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Jisoo

Hoy me siento mucho mejor, mis heridas cicatrizan muy bien, por lo que el escozor ya es mínimo. El dolor en mi sexo y mi trasero está remitiendo de forma más lenta, pero ahora ya es soportable y puedo sentarme sin que se me descomponga la cara.

Me dirijo al ascensor con los ánimos renovados y cuando estoy llegando me encuentro a Lisa esperando, dando tal bostezo que por un momento pienso que se le va a desencajar la mandíbula.

—¿Una noche movidita? —pregunto con toda la intención.

—Ojalá—dice rodando los ojos—a Jennie le sentó mal la cena y se ha pasado toda la noche vomitando hasta que solo le ha quedado aire en el estómago.

Las puertas del ascensor se abren y ambas damos un paso al interior. Veo que hay una nota pegada junto a la botonera y no me molesto en leerla, últimamente el presidente de la comunidad deja papelitos para todo.

—¿Ahora se encuentra mejor?

Mi pregunta queda flotando entre las cuatro paredes del ascensor, porque Lisa sí que ha decidido leer la nota que, a pesar de tener unas pocas líneas, parece tenerla hipnotizada.

—En serio, cariño, necesito conocer a tu chica—se ríe girándose hacia mí con una amplia sonrisa.

—¿A mí chica? —pregunto sin comprender nada, con el corazón a punto de explotarme en el pecho.

Lisa me hace un gesto señalando la nota y me doy cuenta de que ha sido un error no leerla en cuanto he entrado. Me planto delante y si antes el corazón me iba a explotar, ahora se me acaba de parar.

“¿Lo pasaste bien en tu cita de ayer? Espero que sí, no soy rencorosa, aunque conmigo lo hubieses pasado mucho mejor. Todavía estás a tiempo de cambiar de idea, Jisoo. Ven a verme hoy, te contaré otra leyenda de esas que te gustan y después decidimos si es en tu casa o en la mía.
Te espero, Rosé”

—Yo la mato—suelto en voz alta mientras arranco la nota—¿cómo se atreve a dejar esto aquí? A saber cuánta gente lo ha leído ya—me quejo de forma exagerada.

—Espero que lo haya leído todo el bloque—dice riendo la muy gilipollas de Lisa.

—¿Te das cuenta? Es una fanfarrona, ya da por hecho que aceptaré.

—No es fanfarrona, en mi opinión es atrevida, ya te lo dije, quiere algo y va a por ello con todo el descaro del mundo, es admirable—dice a la vez que las puertas se abren para liberarnos de este espacio que se me antoja cada vez más pequeño.

—No es admirable, es una provocación—resoplo—sabe que esto me habrá puesto nerviosa—digo agitando la dichosa nota con la mano—y que le daré una respuesta porque si no, mañana corro el riesgo de encontrarme otra de estas, y conociéndola, a saber qué burrada pone. Tendría que haberle dicho que me llevase al hospital y no aquí.

—Pues a mí me parece todo un detalle que haya venido hasta aquí y haya esperado a que algún vecino salga o entre a saber durante cuánto tiempo, solo para poder comunicarse contigo.
Eso también lo pienso yo, pero no voy a reconocerlo.

—¿Por qué no te dejas de tonterías y quedas con ella de una vez?

—Porque me mintió a la cara.

—¿De verdad es eso tan grave? ¿Que mintiese para proteger a su hermano? Si no se lo vas a perdonar nunca, lo mejor es que le dejes claro que no la quieres volver a ver o saber de ella, si hace esto es porque cree que tiene opciones, y si cree eso es porque tú lo has permitido.

—Tal vez—reconozco inquieta.

—Pues si tan claro lo tienes, díselo, de otro modo tú también estarás mintiendo, y de una forma mucho peor, porque estarás dándole esperanzas a alguien cuando no las tiene.

𝐅𝐋𝐎𝐑𝐄𝐒 𝐘 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 [chaesoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora