17. Por Encima De Todo

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Emilio despertó dando un fuerte salto sobre la cama y un quejido escapó de sus labios. Ya habían pasado varios días, pero las pesadillas aún lo acompañaban.

- ¿Estás bien, amor? - Fué la voz de Joaquín, quién dormía abrazado a su costado la que lo hizo reaccionar.

- Si, hermoso... sólo fué una pesadilla - Emilio inhaló profundamente, intentando calmar los acelerados latidos de su corazón - Lo siento, por despertarte...-

- Emilio, llevas varios días con éstas pesadillas... ¿Sucede algo? - Joaquín preguntó alzando la vista, intentando buscar el rostro del oji-café en la oscuridad - Puedes confiar en mí, corazón

Maldita sea, ahí estaba otra vez. El dolor punzante en el pecho, el que no hacía otra cosa que aumentar, ahora a pesar de estar cerca de Joaquín. Él que incluso era peor cuándo sentía al castaño demasiado cerca, y hacía que sus manos temblaran con la sola idea de tocarlo mientras estaban entre las sábanas.

Todo había empeorado la mañana anterior. Cuándo un cabizbajo Joaquín le había entregado su celular al salir del baño, diciéndole "Un tal Eduardo te estaba llamando".

Fué entonces cuándo el corazón de Emilio pareció congelarse, y la ansiedad comenzó a arremeter con más fuerza. El castaño se mostró algo más distante y silencioso desde aquel momento, y el rizado no podía dejar de pensar en que había leído los últimos mensajes enviados por un insistente Eduardo.

Sin embargo, al pasar de las horas Joaquín fué recobrando su actitud habitual. Es más, de pronto comenzó a mostrarse más cariñoso y dulce con el oji-café, cómo si sintiera la necesidad de darle calma.

Y es que la verdad era que Joaquín estaba asustado. Se le había implantado ya la idea en su cabeza de que Emilio le ocultaba algo, y algo muy importante. Porque el castaño podía ser más inocente en algunos aspectos, pero no era estúpido, y atar cabos sueltos se le daba con bastante sencillez, así que, a pesar de dolerle mucho más de lo que mostraba; presentía que Emilio había estado con alguien más aquella noche en la que se fué de su casa, con la excusa de encontrarse con unos amigos.

Sin embargo, el ojimiel no se encontraba herido ó lleno de la rabia que podría pretender tener en una situación así. Y es que Joaquín miraba a Emilio, y en él no podía ver otra cosa más que angustia y dolor. Y no dejaba de preguntarse si aquella actitud en el oji-café no era más que un simple remordimiento, ó había algo más.

Joaquín había aprendido a leer a Emilio con demasiada facilidad. Y el tener que escucharlo llorar entre sueños, sólo lo ayudó a confirmar sus teorías. Probablemente el mayor se había acostado con alguien estando demasiado drogado, ebrio, ó al menos no muy consciente. Y lo que si daba por hecho, era que lo habían lastimado, y mucho.

Y Joaquín quizás podría querer gritar y montar una escena de celos y despecho, tal y cómo lo haría la mayoría de las personas que descubren que los han engañado. Pero no podía, primero porque aunque creía tener la certeza de que sus teorías eran ciertas; aún no había una confirmación. Y después, estaba el hecho de que moría de ganas de saber que era lo que había sucedido exactamente, para que Emilio se encontrara en ese estado de angustia.

El menor no sabía mucho sobre el pasado de Emilio; pero sin ir más lejos, y sin atreverse a indagar más todavía, sabía con certeza que su novio estaba lleno de profundas heridas, y su vida hasta entonces había sido mucho más difícil de lo que su imponente y atractiva presencia podía sugerir.

- Emilio, amor... sólo dime que está pasando. No importa lo difícil que sea, podremos superarlo juntos, sólo confía en mí por favor...-

- Joaco...- Emilio murmuró y su voz se quebró al instante.

¿Cómo Conquistar A Un Virgen En La Primera Cita? // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora