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Rosé

Me despierto en mi casa con la agradable sensación de tener a Jisoo entre mis brazos, beso su pelo y la frente, después bajo hacia sus ojos, beso uno y luego el otro y sigo por sus mejillas hasta llegar a sus labios, que me reciben sonrientes con un sonoro beso.

Jisoo no abre los ojos y se acomoda mejor colocando la cabeza sobre mi pecho cuando yo me pongo mirando al techo. Ayer le pidió un día personal a la inspectora para poder pasar un día tan amargo como este conmigo, y a pesar de las horas y del poco tiempo de antelación, se lo concedió.

Todavía es temprano y la verdad es que se está muy bien aquí, acurrucada junto a ella, pero no puedo dormir más, a esta hora seguramente mi hermano ya estará pasando a disposición judicial después de que el juez aceptara como válida la prueba de la mancha.

Me siento mal y bien, es una sensación extraña. Sé que hago lo correcto, lo que debería haber hecho hace tiempo, pero por muy capullo que sea Jihoon no deja de ser mi hermano, y la idea de que acabe entre rejas no me gusta por mucho que se lo merezca.

Jisoo se remueve perezosa hasta que por fin abre los ojos y me observa con una sonrisa.

—Buenos días, dormilona—digo apartándole unos cabellos de la cara.

—¿No has dormido bien? —pregunta sintiéndose culpable.

—Ni bien ni mal—contesto sin saber explicar bien cómo me siento.

—¿Cuánto llevas despierta?

—Bastante, es interesante verte dormir.

—¿Interesante? —pregunta arrugando la frente.

—Haces unos ruiditos muy curiosos—digo sonriendo.

—No es verdad—protesta antes de besarme.

—Sí que lo es, oye, he pensado algo.

Me pongo bastante más seria de lo que me gustaría al decir eso y a Jisoo se le tuerce el gesto antes de incorporarse para mirarme con total atención.

—¿Qué has pensado?

Yo también me siento y me giro hacia ella para poder ver ese brillo en sus ojos que tanto me gusta.

—Voy a retractarme.

—¿A retractarte? ¿Qué dices, Rosé? —pregunta confusa.

—De todas las coartadas que le he dado a mi hermano.

Jisoo eleva las cejas y la mandíbula se le descuelga por la sorpresa inicial, después se recompone y esta vez es ella la que se pone más seria de lo que la he visto hasta ahora.

—¿Eso a qué viene ahora? ¿Te has vuelto loca? Dar coartada falsa es un delito.

—Lo sé.

—Lo sabes—repite bufando.

—No me siento bien, en parte soy responsable de esto, quizá si yo no hubiese mentido por mi hermano en el pasado, él no hubiese llegado tan lejos.

—Tu hermano va a seguir a la suya, mientas tú o no, es cierto que no está bien lo que hiciste, pero ya está hecho y ahora por fin lo has comprendido y has colaborado para pararle los pies.

𝐅𝐋𝐎𝐑𝐄𝐒 𝐘 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 [chaesoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora