28. Una Razón

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La puerta se abrió lentamente y después de casi 2 días, Emilio volvió a ver el rostro de Joaquín. Todo se sentía aún demasiado confuso, demasiado inestable, y completamente irreal.

Joaquín no había sido capaz de darle una respuesta al rizado, cuándo éste lleno de emoción le propuso la idea de vivir juntos. El ojimiel estaba seguro de sus sentimientos por Emilio, pero aún así con todo lo que estaban enfrentando, no sentía que apresurar las cosas fuera una buena opción.

A Emilio le fué difícil entender el silencio y la indecisión del menor, sin embargo luego del tiempo que se tomaron de manera espontánea debido a las circunstancias, comenzó a entender un poco más la posición de su novio.

El oji-café estaba lleno de confusión y emociones, pero más allá de todo, primaba en él una cálida sensación de felicidad. Ahora tenía un hermano. Un niño adorable y al que ya le tenía un inmenso cariño; ahora era su familia. Y eso sonaba realmente increíble en la mente de un chico que se había sentido demasiado sólo, desde el día en que su madre lo abandonó sin ni siquiera una despedida.

Para Emilio había una ilusión, el comienzo de una nueva familia. Una razón para hacer las cosas bien, y ser feliz.

Pero en la mente de Joaquín era diferente. No encontraba en toda esa situación más que pensamientos y sentimientos angustiantes y llenos de dolor. Para él, era Elizabeth arruinando su vida una vez más. Era la pesadilla de saber que su hermano menor compartía sangre con un hombre tan aterrador cómo Juan Osorio. Y era él, teniendo ahora que comprender que Óscar era hermano del hombre que había robado su corazón; su primer amor.

Para Joaquín sólo había miedo, la incertidumbre de lo que venía. Una razón para que todo lo hermoso que estaba construyendo con Emilio se arruinara.

- Hola cariño...- Emilio saludó con una sonrisa triste al notar que Joaquín parecía algo nervioso con su presencia. -¿Vengo en un mal momento?, ¿Tu madre aún está en casa? -

Luego de haberse despedido aquella noche fuera de la casa de Joaquín, y luego de haber llorado abrazados por largos minutos, sólo se habían hablado por mensaje para saludarse y saber cómo se encontraban. Mensajes cortos y cordiales, que sin quererlo, expresaban la incomodidad y toda complejidad de lo que estaban viviendo.

Pero ya era Lunes por la mañana, y Emilio se presentaba cómo cualquier otro día, listo para acompañar a Joaquín a dejar a Óscar a la escuela; aunque claramente todo se sentía diferente.

- Emi hola, no, adelante... ella se ha ido ayer por la noche - Joaquín respondió ahogando un suspiro.

Elizabeth había dormido la mayor parte del tiempo, y a pesar de que Óscar estaba feliz con su presencia, ella simplemente hizo lo que era habitual; dormir, comer darse una ducha, hablar con el pequeño y fingir interés en sus cosas por unos cuántos minutos, y luego buscar dentro de la casa algo de valor que le sirviera para empeñar y comenzar de vuelta con sus apuestas y noches de fiesta. Finalmente discutió con Joaquín, y salió de casa sintiéndose ofendida.

Lo único positivo de su visita, era que el ojimiel había conseguido que firmara la autorización para el viaje escolar de Óscar.

- ¿Y Óscar? - Emilio preguntó en un tono de voz bajito, sus ojos moviéndose por la habitación casi sin un sentido, mostrándole así a Joaquín lo nervioso que también se sentía.

- En la cocina, terminando de desayunar...- Joaquín respondió en un murmullo. No quería que las cosas se sintieran así, pero ahí estaban, tal y cómo imaginó, evadiendo sus miradas; incómodos.

- ¿Puedo pasar a verlo? - Emilio preguntó con una sensación hormigueante en el cuerpo.

- Claro, por supuesto...- Joaquín farfulló intentando mostrar seguridad, cómo si realmente por dentro no se sintiera cómo un manojo de nervios y ansiedad.

¿Cómo Conquistar A Un Virgen En La Primera Cita? // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora