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Rosé

Desde que Jisoo se marchó al mediodía no puedo quitármela de la cabeza, ese beso al aire, su nueva forma de mirarme y esa amenaza velada de que no le deje más notas que yo interpreto como un reto a que le deje otra.

Mientras trabajo por la tarde voy dando vueltas al asunto, y aunque había pensado pasarme mañana por la mañana, creo que no voy a poder aguantar tanto y me pienso plantar en su bloque en cuanto cierre.

Cuando por fin llega el momento estoy nerviosa, no tengo claro qué ponerle y he descartado al menos diez notas antes de decidirme por fin por la definitiva. Espero pacientemente cerca del edificio, ocultándome en el portal de al lado por miedo a que sea ella misma la que entre o salga y me pille.

No tengo que esperar mucho hasta que un par de adolescentes se plantan en el portal y llaman a uno de los apartamentos, parece que son amigos de alguno de los chicos que viven aquí y en cuanto los dueños descuelgan para preguntar quién es, me planto tras ellos y hago ver que busco las llaves en el bolso, pero entonces los dueños abren y los chicos que ya son unos caballeros, me ceden el paso para que entre yo primera.

—Gracias—les digo con una sonrisa que me devuelven sonrojados.

Esta vez no quiero dejarla en el ascensor, así que me paro frente a los buzones y mientras los chicos desaparecen escaleras arriba, yo voy leyendo todos los nombres hasta que doy con la única Jisoo que parece vivir en el edificio.

La sonrisa se me ensancha cuando veo que su nombre está solo, no comparte vivienda con nadie y aunque dudo que sea una persona que va besando mujeres por ahí teniendo pareja, era una opción que no podía descartar.
El ruido del ascensor me saca de mi trance, alguien está bajando y no me puedo arriesgar a que sea Jisoo la que salga de el, así que me resigno y subo por las escaleras.

Todavía no he llegado al segundo y ya me falta el aire, maldigo a Jisoo por no vivir en un primero, tenía que escoger el quinto. Para que luego digan que no hago barbaridades por amor.
Cuando por fin llego, siento que los pulmones me van a explotar, tengo un calor sofocante y solo me entran ganas de tirarme en el suelo y abrir brazos y piernas como si fuese el hombre del Vitrubio.

Un par de minutos después parece que el aire vuelve a mis pulmones y mis latidos se relajan hasta parecer normales, solo entonces busco la puerta de Jisoo y me acerco a ella de forma sigilosa.

Miro a un lado y a otro para asegurarme de que nadie me está viendo, después pego el oído a la puerta por curiosidad, no sé si Jisoo está en casa y la idea de que estuviese dentro es una tentación, podría llamar a la puerta y decirle que me tiene medio loca, entonces podrían pasar dos cosas, que le diese pena, valorase mi esfuerzo de haber subido por las escaleras y me dejase entrar, o que me denunciase por acoso.

Pensar en esto último como una posibilidad real me pone un poco nerviosa, así que saco la nota del bolsillo y la deslizo por debajo de su puerta con la mala suerte de que se queda encallada y no acaba de pasar.

—Mierda...—susurro en voz baja.

Me pongo de rodillas y pego la cara al suelo tratando de ver qué es lo que obstruye el paso cuando veo una sombra aparecer a mi lado y la adrenalina se me dispara mientras pienso en una excusa creíble para justificar lo que estoy haciendo.
Levanto la cabeza y miro hacia atrás notando como el calor inunda mis mejillas y descubro a una mujer de más o menos mi edad que me observa sonriente.

—Por ahí no podrás colar nada, al otro lado tiene una cinta protectora para impedir que le entre algún bicho, a Jisoo le dan mucho asco—dice a la vez que me tiende una mano para ayudarme a levantarme.

La acepto algo desconcertada y cojo la nota y me la guardo en el bolsillo del pantalón.

—No es nada malo, solo quería darle una sorpresa—explico tratando de justificarme.

𝐅𝐋𝐎𝐑𝐄𝐒 𝐘 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 [chaesoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora