saluda su compañero de piso.
—Hola, Salva, no me lo digas, está en su habitación.
—Allí mismo—sonríe haciéndose a un lado.
Tenía pensado no decirle nada porque he llegado a la conclusión de que es totalmente inútil hacerlo. He intentado hacer entrar en razón Jihoon tantas veces que hasta he perdido la cuenta.
Siempre la misma historia, yo le suelto el sermón de que así no acabará bien y que no puedo estar ayudándole siempre, él jura y perjura que no lo hará más, que ha sido la última vez, y yo como una gilipollas siempre acabo creyéndolo. Se tiene que acabar.No necesito que alguien como Jisoo me explique que no le hago ningún favor, eso lo sé yo sola, pero a pesar de sus veinte años es mi hermano pequeño y no logro deshacerme de ese instinto de protección que he sentido siempre hacia él.
Cuando entro en su habitación y lo encuentro tumbado en la cama la ira crece dentro de mí de un modo inexplicable, en parte porque, además, huele tanto a hierba que creo que me voy a colocar, y por otro lado creo que Jisoo tiene mucho que ver en este nuevo estado de rabia que siento.
Odio que me mire de ese modo, como si yo fuese una delincuente o la peor persona que habita sobre la faz de la tierra, por primera vez en mi vida hay algo que empieza a importarme demasiado como para dejar que Jihoon me lo arrebate.
Enciendo la luz sin compasión, le doy un fuerte tirón a la sábana que lo cubre y abro la ventana para ventilar antes de que me desmaye del colocón.
—¡Joder, Rosé! —protesta berreando.
—¿A una señora, Jihoon? —le grito
arrancándole también la almohada para estampársela en la cara.—¿Qué haces? ¿Estás loca?
—Loco estás tú, ¿a ti qué coño te pasa? Por poco matas a esa mujer del susto y encima traes a una poli corriendo hasta mi casa.
—No sabía qué hacer, te lo juro, no lograba quitármela de encima, aquella cabrona corría casi más que yo.
—No la llames cabrona, el único cabrón que hay aquí eres tú—lo corto sintiendo una enorme necesidad de defender a Jisoo.
Pues sí que me ha dado fuerte.
—Sin querer corrí hacia un lugar seguro, supongo que por costumbre—continúa mientras le miro fijamente—intenté despistarla subiendo a los muros, pensé que no se atrevería, pero joder, debe ser equilibrista o algo. La tenía demasiado cerca y estaba cansado, así que le lancé el bolso, pensé que lo atraparía y me dejaría en paz, pero perdió el equilibrio y cayó hacia el patio. Fue entonces cuando me di cuenta de que era el tuyo, lo siento.
—No lo entiendes—digo decepcionada—me da igual que la trajeses hasta mí, de hecho, me has hecho un favor, porque gracias a ella voy a tener el valor suficiente para dejar que tú mismo te limpies la mierda solito.
Se acabó, ¿me oyes? —digo con los ojos inundados—es la última vez, si vuelves a cagarla no cuentes conmigo, ya va siendo hora de que madures y asumas las consecuencias de tus actos.
—Ya lo he hecho, te lo juro. Esa fue la última vez, aquella mujer me dió un susto de muerte.
—No me líes más con tus mentiras, siempre dices lo mismo, me convences de que vas a cambiar y a la que me despisto, la policía está llamando a mi puerta.
ESTÁS LEYENDO
𝐅𝐋𝐎𝐑𝐄𝐒 𝐘 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 [chaesoo]
أدب الهواةEn su primer día de trabajo como policía Jisoo se tropieza con un ladrón de poca monta al que persigue en una carrera agónica por toda la ciudad, pero el chico logra escapar después de provocar que la agente acabe cayendo sobre los rosales de una de...