Capítulo 27

773 38 2
                                    

DAYAN.

Desperté entreabriendo mis ojos lentamente sintiendo la claridad del lugar provocándome cierta incomodidad. Volví a cerrar mis ojos, soltando un pesado suspiro acompañado de un quejido bajo.

Me removí escuchando un ligero rechinido ante el movimiento.

Segundos después logré abrir bien mis ojos, observando alrededor viendo ligeramente borroso; observé una silueta frente a mi, una vestimenta blanca.

De a poco comencé a tener correctamente la vista, me encontré a la doctora, de pie frentea mi, pero dándome la espalda. Pronto, comencé por igual a escuchar que hablaba, parecía hablar con alguien, no comprendía del todo, no estaba al cien por ciento en mis cinco sentidos.

Cuando caí en cuenta de dónde me encontraba, de quién estaba frente a mi, solté un jadeo de sorpresa.

¿Cómo demonios había llegado aquí? ¿Por qué no hay nadie más?

Sentía la garganta seca, miré mis manos encontrándome con estas, viendo un ligero temblor en las mismas que me hacía sentirme aún más confudida con cada segundo que pasaba.

Hasta ahora, la doctora parecía no percatarse de que estaba despierta.

¿Por qué estoy aquí?

La voz en mi cabeza pronunciaba una y otra vez, taladrando casi en mi, provocándome un ligero sonido molesto que me hizo cerrar mis ojos con fuerza.

Observé las paredes blancas con aquel color marrón claro, una que otra decoración en las tristes paredes; el cuadro colgado a la pared justamente a mi lado izquierdo fue lo que llamó mi atención en seguida, una fotografía de unas flores, flores frescas mezcladas con florea manchitas posadas hermosamente en un florero rosado.

¿Lo marchito tiene oportunidad de florecer?

¿O lo hermoso se marchita prontamente?

Sacudí mi cabeza evitando perderme en mis pendamientos.

—¿Cómo te sientes?

La suave y cálida voz me hace apartar la mirada de aquella decoración.

Después de rato cuestionándome miro a la doctora frente a mi, cubre gran parte de mi campo de visión frente a mi. Ella me mira comprensiva, seguramente aún luzco algo perdida o aturdida.

—Déjame revisarte... —Dice amablemente, toma mi brazo y yo solo puedo quedarme ahí, quieta, viendo y esperando a que ella termine.

Seguía con mi mirada cada uno de sua movimientos, sus manos que se movían por mi cuerpo revisando cada parte hasta que llegó a mi cabeza.

—No sé si recuerdes el momento en que te desmayaste... Quiero revisar tu cabeza, ver que no te hayas golpeado en la misma. —Susurró con una sonrisa ligera— Tus amigos te trajeron aquí, una chica y un chico, ambos demasiado asustados por lo que te pasó...

—Yo, no entiendo... —Murmuré sumida en mis pensamientos.

La doctora suspiró. Se separó de mi apenas terminó de verificar que todo en mi estuviera correcto.

—Bien, no tienes ningún golpe grave. Solo un par de rasguños en tus brazos, nada grave. Ya los limpié. —Dice, mostrando una ligera sonrisa que parecía hacer que me tranquilizara, seguidamente mi cara en estos momentos no era la mejor, seguía sin entender.

—¿Cómo...?

Tomó una silla para arrastrarla a mi lado de la camilla mirándome atentamente.

—Según tus amigos comenzaste a hiperventilar y temblar.

Los Mellizos Horan 2 EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora