8. Luz, Cámara......Amor

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Joaquín sentía su corazón golpear con fuerza en el centro de su pecho. No había logrado responder. Ni siquiera era capaz de elaborar un pensamiento coherente, y todo lo que podía rescatar de su cabeza en ese instante, era un vago y cercano recuerdo de la voz de Emilio llamándolo, solecito.

Sí, definitivamente empezaba a tener miedo. Y no era un miedo que radicaba en lo que estaba a punto de ocurrir; sino más bien uno que le estaba alertando, que aquel cosquilleo en su vientre, aquellas rebeldes mariposas, y ese sudor frío que bajaba por su espalda, no se debían a una simple atracción física.

Joaquín temía estar enamorándose de Emilio.

Joaquín empezaba a temer que después de terminar la grabación, aquello nunca más volviera a repetirse. No volver a ver a Emilio.

Pero opuestamente a lo que el castaño pensaba; el rizado parecía que a cada segundo después del beso que compartieron, ganaba un poco más de confianza. Ya no parecía estar luchando contra sí mismo, y sus instintivos deseos a cada instante.

Emilio había probado la dulce boca de Joaquín. Y ahora estaba seguro de querer hacerlo una y otra vez hasta el cansancio.

- Hay 4 cámaras dentro de la habitación. Están ocultas, para dar la sensación de que estás siendo grabado sin tu consentimiento...- Emilio murmuró bajo. Aún sostenía a Joaquín por su cintura desde atrás, y podía sentir cómo la respiración del menor se agitaba con su contacto; y aquello le gustaba más de lo que se atrevería a admitir. - Dá una sensación de realidad falsa a la película, y te hará parecer más vulnerable...

- Bien...- Joaquín respondió con el último ápice de seguridad que tenía su cuerpo.

- Nos sentaremos sobre la cama por un par de minutos, nos besaremos, primero muy suave, y luego un poco más... caliente - La voz de Emilio se escuchaba lenta y profunda, y parecía penetrar el cerebro de Joaquín y aturdirlo cómo una potente droga.

- Bien...-

- Desde ahí sólo tienes que dejarte llevar, intenta no pensar mucho; te prometo tener todo el cuidado posible...

Joaquín asintió, y sintió cómo Emilio lo giraba suavemente para poder quedar frente a frente una vez más.

- Joaquín, tienes que saber que si en algún momento quieres que me detenga... sólo debes decírmelo, y lo haré

Los ojos de Joaquín se cerraron cuándo sintió cómo el rizado acariciaba suavemente una de sus mejillas. Y en ese momento el menor sintió por primera vez un fuerte arrepentimiento.

Aquel atractivo oji-café lo tomaría por primera vez, y aunque intentaría ser cuidadoso, la instrucción era simple: hacerlo sufrir. Pero Joaquín en ese momento no temía lo que Emilio pudiera hacer con su cuerpo, porque si había algo que era peor que el rizado lo destrozara físicamente; era que terminara destrozando su corazón.

- Lo último... Hay micrófonos en los costados de la cama. Intenta responder cuándo te hable...

Joaquín volvía a asentir, pero en ese punto todo se sentía cómo un acto reflejo; porque su conciencia parecía desvanecerse cuándo percibía la cercanía del mayor.

- Y Joaquín... no te contengas - Emilio se acercó un poco más, hasta el punto en que su nariz rozó el entrecejo del menor ‐ Si deseas gemir, gritar ó lo que sea... sólo hazlo -

Joaquín pareció ahogarse con el mismo aire que tenía retenido en sus pulmones. Le estaba costando demasiado esfuerzo hablar, pero de todas formas debía intentarlo. No era un niño, y necesitaba que Emilio lo supiera.

¿Cómo Conquistar A Un Virgen En La Primera Cita? // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora