𝐅𝐋𝐎𝐑𝐄𝐒 𝐘 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 [chaesoo]

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Jisoo

Todavía me pregunto por qué me he dejado arrastrar por estas dos locas para salir esta noche. Estaba saliendo de la ducha después de un día agotador de trabajo y por poco me queman el timbre con la ansiedad de que abriese.

—Perfecto, ya estás duchada—ha dicho Jennie en cuanto me ha visto con el albornoz puesto—ahora solo falta escoger algo de ropa decente y nos vamos a cenar.

—¿A cenar? no voy a ninguna parte, estoy cansada. Además, ¿desde cuándo hacemos planes de última hora?

—Jisoo la controladora—se burla Lisa—suéltate un poco, anda, por una vez que hagamos algo sin planearlo una semana antes tampoco nos vamos a morir.

—No sé, estoy muy cansada y todavía me duele el culo.

—El restaurante al que vamos tiene sillas acolchadas, no te preocupes por eso. Venga, hazlo por mí—ha rogado colocando las palmas de las manos juntas—me he pasado muchos días fuera sin parar de trabajar, saliendo de una comida de negocios para encerrarme en una reunión.
Necesito despejarme, sentarme a cenar tranquilamente sin tener que estar hablando de cuentas y futuros clientes.

La cabrona es convincente cuando quiere, finalmente he cedido y aquí estamos, degustando una botella de vino mientras esperamos a que el camarero venga a tomarnos nota.
La verdad es que no me arrepiento, la salida me está viniendo bien para despejarme y creo que yo también necesitaba un rato como este. El día ha sido muy intenso, lo último que hubiese esperado esta mañana cuando estaba trabajando era encontrarme con Rosé, y por si fuese poco no lo he hecho una vez; sino dos. Es como si los astros se hubiesen alineado para servirme en bandeja una venganza muy gustosa, y joder, no soy así, pero Rosé se merecía todas las palabras que le he dicho, aunque ahora me siento un poco mal por ello.

Decido omitirles todo eso a mis dos amigas, necesito una cena tranquila y como salga el tema las dos volverán a decir lo bien que les cae Rosé y me enfadaré.

—Vaya, parece que no somos las únicas lesbianas del lugar—suelta Lisa mirando hacia la derecha.

—Hacen buena pareja—añade Jennie siguiéndola con la mirada.

Me giro muerta de curiosidad y mi puño se cierra alrededor de la copa con una fuerza desmesurada cuando descubro que la bonita pareja de la que hablan mis amigas son Rosé y una chica despampanante a la que no conozco.

Dejo la copa sobre la mesa porque lo último que me falta es que se me rompa entre los dedos y dirijo la mirada hacia el centro de la mesa.

—¿Quieren dejar de mirar con tanto descaro? —les pido enfadada—luego quietrn igualdad, y son ustedes mismas las que nos señalan con el dedo.

—Uy, parece que hay alguien aquí que está de mal humor—se burla Lisa—yo no señalo a nadie, simplemente me ha pasado como a todas las personas en edad de copular que hay en este sitio, que he visto a dos chicas bonitas y no he podido resistirme a mirar.

—¿En edad de copular? —pregunta Jennie soltándole un sape que resuena con fuerza en su nuca, despejada por un recogido sencillo.

Las dos comienzan a reírse mientras Lisa se masajea la nuca, después Jennie se acerca y le besa la zona afectada.

—En casa te compenso—le susurra, no lo suficiente bajo como para que yo no lo escuche.

—Dan asco—rezongo cogiendo mi copa y bebiendo lo que me queda de un trago.

—Seguro que esas dos también darán asco esta noche—añade Lisa.

—Pues espero que se les rompan las patas de la cama, la de la derecha es Rosé—escupo con rabia.